
La ganadería pastoril necesita cada vez más precisión. Ya no alcanza con mirar al lote para saber si hay suficiente pasto. Con ese objetivo, un equipo de especialistas del INTA presentó una aplicación que permite monitorear el crecimiento del pasto en tiempo real, cada diez días, y en distintas zonas de la provincia de Buenos Aires.
El sistema utiliza información obtenida por sensores remotos, estaciones meteorológicas y modelos de crecimiento, y estima la tasa de desarrollo de los principales recursos forrajeros: alfalfa, festuca alta y pastizales naturales.
El proyecto es resultado del trabajo conjunto de investigadores del Instituto de Innovación para la Producción Agropecuaria y el Desarrollo Sostenible (INTA Balcarce-CONICET), la Agencia de Extensión Rural de Olavarría y el Instituto de Clima y Agua (CIRN), con el foco puesto en una herramienta clave para una ganadería más eficiente, adaptable y sustentable.
Saber cuánto crece el forraje
“Monitorear el crecimiento del pasto es esencial para el manejo de los sistemas pastoriles, porque brinda datos concretos sobre la disponibilidad y la calidad del forraje a lo largo del año”, explicó Germán Berone, investigador del INTA Balcarce.
Para los productores, esta información representa una ventaja competitiva: pueden anticiparse a momentos críticos, como la escasez de pasto, y ajustar estrategias de manejo, como el diferimiento de potreros o la carga animal.
En contextos de alta variabilidad climática, las decisiones respaldadas por datos ganan importancia. Este tipo de monitoreo permite identificar oportunidades para optimizar la productividad y reducir costos, sobre todo los vinculados al uso de suplementos alimenticios. La herramienta, en ese sentido, se convierte en una aliada para la sostenibilidad y la resiliencia de los sistemas productivos.

Equilibrio entre consumo y crecimiento
Uno de los principios básicos para el aprovechamiento eficiente de los recursos forrajeros es mantener controlado el stock de pasto. Según los técnicos del INTA, eso solo se logra cuando los animales consumen, cada día, una cantidad de forraje por hectárea similar a la tasa diaria de crecimiento.
El stock de pasto —expresado en kilogramos de materia seca por hectárea— representa el promedio de biomasa disponible en todos los lotes por los que circulan los animales. Es decir, el valor medio de la cobertura vegetal que capta energía solar para transformarla en biomasa. “Esto resulta fundamental para la producción ganadera, porque asegura disponibilidad de forraje durante todo el año”, señaló Berone.
Escala regional y mirada local
Aunque el desarrollo original buscaba ofrecer información útil a escala regional, la creciente demanda llevó al equipo a adaptar la herramienta para que pueda utilizarse a nivel predial. Así, tanto productores como asesores cuentan hoy con un sistema que permite observar lo que ocurre en sus propios campos.
La herramienta continúa en evolución. Entre los próximos desafíos, los técnicos del INTA se proponen ampliar la cobertura territorial y sumar nuevas especies forrajeras al monitoreo. Para lograrlo, resulta clave el trabajo coordinado entre las distintas unidades del instituto.
El desarrollo es un ejemplo concreto de cómo la ciencia y la tecnología pueden aportar soluciones prácticas para una actividad que necesita adaptarse a un entorno cambiante sin perder eficiencia ni sustentabilidad.
Fuente: Inta
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