Andrea Rincón, entre rupturas, adicción y superación personal: “Un día vino Dios y me puso una piña en el mentón”

En Desencriptados, la actriz repasó los vínculos que marcaron su recorrido emocional, el proceso espiritual que transformó su vida y el largo camino de sanación tras años de excesos. Compartió cómo aprendió a reconocer sus patrones afectivos, el papel decisivo de la fe en su recuperación y el proceso con el que logró reconstruir su autoestima

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Andrea Rincón es actriz, modelo y conductora argentina cuya trayectoria se consolidó desde 2007, año en el que saltó a la fama tras participar en la quinta edición de Gran Hermano, impulsando así su carrera en televisión, teatro y distintos formatos de entretenimiento. A lo largo de su recorrido, trabajó como modelo, vedette y actriz en teatro, televisión y cine.

En el ámbito teatral, participó en comedias, musicales y espectáculos de revista, y recibió un premio a la actuación en 2022 por su desempeño en Los 39 escalones. En televisión, integró producciones reconocidas como Solamente vos, La leona —por la que obtuvo el Martín Fierro a Artista Revelación—, Un gallo para Esculapio y 100 días para enamorarse, resaltando su perfil como intérprete versátil. Además, formó parte de ciclos de ficción y entretenimiento, junto a participaciones en cine y proyectos audiovisuales.

En 2025, Rincón estrenó su propio ciclo, Con todo respeto, por Canal 9, donde aborda adicciones y salud mental, desempeñándose también como productora y directora. Su historia personal marcó su trayectoria pública: durante años compartió públicamente sus problemas de adicción desde la adolescencia, detallando internaciones, intentos de suicidio y el diagnóstico de Trastorno Límite de la Personalidad, así como episodios vinculados al consumo, atracones de comida y relaciones tóxicas. Su proceso terapéutico le permitió reconstruir su autoestima, con la espiritualidad como herramienta fundamental para la recuperación.

Actualmente, mantiene una presencia sólida en redes sociales con más de un millón de seguidores, donde comparte proyectos, reflexiones y contenidos relacionados con la salud mental. Por la honestidad y el impacto de su testimonio, Andre se ha convertido en referente en la visibilización de las adicciones y los trastornos emocionales, ofreciendo información y apoyo a quienes atraviesan problemáticas similares.

“Hoy recuperé mi poder y
“Hoy recuperé mi poder y sé quién soy”: el testimonio de Andrea Rincón sobre su pasado y su reconstrucción personal

Relaciones, rupturas y aprendizaje personal

—En un momento estabas de novia, te ibas a casar todo y de golpe, no. ¿Qué pasó? ¿Cómo es tu vida hoy en día? Contame un poco acerca de eso, lo que me quieras contar.

—¡Gracias a Dios no pasó!

—¿Cuánto estuviste de novia?

—Menos de dos años. Pero menos mal que no lo hice. Igualmente, yo creo que las personas pasan por tu vida por algo. Algo tienen que enseñarte porque lo que sucede conviene.

—¿Qué te enseñó tu última pareja?

—Primero a perdonar, a perdonar mucho. Creo que yo era una persona bastante... No le dejaba pasar ni una a los tipos. Y él aguantó mucho él. Yo era insoportable (risas).

—¿Pero medio toxi? ¿Celosa? ¿No lo dejabas pasar nada?

—No, no en relación sino en convivencia. El tipo aguantó mucho. Supongo que porque era también más grande que yo. No sé. Yo hacía mucho tiempo que estaba sola y era terrible... Me lo hicieron ver mis amigas. Por eso también lo despedía todo el tiempo, tipo: “Andate, andate, andate”. Le mandaba fotos: “Dejaste el dentífrico así, te comiste mi chipá” (risas).

—Insoportable, amiga.

—Era insoportable, pero yo hacía mucho que estaba sola. Era tipo: “Estás haciendo ruido”. Y el tipo me decía: “Moví la mano”. Y ahora no soy, ponele, tan hincha con alguien.

