
En los arrozales argentinos, cada campaña encierra un desafío distinto. Lluvias que se adelantan, malezas que resisten, enfermedades que amenazan.
En ese contexto, contar con genética propia se vuelve una ventaja decisiva. Desde hace más de veinte años, el INTA Concepción del Uruguay trabaja para ofrecer variedades que combinen rendimiento, sanidad y estabilidad. Hoy, ese esfuerzo da un nuevo paso con la presentación de Karandú INTA CL e Ivaté INTA CL, dos desarrollos pensados desde y para el campo argentino.
“Son el resultado de años de mejoramiento y selección bajo condiciones locales”, explicó José Colazo, responsable del programa de mejoramiento genético de arroz del INTA. “Buscamos ofrecer herramientas que aporten previsibilidad y eficiencia al productor.”
Ambas variedades se suman a un esquema productivo consolidado, junto a materiales como Gurí INTA CL y Angirú INTA CL, que ya demostraron su aporte a la competitividad del sector.

Karandú INTA CL: el saber de la tierra
El nombre Karandú proviene de los vocablos guaraníes Karaí (líder) y Arandú (sabio), y su elección no es casual. Este cultivar se distingue por su ciclo de cultivo más corto, que permite ahorrar agua de riego y aprovechar mejor los recursos disponibles, una característica muy valorada en tiempos donde la eficiencia marca la diferencia.
Incorpora además la tecnología Clearfield®, desarrollada por el INTA, que facilita un control más efectivo de las malezas y ayuda a mantener la sanidad del cultivo sin comprometer el ambiente. Así, Karandú combina innovación y sustentabilidad con una mirada práctica sobre las necesidades del productor.
Ivaté INTA CL: fuerza y resistencia
Su compañera de lanzamiento, Ivaté INTA CL, también lleva un nombre de raíz guaraní: significa “alta, resistente”. Y lo es. Esta variedad presenta un comportamiento sobresaliente frente a Pyricularia oryzae, la principal enfermedad del arroz a nivel mundial.
“Ivaté es la variedad más resistente que hemos logrado hasta el momento”, destacó Colazo. “Tiene una muy buena estabilidad de rendimiento y calidad de grano.” En un cultivo donde cada hectárea cuenta, esa estabilidad puede definir el resultado de una campaña entera.
De Entre Ríos al país
La semilla original de ambas variedades se produce en San Salvador, Entre Ríos, a partir del trabajo conjunto entre el INTA y la Fundación ProArroz. Esta alianza garantiza semillas de alta pureza genética y disponibilidad para los productores que se preparan para la próxima campaña.
Al mismo tiempo, los materiales están siendo probados en Sitios de Evaluación de Productores (SEP) de distintas provincias, para validar su comportamiento en condiciones reales de campo. Cada prueba, cada lote y cada cosecha son pasos más en un camino que busca asegurar que estas variedades no solo rindan bien en el laboratorio, sino también en la vida cotidiana del productor.
“Desarrollar genética nacional fortalece nuestra autonomía tecnológica y la sustentabilidad del sistema arrocero argentino”, concluyó Colazo. Y detrás de esa afirmación se resume el espíritu de un trabajo colectivo que transforma el conocimiento en semilla, y la ciencia en futuro.
Fuente: Inta
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