
El agro argentino, una de las principales columnas vertebrales de la economía nacional, enfrenta un panorama complejo y desafiante. Representando el 57% de las exportaciones de bienes del país, el sector agroindustrial es un motor clave para la generación de empleo, valor agregado y recaudación fiscal. Sin embargo, su desempeño enfrenta limitaciones y amenazas en un mercado global cada vez más competitivo.
Así lo puntualiza un reciente análisis de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) que aplica la matriz FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas) para diagnosticar los factores internos y externos que moldean el desempeño de las principales cadenas agrícolas argentinas. Este enfoque estratégico, elaborado por los analistas Guido D’Angelo, Bruno Ferrari y Emilce Terré, permite evaluar tanto ventajas estructurales como riesgos que amenazan el futuro de un sector que, en promedio, genera el 19% del empleo privado del país y representa el 4,7% de la producción mundial de cultivos clave como soja, maíz y trigo.
El lugar de Argentina en el mapa agrícola global
Argentina ocupa una posición privilegiada como uno de los mayores exportadores netos de alimentos del mundo. Según la Organización Mundial del Comercio, el país es el tercer mayor proveedor global en este rubro, destacándose como líder en productos derivados de la soja y en la exportación de maíz y sorgo. Sin embargo, el análisis señala una pérdida sostenida de competitividad. Entre 2011 y 2021, Argentina fue el único exportador líder cuyas ventas al exterior decrecieron, en contraste con el dinamismo que supo exhibir en la década anterior. Esta caída se refleja en la disminución de su participación en las exportaciones globales, que pasó de un pico del 19% en 2006-2007 al 12% en los últimos cinco años, según datos del USDA.
Un análisis estratégico integral

El informe destaca que, pese a las dificultades, el agro argentino cuenta con fortalezas significativas, como el acceso a recursos estratégicos y una capacidad instalada robusta en sus cadenas productivas. Sin embargo, también identifica debilidades internas, entre las que se destacan problemas de gestión y desafíos relacionados con políticas públicas inadecuadas.
Entre las oportunidades, se destacan el crecimiento de la demanda mundial de alimentos, el desarrollo de nuevas tecnologías y la posibilidad de diversificar mercados. Pero estas ventajas contrastan con amenazas como la volatilidad de los precios internacionales, las sequías recurrentes y la incertidumbre regulatoria.
El enfoque en las cadenas productivas
El análisis pone énfasis en las seis principales cadenas agrícolas del país: soja, maíz, trigo, sorgo, girasol y cebada. Estas representan el 70% de las exportaciones agroindustriales argentinas. A través de una mirada sistémica, el estudio considera tanto los encadenamientos hacia adelante, que incluyen procesos de transformación industrial, como los encadenamientos hacia atrás, que abarcan los insumos y servicios necesarios para la producción.
El documento concluye que, para sostener y potenciar el rol de Argentina como líder agroindustrial, es crucial atender tanto los elementos internos como externos que afectan la competitividad del sector. La colaboración entre actores públicos y privados, sumada al desarrollo de políticas estratégicas, será esencial para mantener el nivel alcanzado y proyectar un crecimiento sostenible.
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