—Creés que no sos tan hincha, pero todavía no volviste a convivir.

—No, bueno. Con él no convivía tampoco cuando pasó todo esto y el tipo se lo aguantó, se lo aguantó, se lo aguantó. Y hoy, ponele, hay alguien en mi casa y no me molesta.

—Pero porque sabés que se va.

—En ese momento también sabía que se iba, ¿eh? No convivía en mi casa.

—¿Y entonces qué te molestaba tanto si tocó el dentífrico? Lo ordenabas cuando volvías.

—Que quería que se vaya. No sé.

—No te lo bancabas.

—Estaba ahuyentando a las personas. Era como que quería que se vayan. Estaba ahuyentando a los hombres y ahora no me sucede. Me ayudó a sanar una parte de mí.

—Pero ahora no te sucede porque como estás soltera...

—Algo tengo. Hay algo. Estoy muy bien y, de hecho, la persona que estoy viendo la conozco ya hace 10 años y me dice: “Sos otra Andrea. Te veo y estás completamente relajada, tenés otra cara...” Y realmente sí, la vida me cambió por completo. Para mí es Dios. Y él me pregunta: “¿Qué pensás que fue lo que te pasó?”. Y yo le digo: “Creo que fue Dios”.

Andrea reveló cómo la espiritualidad
Andrea reveló cómo la espiritualidad y la fe en Dios transformaron su vida y la ayudaron a superar adicciones

El rol de Dios y la espiritualidad en su vida

—¿Cuándo Dios entró a tu vida tan fuerte?

—Es que Dios entró a mi vida y todo fue fuerte (risas). Me empezó a sanar un montón de áreas que me di cuenta de que son muchas cosas mías. Las otras personas hacen cosas, pero no te las hacen a vos. Cualquiera de mis ex se pudo haber equivocado, a las personas les pasan cosas y pueden hacer cosas que te lastimen. Pero después lo que te pasa a vos, es tuyo. Yo tenía muchas cosas que sanar en mi vida y hace un tiempo que me dediqué a sanar todo eso.

—¿Y cómo te acercaste a Dios? ¿De qué manera?

—Él se apareció a mi vida.

—¿Cómo fue esa aparición?

—En realidad estaba pasando un momento muy tremendo, no sabía qué era lo que me sucedía y empecé a buscar ayuda por todos lados. Viste que uno busca la ayuda siempre para afuera y nunca se da cuenta de que la solución está dentro. Y una amiga me trajo a dos pastoras y me impusieron las manos en la espalda... ¿Viste como el exorcismo de las películas?

—Sí.

—Bueno, real, así.

—¿Y qué te empezó a pasar?

Terminé tirada en el piso convulsionando con los ojos dados vuelta y después de eso vino un proceso de años de sanación, de renuncia, de poner en palabras con loa pastores… ¿Viste lo que vos hacés con los terapeutas? Bueno, hacerlo con pastores, empezar a hablar de cosas y empezar a recordar. Es muy loco, pero es un trabajo que se hace y que lleva tiempo. Pero el trabajo y la sanación que pude hacer con Dios no me resultó ni en la terapia ni con nada. Mirá que yo traté, ¿eh? Incluso fui a que me tiren cartas, probé de todo. Yo creía en la energía, pero un día vino Dios y me puso una piña en el mentón y me dijo: “Bueno, ¿ahora creés?“. El milagro lo viví.

Relaciones pasadas

Andrea Rincón y Ale Sergi, cantante, compositor y productor musical integrante del dúo Miranda, mantuvieron una relación sentimental breve que captó una notable atención mediática a comienzos de la década de 2010. El romance atravesó varias crisis y reconciliaciones, lo que alimentó el interés de la prensa y expuso tanto aspectos personales como profesionales de ambos protagonistas. Finalmente, la pareja puso fin al vínculo debido a diferencias personales.

