
La atmósfera global enfrenta un futuro más turbulento, según una reciente investigación de la Universidad de Reading, en el Reino Unido, que advierte sobre el aumento de turbulencias indetectables en rutas aéreas a medida que el cambio climático reduce la estabilidad del aire a altitudes de crucero, alrededor de 10.500 metros (35.000 pies).
Este fenómeno, llamado turbulencia en aire despejado, ya preocupa a la industria aeronáutica y a la comunidad científica, ya que incrementa el riesgo para pasajeros y tripulación en vuelos comerciales. Estos episodios no se dejan ver en el radar, lo que complica la labor de los pilotos e incrementa los desafíos operativos para las aerolíneas.
La nueva investigación de la Universidad de Reading analizó la evolución de las corrientes en chorro desde 2015 y proyectó cambios hasta 2100 aplicando los 26 de los modelos climáticos globales más recientes. Se observó un incremento previsto de la cizalladura del viento, entre 16% y 27%, junto a una reducción de la estabilidad atmosférica que puede alcanzar entre 10% y 20%, generando condiciones favorables para turbulencias repentinas e invisibles.
El autor principal, Joana Medeiros, consideró que “el aumento de la cizalladura del viento y la reducción de la estabilidad se combinan para crear condiciones favorables para la turbulencia en aire despejado, las sacudidas repentinas e invisibles que pueden sacudir las aeronaves sin previo aviso”.

El profesor Paul Williams, coautor del trabajo, advirtió que “en los últimos años, se han producido incidentes de turbulencia graves que han causado lesiones graves y, en algunos casos trágicos, incluso la muerte. Es posible que los pilotos deban mantener abrochados los cinturones de seguridad durante más tiempo y suspender el servicio de cabina con mayor frecuencia durante los vuelos, pero las aerolíneas también necesitarán nueva tecnología para detectar la turbulencia antes de que se produzca, protegiendo así a los pasajeros a medida que los cielos se vuelven más caóticos”.
Según el Research Applications Laboratory, de la agencia federal U.S. National Science Fundation de Estados Unidos, las turbulencias cuestan a las aerolíneas entre 150 y 500 millones de dólares anuales en Estados Unidos. El estudio indicó que tanto el hemisferio norte como el sur verán un agravamiento del problema, especialmente en escenarios de altas emisiones de gases de efecto invernadero.
La turbulencia en aire despejado viene extendiéndose rápidamente en rutas muy transitadas, como el Atlántico Norte, donde el análisis de 2023, destacó que la duración anual de turbulencias severas subió de 17,7 horas en 1979 a 27,4 en 2020, lo que representa un aumento del 55%. Las turbulencias moderadas y ligeras también aumentaron 37% y 17%, respectivamente, durante ese periodo, informó Northeastern Global News.

El profesor Ahmed Busnaina, de la Universidad Northeastern, remarcó la gravedad de este fenómeno: “El problema es que podemos ver una tormenta con claridad. Se puede ver con un radar convencional. Con turbulencia en aire despejado, es imposible verlo. La tecnología no existe hoy en día”. Ante esas limitaciones, las compañías aéreas basan sus operaciones en evitar las zonas donde se reporta turbulencia, aunque no siempre resulta una solución eficaz o suficiente. Busnaina puntualizó que “la mayoría de las tecnologías no están realmente preparadas para gestionarla de forma que se garantice la seguridad”.
Otro aspecto relevante reside en el posible vínculo entre el aumento de estos episodios y el cambio climático. El profesor Auroop Ganguly, ingeniero civil y ambiental de la Universidad Northeastern, afirmó que los estudios actuales sugieren que la variabilidad climática puede agravar la turbulencia, aunque consideró imprescindible mejorar los modelos predictivos y contar con mayor respaldo empírico antes de establecer causalidad definitiva. Destacó además que el calentamiento global podría estar alterando la dinámica de la corriente en chorro, generando mayor inestabilidad y fricción en la atmósfera.
Las aerolíneas comenzaron a adaptar la planificación de sus rutas a partir de predicciones de estas turbulencias invisibles, aunque los cambios implican un aumento en el consumo de combustible y los costos operativos, además de complicar el diseño y la programación de aeronaves nuevas. Según Northeastern Global News, entre 2009 y 2021 hubo 30 pasajeros y 116 tripulantes gravemente heridos en Estados Unidos por turbulencias, una cifra baja en comparación con el volumen total de viajeros, pero que refleja la tendencia creciente.

Frente a este escenario, la industria aérea y la comunidad científica coinciden en la necesidad de fortalecer la investigación y el desarrollo de tecnología avanzada para mejorar la detección y gestión de este fenómeno. Además, adquiere relevancia un enfoque basado en la gestión de riesgos y la resiliencia. La adaptación del sector requerirá revisión continua y soluciones innovadoras para garantizar la seguridad mientras el entorno atmosférico se convierte en un desafío cada vez más dinámico.
Aún cuando se están incrementando este tipo de fenómenos meteorológicos indetectables, los datos más recientes de 2024 y 2025 confirman que la aviación comercial mantiene su posición como el modo de transporte más seguro del mundo, incluso después de un año con un ligero aumento en accidentes respecto a 2023.
Según el informe de seguridad 2024 de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), la aviación comercial transportó 5 mil millones de pasajeros en más de 40,6 millones de vuelos durante 2024. A pesar de registrar 7 accidentes fatales (comparado con 1 en 2023), las estadísticas demuestran que la aviación sigue siendo extraordinariamente segura.
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