
La Argentina va a contramano del mundo desarrollado, en muchos sentidos. Una de las divergencias más marcadas se da en la elaboración y comercialización de biodiésel, una actividad en auge en todo el planeta, pero especialmente castigada en nuestro país. De acuerdo con la Bolsa de Comercio de Rosario, el acumulado hasta agosto último muestra el volumen comercializado -640 mil toneladas- más acotado desde 2008, con una pronunciada caída en las exportaciones y recortes en el mercado interno.
La realidad indica que en los últimos 8 años, la Argentina se ha hecho acreedora de la mayor merma de producción de biodiésel a nivel mundial. El derrumbe de los despachos fronteras afuera no se queda atrás, apenas 140 mil toneladas hasta el octavo mes del año, el mínimo nivel de exportaciones desde la existencia de la industria. El mercado interno muestra igualmente números poco alentadores; para el acumulado del primer semestre, las ventas al corte se ubicaban levemente por encima de 2024, diferencia que cambió de signo entrado el segundo semestre del año.
El del biodiésel ha pasado de ser un negocio mayormente exportador a otro concentrado sobre todo en el mercado interno. El cierre del mercado estadounidense desde 2017 y las múltiples medidas aplicadas en la Unión Europea afectaron el acceso del biocarburante argentino a sus principales destinos de exportación, lo que explica gran parte del recorte en las ventas externas. Asimismo, la competencia del biodiésel convencional con el HVO o diésel renovable agrega desafíos inclusive en los principales países productores de biocombustibles.

En lo que hace al mercado interno, la ley 27.640 de 2021 redujo la tasa de corte del 10% al 5%, ubicándose actualmente en el 7,5% pero con autorización para podarla hasta el 3%. Este conjunto de factores explica por qué la ociosidad en la industria del biodiesel argentino va camino de terminar el presente año superando el 75%. Grave, por cierto.
A nivel global, cambios en los mandatos, cuellos de botella por insumos e incertidumbre debido a aranceles explican parte de las bajas productivas esperadas en 2025. Luego de una sostenida tendencia al alza, este sería el primer año con caídas en la producción mundial de biodiésel desde la pandemia, si bien vale destacar que aun así nos encontramos con el segundo mayor volumen producido a nivel global desde que se tienen registros.
En este contexto, Oil World estima que la producción argentina podría caer un 18% en 2025 respecto de los niveles de 2024. Sólo China supera a nuestro país en su declive interanual, muy afectada también por los recortes en las importaciones de biodiésel de la Unión Europea. La historia indica que hacia 2017, la Argentina representaba el 7,8% de la producción mundial de este biocarburante; ahora difícilmente supere el 1,5%. La producción proyectada para 2025 caerá alrededor de un 67% respecto del pico obtenido en 2017, a contramano de la tendencia global.

La realidad de la región torna aún más pobre el panorama en nuestro país. Brasil es uno de los grandes referentes globales en la materia, y allí la demanda de biodiésel continúa creciendo. StoneX espera que el consumo total de la mezcla alcance los 9,8 millones de metros cúbicos (m³) en 2025, un aumento del 8,8% en comparación con el volumen registrado un año antes. Para 2026, la consultora proyecta una mayor expansión, con una demanda que podría alcanzar los 10,5 millones de m³, lo que representaría un incremento adicional del 6,3%. El crecimiento se debe principalmente a la plena vigencia de la mezcla B15.
Este desempeño se refleja asimismo en el uso de aceite de soja en Brasil con este destino. La estimación de StoneX para 2025 se mantuvo en 7,9 millones de toneladas, un aumento del 10,1 % con respecto a 2024. Para 2026, con la estabilidad prevista en B15, se espera que el consumo alcance los 8,4 millones de toneladas, un incremento del 6,3 % con respecto al año anterior.
No se descarta un escenario alternativo, considerando un aumento a B16 a partir de marzo del año que viene. En este caso, el biodiésel experimentaría un incremento anual del 12,3%, alcanzando los 11 millones de m³, mientras que el consumo de aceite de soja podría crecer en 1 millón de toneladas respecto de 2025, hasta los 9 millones de toneladas.

De un modo u otro, los biocombustibles formarán parte del futuro, a pesar de la Argentina. De acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía, la demanda de materias primas para este tipo de carburantes alcanzará los 825 millones de toneladas anuales para 2030, lo que representa un aumento del 25 % con respecto a los niveles de 2024. Para finales de la década, se espera que los biocombustibles consuman el 27 % de la producción mundial de aceite vegetal y el 80 % del suministro disponible estimado de aceites usados y residuales.
El auge del diésel renovable ha hecho que los procesadores de soja en Estados Unidos imaginen cómo extraerle más aceite al poroto, considerando que elevar en demasía los volúmenes molturados trae consigo una mayor oferta de harina de soja, cuya menor demanda podría perjudicar los márgenes de procesamiento de la oleaginosa y mantener los precios de la soja por debajo de lo normal. Por lo tanto, el desafío pasa por mejorar la eficiencia del triturado y modificar la proporción lograda para obtener relativamente más aceite y menos harina.
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