
Hay una realidad en Brasil que debería favorecernos ampliamente. Las perspectivas para la producción local de trigo en esta campaña llevarán a aumentar las compras del cereal en el extranjero, debido a la disminución de la superficie sembrada. La demanda interna se mantiene elevada y la industria molinera depende cada vez más del trigo importado.
Se calcula que en 2024 Brasil compró fronteras afuera 6,6 millones de toneladas de trigo, pero este año se espera que se superen los 7 millones de toneladas, un nivel no visto desde 2013. La Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab) informó una reducción del 19,9% en la superficie sembrada, con una producción prevista en 7.5 millones de toneladas.
En este contexto, especialistas en el tema esperan que la Argentina aumente su participación de mercado, con una cosecha prevista en más de 20 millones de toneladas y valores competitivos, lo cual limita la participación de otros exportadores. En tanto, la caída de los precios en el vecino país desalienta a los agricultores brasileños, a pesar de lo cual les cuesta pelear el mercado con el cereal que viene de nuestro país.

Datos del Centro de Estudios Avanzados en Economía Aplicada de la Universidad de San Pablo (Cepea/Esalq) muestran que en promedio para el último trimestre en Rio Grande do Sul, el trigo se pagó el equivalente a USD 240, en términos reales 2,2% por debajo del valor de agosto/25 y 9,2% inferior al de septiembre/24. Por cierto, la breve eliminación de retenciones en la Argentina generó un cimbronazo. “Deflacionado, el cereal en Brasil tiene un valor mediocre, el más bajo desde abril de 2024. La movida con los derechos de exportación en la Argentina llevó a los compradores a aceptar valores menores”, argumentan desde el ruralismo.
Entre los privados, Safras & Mercado estima que la producción de trigo en Brasil rondará los 7,3 millones de toneladas, por debajo de la campaña previa. Advierte que la importación del cereal será muy significativa, y la ubica igualmente en torno de los 7 millones de toneladas. “Tenemos una gran oferta de trigo proveniente de países de la región, especialmente de Argentina, que por segundo año consecutivo apunta a una producción por encima de los 20 millones de toneladas”.
Cepea/Esalq destaca que las importaciones brasileñas de trigo alcanzaron entre enero y agosto de este año su mayor volumen desde 2007, de acuerdo con el análisis de los datos de la Secretaría de Comercio Exterior (Secex). La creciente competitividad de los precios del cereal foráneo, ha impulsado a los molineros a aumentar las compras para reforzar sus inventarios a costos más asequibles. El volumen importado desde Argentina creció 24% en comparación con el mismo período del año pasado, alcanzando el mayor nivel anual para agosto desde 2021.

En los últimos 12 meses, las importaciones totales bordearon los 6,77 millones de toneladas, un aumento del 13,5% en comparación con el mismo período del año anterior. Este escenario supone una señal de alerta sobre la competitividad del trigo brasileño. Dependiendo de la evolución del tipo de cambio y de las políticas de precios internas, los analistas proyectan que este ritmo de compras externas se mantendrá elevado hasta finales de año.
Mientras tanto, el consumo interno de trigo ha aumentado un 23% en dos décadas, pasando de 10,69 millones de toneladas en 2006/07 a 13,21 millones en 2025/26. Refleja el crecimiento de la población, la mayor demanda de derivados del trigo (como pan, pasta y galletas) y la creciente inclusión de este cereal en la alimentación animal en algunas regiones.
Hay que decir que el volumen de trigo obtenido por Brasil ha fluctuado significativamente en los últimos veinte años. Se observa una voluntad de crecimiento estructural en la producción del vecino país, impulsada por el aumento de la productividad y la expansión de la superficie cultivada en ciertas regiones, especialmente en el Cerrado, pero los resultados están demorando más de lo pensado. Por eso se estima que las importaciones seguirán aumentando en los próximos años.

Esta temporada las noticias no son buenas para el cereal. Rio Grande do Sul y Paraná son los mayores productores de trigo de Brasil, pero esta vez sembraron menos. En el primer caso se habla de una caída del 14% del área triguera, en tanto en Paraná la merma llega al 28%. El impacto sobre la producción es inevitable.
En este contexto es asimismo importante destacar los problemas logísticos y los costos de la producción nacional, que en última instancia afectan la competitividad del trigo brasileño en comparación con el trigo importado. Se trata de un escenario que refuerza la dependencia estructural de Brasil de las importaciones de trigo. Esto torna al país vulnerable a las fluctuaciones del tipo de cambio, las políticas comerciales internacionales (como aranceles y sanciones) y la dinámica de la oferta global.
Yendo a nuestro país, La Bolsa de Cereales de Rosario destaca que el mercado exportador de trigo está teniendo una excelente segunda mitad de campaña, habiendo embarcado 2,9 millones de toneladas desde junio hasta septiembre y marcando un récord de exportaciones para el último bimestre, con más de 800.000 toneladas embarcadas para cada mes.

Esta segunda parte de la campaña fue crucial para levantar el nivel de compromisos de trigo y limpiar la oferta del mercado local, por cierto elevada. Brasil es desde luego el principal destino; hacia allí fueron a parar 1,8 millones de toneladas (el 61% del total). Pero además el trigo argentino ha logrado capturar participación de mercado en destinos atípicos para esta altura del año. Los precios accesibles (fruto del importante traslado de mercadería a lo largo de la campaña) hacen que nuestro país pueda competir cara a cara con Rusia, Ucrania, Francia y Alemania en plena cosecha.
Según estima la BCR, la campaña 2024/25 terminaría con una variación de stocks positiva de 600.000 toneladas, pasando 4,7 millones de toneladas de trigo hacia el nuevo ciclo. Un volumen por debajo de lo esperado teniendo en cuenta la estacionalidad de la comercialización.
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