La confianza del productor agropecuario volvió a retroceder en la última medición del Ag Barometer Austral, el índice elaborado por el Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral. El relevamiento de mayo-junio mostró una baja del 5 % respecto a marzo, al pasar de 137 a 130 puntos, y consolidó un patrón de volatilidad en el ánimo del sector, con subas y bajas constantes desde noviembre de 2024.
Aunque el índice general aún se ubica en terreno positivo, el dato más preocupante del informe es el desplome en las expectativas de mediano plazo. La percepción sobre la situación del sector en los próximos 12 meses cayó un 19 %, de 132 a 107 puntos.
“Lo más preocupante de esta medición es el deterioro en la mirada a futuro”, advirtió Carlos Steiger, director del Ag Barometer Austral. “El productor necesita rentabilidad, pero también reglas de juego claras y estables por al menos cinco años para decidir inversiones de largo plazo. Hoy ese escenario no está”.
Inversión en baja: señales de alerta

El Índice de Expectativas de Inversión también profundizó su caída: bajó 8,5 % respecto a marzo y acumula un desplome del 32,5 % desde noviembre de 2024, cuando se ubicaba en 111 puntos. En la actualidad, marca 75 puntos, el nivel más bajo desde que comenzó la serie. El 63 % de los productores cree que no es un buen momento para invertir, frente al 59 % que opinaba lo mismo en marzo.
El estudio indica que la incertidumbre macroeconómica local, sumada a factores internacionales, desalienta decisiones estratégicas en activos fijos como maquinaria, tecnología o infraestructura.
Asimismo, el informe identifica múltiples factores detrás del deterioro en la confianza. A nivel internacional, los conflictos bélicos, particularmente en Medio Oriente, han reavivado tensiones en el comercio global. Además, las políticas erráticas del presidente estadounidense Donald Trump generan mayor volatilidad en los mercados. Y en lo local, la persistencia de las retenciones a la soja y al maíz, que no enfrentan los competidores regionales, es una de las principales preocupaciones del sector. A esto se suman los altos costos logísticos, la inflación en dólares de los insumos, las tasas reales en pesos elevadas y el deterioro en la infraestructura productiva.
“La productividad y la capacidad de innovar son lo que sigue sosteniendo al productor argentino en un entorno adverso. Pero hay señales preocupantes, sobre todo para quienes alquilan tierras y trabajan con márgenes muy ajustados”, señaló Steiger.
Ganadería: un posible punto de inflexión

Pese al freno generalizado en la inversión, el informe destaca un incipiente optimismo en la ganadería, traccionado por la suba del precio internacional de la carne vacuna. Según datos de la FAO, en mayo de 2025 se alcanzó el valor más alto en años, y ese incremento comenzó a reflejarse también en los precios locales de exportación.
Aunque aún no se traduce en decisiones de inversión significativas, el estudio anticipa que podrían iniciarse procesos de retención de vientres e inversión en cría y engorde, especialmente si los precios internacionales se sostienen.
Actualmente, el stock ganadero ronda los 52 millones de cabezas, lejos del pico de 60 millones registrado en 2007. Según Steiger, recuperar ese volumen será clave para abastecer la demanda interna, que exige 48 kilos per cápita, y para responder al dinamismo del mercado internacional.
Retenciones: con impacto acotado

La baja temporal de las retenciones, que estuvo vigente hasta el 30 de junio, fue analizada por el Ag Barometer como un estímulo de impacto acotado. Solo el 28 % de los productores realizó ventas anticipadas al inicio de la medida, mientras la mayoría prefirió esperar. Sin embargo, hacia junio, con la proximidad del vencimiento, las ventas se aceleraron: un 72 % de los encuestados dio por hecho que no habría prórroga y decidió vender antes del cierre del beneficio.
“Aunque la baja temporal mejoró la rentabilidad en el corto plazo, la falta de señales claras sobre su continuidad hizo que muchos esperaran hasta último momento. La confianza en la política agrícola sigue siendo limitada”, remarcó Steiger.
Trigo y alquileres: sin grandes cambios

La encuesta también relevó datos sobre las decisiones de siembra de trigo 2025/26 y los valores de arrendamientos rurales. En ambos casos se registró estabilidad: el 86 % de los productores no modificó su plan de siembra, pese a la caída en los precios internacionales, y el 71 % sostuvo que el nivel de precios no influye decisivamente en sus decisiones de implantación.
Respecto a los arrendamientos, el 71 % indicó que no hubo cambios frente a la campaña pasada, mientras que el resto se divide en partes iguales entre quienes reportaron aumentos y quienes observaron bajas.
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