
Según una investigación de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard publicada en Epidemiology, la reapertura de escuelas en California, Estados Unidos, durante la pandemia por el COVID-19 mostró un impacto positivo inmediato y profundo en la salud mental infantil.
El análisis, que abarcó a más de 185 mil niños, identificó una disminución significativa en los diagnósticos de ansiedad, depresión y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) tras el regreso a la educación presencial. Los beneficios fueron especialmente pronunciados entre las niñas.
“Nuestros resultados proporcionan evidencia sólida a padres, educadores y legisladores de que la educación presencial desempeña un papel crucial en el bienestar infantil”, afirmó Rita Hamad, profesora de epidemiología social y políticas públicas.

“Los hallazgos ofrecen lecciones para futuras emergencias de salud pública y permiten comprender por qué la salud mental infantil empeoró durante la pandemia”, completó la experta.
En ese sentido, los informes “Salud mental mundial hoy” y “Atlas de Salud Mental 2024” de la OMS revelaron que en 2021, alrededor del 7 por ciento de los niños entre 5 y 9 años y el 14 por ciento de adolescentes entre los 10 y los 19 años padecían un trastorno mental.
Pandemia, confinamiento y salud mental
El estudio, considerado uno de los más extensos sobre el tema, se basó en datos de 185.735 menores de entre cinco y dieciocho años, residentes en veinticuatro condados y doscientos veinticuatro distritos escolares de California.
Los investigadores analizaron registros de diagnósticos y gastos médicos entre marzo de 2020 y junio de 2021, aprovechando la diversidad de fechas de reapertura escolar en el estado.

“Debido a que las escuelas reabrieron en diferentes plazos en California, esta variación natural nos permitió observar diferencias en las tendencias de salud mental entre los niños que regresaron a la escuela presencial antes y después”, dijo la economista de salud Pelin Ozluk, primera autora del estudio, en un comunicado de Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard.
Aunque la proporción general de diagnósticos de salud mental aumentó del 2,8% al 3,5% durante el periodo estudiado, los niños que regresaron a clases presenciales mostraron una probabilidad mucho menor de recibir diagnósticos de ansiedad, depresión o TDAH en comparación con quienes permanecieron en educación a distancia.
Al noveno mes de la reapertura, la probabilidad de recibir un diagnóstico de salud mental era un 43% menor en comparación con el período anterior, según los datos recogidos por el equipo de Harvard.
El impacto positivo se reflejó también en el gasto sanitario. Nueve meses después de la reapertura, los costos médicos no farmacológicos relacionados con la salud mental disminuyeron un 11%, el gasto en medicamentos psiquiátricos bajó un 8% y el gasto en medicamentos específicos para el TDAH descendió un 5%. Las niñas experimentaron mejoras especialmente notables en todos los indicadores.

“Este fue uno de nuestros hallazgos más sorprendentes”, afirmó Ozluk, “que subraya la importancia de los entornos sociales escolares para el bienestar de las niñas”.
El equipo de investigación propuso varias explicaciones para el deterioro de la salud mental durante el cierre escolar:
- Menor interacción social
- Interrupciones del sueño
- Aumento del tiempo frente a pantallas
- Peores hábitos alimenticios
- Dificultades académicas
- Estrés familiar
- Acceso limitado a servicios de salud mental escolares.

Teniendo en cuenta estos hallazgos sobre la salud mental infantil, Hamad sostuvo: “Al considerar futuras emergencias de salud pública, este estudio sugiere que debemos priorizar la reapertura segura de las escuelas y garantizar que los niños tengan acceso a los recursos socioemocionales que ofrecen las escuelas”,
Y sumó: “Las políticas deben centrarse no solo en el control de infecciones, sino también en el bienestar mental de los niños, reconociendo que las escuelas son una parte fundamental de su sistema de apoyo”, concluyó la investigadora.
Los autores advirtieron que el estudio se centró en menores de comunidades con ingresos relativamente altos y cobertura de seguro médico comercial, por lo que el impacto en grupos marginados podría ser aún mayor y requiere investigaciones adicionales.
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