En plena cosecha, ¿qué ocurre cuando granos de distintos cultivos se cruzan sin intención? Ese fenómeno, conocido como commingling, avanza de forma casi imperceptible y genera consecuencias que superan el plano productivo. La presencia de trazas de maní, soja o trigo —especialmente cuando poseen potencial alergénico— puede originarse en el campo, durante el transporte o en el almacenamiento.
Desde el INTA remarcan que no debe minimizarse. “Una cantidad mínima de un alérgeno puede desencadenar una reacción severa”, explicó Gustavo Polenta, referente en gestión de alérgenos del Instituto de Tecnología de Alimentos.
Aunque reconoce que eliminar completamente el commingling es imposible, señaló que el eje debe estar en la gestión y en la adopción de buenas prácticas.
Buenas prácticas para minimizar riesgos
Para reducir la posibilidad de mezclas entre campañas consecutivas, Polenta sugiere planificar la rotación y mantener lotes segregados, prestando especial atención a cultivos vecinos. Además, insistió en la necesidad de higienizar toda la maquinaria, desde cosechadoras y tolvas hasta camiones y silos, antes de utilizarlos con otro cultivo.
En transporte y almacenamiento, recomendó aplicar protocolos estrictos para evitar cruces involuntarios. La capacitación también resulta central: productores, transportistas y operadores logísticos deben comprender el impacto del problema y conocer las medidas para controlarlo.
“Debemos asumir que la mezcla de cultivos es una posibilidad inherente a la producción. Lo importante es reducir al máximo su probabilidad y sus efectos”, resumió Polenta.
Impacto comercial y exigencias crecientes
Cuando aparecen trazas no declaradas en cargas destinadas a exportación, los rechazos en destino pueden generar pérdidas económicas. En mercados que exigen rótulos precisos, “un grano mezclado puede significar concretar una operación o perderla”, añadió el especialista.
Frente a este escenario, el INTA trabaja junto a organismos internacionales para definir umbrales de referencia y validar métodos analíticos que permitan establecer criterios objetivos. Según Polenta, la solución no radica en una “tolerancia cero”, sino en un enfoque apoyado en ciencia, trazabilidad y formación continua.
Acompañamiento técnico para productores
En un contexto donde los consumidores exigen productos seguros y rótulos claros, el rol del INTA se vuelve determinante. A través de recomendaciones técnicas, ensayos y trabajo articulado con otros organismos, el Instituto acompaña a los productores en la identificación de los puntos críticos de mezcla y en el diseño de protocolos para cada etapa de la cadena.
Así, la gestión del commingling deja de ser un concepto abstracto y se traduce en prácticas concretas que reducen riesgos, evitan pérdidas comerciales y resguardan la competitividad del agro argentino en los mercados más exigentes.
Fuente: Inta
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