—¿Cómo terminaste con Ale Sergi? ¿Se perdonaron? Porque terminó medio mal, era como una relación tóxica de amor y odio.

—Mirá, odio no. Yo nunca lo odié. Lo que pasa es que… A mí me ha pasado algo que el otro día justo lo estaba hablando con esta persona que te digo que hace 10 años nos conocemos, que vamos y venimos... Y me pasa que todos los hombres que he dejado se han enojado mucho. Y hay algo que yo lo hablo con la terapeuta y le pregunto ¿por qué? No entiendo qué es lo que pasa, porque evidentemente yo hago algo y me tengo que hacer cargo. Yo no soy víctima, nunca me voy a quedar en el lugar de la víctima. En algún momento de mi vida lo he hecho, pero quedarte en el lugar de la víctima es quedarte en el lugar de la enfermedad. Pero cuando me empecé a correr de ese lugar y me puse en el lugar de responsable, empecé a evolucionar y a poder…

—Entender lo que vos hacías para que pasen esas cosas. Porque uno dice: “¡Ay! Me pasó esto”. Y vos quizá eras la más tóxica y después te diste cuenta que no era por ahí.

—No, tóxica, no. Cuando vos salís con un tóxico, algo de responsabilidad tenés. Ponele, un tipo te pega, okey. Y todo el mundo me va a decir: “No, bueno. Está mal”. Pero un tipo te pega y la responsabilidad es que me tengo que correr. Hay algo de responsabilidad que yo tengo. Somos dos enfermos. Yo también tengo que tratar mi cabeza, tengo que hacer terapia. Si no, me quedo en el lugar de la pobre víctima y tengo que salir de ahí. Nunca más me quedo en el lugar de la víctima.

—Eso me parece que estás hablando un poco de esa relación...

—No, no. De muchas. Lo que quiero decir es que yo no le tengo bronca. Para mí no hay un lugar de odio. Yo en ese momento estaba en un lugar de enfermedad. ¿Qué querés que te diga? Lo que recuerdo es mucho consumo. De hecho, en ese momento me interné y después volví. Me acuerdo que me interno y en el momento que estoy internada, él sale a mostrarse con una chica. Fue a una fiesta, se mostró con una chica, bajó el vidrio y dijo: “Yo me guardo el anillo” y no sé qué. Y yo después volví (risas). Cero amor propio, obviamente. Hoy ni en pedo vuelvo con un tipo que hace eso mientras yo estoy luchando por mi vida porque yo me iba a morir.

La ex Gran Hermano relató
La ex Gran Hermano relató su experiencia con el consumo de drogas y el impacto negativo en su autoestima y relaciones

Periodos de adicción y reconstrucción

—Hoy te vemos curada y estás bárbara, pero ¿recordás todo de esa otra vida que tuviste? ¿Cómo era?

—Me miro con ternura y digo: “Pobrecita”. Mucho tiempo lloré viendo a esa Andrea. Imagináte que vuelve un tipo, te llama y te dice: “Mirá, yo te amo, no pienses que a mí no me dolió”. Pero vos te mostraste con una chica mientras yo estaba internada, ¿entendés? “No, no, pero yo te amo”. Obviamente que, ¿cuánto tiempo? Uno piensa que después de seis meses de estar sin consumo estás limpio y no. Vos dejás el consumo, pero estás mucho tiempo en tratamiento. O sea, una persona que se droga tanto, no se quiere nada. Yo recién ahora me estoy amando. Imaginate que me iba a casar con un tipo que me mentía las veinticuatro horas del día, ni ahí me quería (risas).

—¿Por el último novio lo decís?

—¡Claro!

—Pero ya no consumías ahí.

—No, pero consumía hombres tóxicos. También ahí es recoger y decir: “Che, pará”. Cuando pude ver eso, dije: “¿Qué clase de amor es?” O sea, el consumo sigue estando en mi vida de otra manera.

—¿Hace cuánto no consumís drogas?

—Hace muchísimos años.

