
La cuenca noreste de La Pampa enfrenta un desafío creciente: la salinización de los suelos, un proceso ligado al ascenso del nivel freático y las condiciones geológicas de la región.
Este fenómeno amenaza más de 105.000 hectáreas productivas, con un potencial impacto adicional sobre otras 200.000 si el nivel de las napas sigue subiendo. Ante este escenario, un equipo del INTA Anguil trabaja para identificar las causas y ofrecer soluciones concretas.
El investigador Pablo Vázquez explica que este problema tiene raíces profundas, tanto en el sentido literal como figurado. “Los cambios en el uso del suelo durante las últimas décadas, como la reducción de cultivos de invierno y la menor cobertura vegetal, incrementaron la recarga hídrica, favoreciendo la salinización”, señaló.

Relieve plano, drenaje nulo
La región afectada carece de drenaje superficial y su relieve llano complica aún más la situación. Según estudios realizados por el INTA, el acuífero activo se apoya sobre una base impermeable de origen marino conocida como formación Cerro Azul, cubierta por sedimentos pampeanos.
Este conjunto geológico limita el escurrimiento de las aguas subterráneas, propiciando el ascenso de las napas en zonas críticas donde la profundidad del sedimento disminuye a tan solo 25 o 40 metros.
El agua subterránea en estas áreas presenta altos niveles de salinidad, salvo en sectores de recarga como aluviones y áreas medanosas, donde la concentración de sales es menor. Estas características naturales complican la situación, pero también marcan puntos estratégicos donde se puede intervenir.
Estrategias para frenar el avance
Para mitigar los efectos de la salinización, los investigadores del INTA recomiendan la implantación de 60.000 hectáreas de pasturas perennes y 35.000 hectáreas de cortinas forestales en zonas clave. Estas medidas ayudarían a regular el ascenso freático y estabilizar su comportamiento.
Además, se destaca la importancia de incluir cultivos de cobertura que limiten la recarga hídrica según las particularidades de cada subcuenca. Estas prácticas no solo evitarían futuros procesos de degradación, sino que también contribuirían a mantener un balance hídrico saludable.
Vázquez subraya la necesidad de recuperar, al menos, el 50 % de la capacidad evapotranspirativa que existía en los años 80. “Es fundamental implementar estrategias sostenibles que no solo mitiguen los efectos actuales de la salinización, sino que también garanticen la productividad a largo plazo en esta región, clave para el agro argentino”, afirmó.
Mirada al futuro
El desafío de enfrentar la salinización de los suelos en La Pampa no se limita a contener el problema; también implica prevenir que se extienda. Las recomendaciones del INTA ofrecen un camino claro hacia la sostenibilidad productiva, con acciones que priorizan tanto la recuperación del equilibrio ambiental como la protección de una actividad agrícola vital para el país.
Fuente: Inta
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