
¿Es posible ganarle la batalla a las malezas? Esa pregunta resuena cada vez con más fuerza en los campos argentinos. El crecimiento de especies resistentes y tolerantes a herbicidas convirtió al control de malezas en uno de los principales desafíos de la producción agropecuaria. La respuesta, aseguran los especialistas, no está en una sola herramienta, sino en la combinación de varias estrategias.
Desde hace más de 50 años, los herbicidas son la principal herramienta para combatir las malezas. Pero el tiempo, el uso intensivo y la adaptación natural de las especies generaron un escenario distinto: malezas cada vez más difíciles de controlar.
Frente a este panorama, investigadores del INTA trabajan en el diseño de un manejo integral, que combine el uso de herbicidas, prácticas mecánicas y herramientas digitales. Todo, con un objetivo claro: garantizar sistemas productivos más sostenibles.

Herbicidas residuales: un aliado para el control temprano
¿Sabías que existen herbicidas capaces de actuar antes de que las malezas nazcan? Son los herbicidas residuales o pre emergentes. Aplicados en el momento adecuado, permiten un control temprano y efectivo de las malezas, incluso antes de que asomen en el lote.
“Ensayos locales demostraron que la aplicación de herbicidas residuales logró al menos un 90 % de eficacia en el control de maíz voluntario con diferentes ingredientes activos”, señaló Javier Crespo, especialista del INTA Paraná.
Pero las ventajas no terminan ahí. Estos herbicidas también permiten mitigar los efectos de la chicharrita (Dalbulus maidis), una plaga que afecta al maíz y que, en los últimos años, generó grandes pérdidas en la región.
El manejo integrado, la estrategia del futuro
Ahora bien, ¿son los herbicidas residuales la solución definitiva? La respuesta es no. Los investigadores son claros: los casos de malezas resistentes siguen en aumento y, por eso, es fundamental combinar distintas prácticas de manejo.
Desde el INTA Paraná avanzan en ensayos que buscan sumar alternativas. “A través de ensayos con maquinarias, lo que se busca es desarrollar otras estrategias exitosas de control”, explicó Crespo.
Entre esas prácticas, se destacan los implementos de control mecánico con mínima remoción superficial del suelo, ideales para cuidar la estructura del terreno y evitar erosiones. También se evalúa el uso de cultivos de cobertura, la rotación de cultivos, el ajuste en la densidad de plantas y la distancia entre surcos. Cada detalle cuenta a la hora de planificar un manejo efectivo.
Tecnología y trabajo en red
¿Y qué rol juegan las empresas en esta búsqueda de soluciones? El trabajo en red es clave. Los ensayos se realizan en colaboración con empresas privadas, que aportan tecnología, maquinarias y nuevos desarrollos para ser testeados a campo.
La estrategia apunta a generar sistemas más sustentables y eficientes, que permitan reducir la dependencia exclusiva de los herbicidas y sumar prácticas que mejoren la salud del suelo y la rentabilidad del productor.
El desafío está planteado: las malezas no dejan de adaptarse y ganar terreno. Pero la ciencia y la innovación trabajan a la par para encontrar respuestas. ¿La clave? Un manejo integrado, flexible y pensado a largo plazo. Porque en el campo, la mejor estrategia siempre es estar un paso adelante.
Fuente: Inta
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