—Y te pregunto. Porque viste que dice que el adicto es adicto para siempre, ¿ahora sos adicta a qué?

—Claro. Y adicta a tipos, re mal, re caca. Por eso mismo. Cuando me di cuenta de eso, se me empezaron a pegar y mirá lo que me pasó. Porque obviamente empecé a abrir la puerta y dije: “Voy a poner un freno, no me voy a acostar con los tipos, los dejo entrar, pero les voy a poner un freno”, porque una vez que tenés intimidad, las mujeres no somos como los hombres. Una vez que entran a tu cama, te entraron al corazón, por lo menos a mí me pasa eso. Entonces les pongo un freno. Muchos mentirosos me crucé y al toque lo veía y les decía: “Fuera”. Les empecé a poner una manito en el pecho y empecé a empoderarme y a sentir que el control lo tenía yo. Y los tipos empezaron a desesperar y dije: “¡Ah! El poder lo tengo yo".

—Salían de la guardia del edificio los pibes todos calientes (risas) y la gente decía: “Este es un mentiroso que lo rajaron”.

—Empecé a verles la cara a todos, a darme cuenta de que el poder lo tenía yo y llegó la enseñanza del amor propio. Pero también es algo por lo que oré mucho cuando lo vi en la última relación. Oré mucho, muchísimo: “Dios, ¿por qué me pasa esto una y otra vez? Mostrame qué es lo que estoy haciendo mal”. Y claro, yo dejaba abrir la puerta pensando: “¡Ay!, Son tan divinos". Y no, era mi enfermedad. Empezaba a consumir tipos. El consumo estaba en los tipos.

—Y en tu última relación…

—Estuve muy mal. Me dejó destrozada, hizo cosas tremendas y él seguía tratando de tenerme ahí mientras que él había resuelto su vida. Siguió mintiendo, mintiendo, mintiendo y yo ahí pensando que Dios iba a hacer un milagro. El milagro que estaba haciendo en mí lo iba a hacer en él. Pero bueno, todavía puede llegar a hacerlo. Pero no lo quiero más en mi vida este garrón y el proceso que él tenga que hacer. Me desenamoré. Llega un momento donde no lo veo ni lindo ya.

Ser mujer en la industria del espectáculo

—Con las adicciones y todas las cosas que te pasaron, ¿cómo llegaste a esa vida y cómo hiciste una carrera?

—Es muy simple y lo tengo muy claro. Yo soy una persona hipersensible. Creo que tiene que ver con toda esta parte espiritual que siempre tuve muy despierta y hoy la pude encauzar. Vivimos en un mundo que es muy hostil, muy individualista. Y yo no soy eso para nada. Yo tengo una percepción muy grande. Soy una persona muy solidaria y me duele el dolor del otro. Yo no sentía que a nadie le dolía mi dolor. Entonces, pensaba que era la que estaba mal en este mundo. Y hoy entiendo y estoy orgullosa de quién soy yo. Hoy me encanta quién soy yo y en ese momento sentía que yo no cabía, estaba en un mundo equivocado, que yo era la que no encajaba. Entonces, ¿uno qué hace entre tanta sensibilidad? Anestesiás esa sensibilidad, ese dolor que tenés porque no encajás, tratás de encajar en ese mundo, de pertenecer. Yo me he bancado que en la tele digan que era dos tet*s y nada más, pero hoy sé quién soy. Hoy nadie me va a decir quién soy y lo que puedo hacer y lo que tengo para dar. Hoy recuperé mi propio poder. No me importa lo que digan. Lo único que me interesa es la mirada del de arriba.

—¿Tuviste miedo de morirte en algún momento, entre todo este trajín?

—Sí, claro (risas).

—¿Varias veces?

—¿Cómo no voy a tener miedo de morirme? Yo desafié al diablo. Olvidate. Estaba en un momento donde... estaba muy enojada y rebelada contra todo. Fui una persona que llegó a no dormir durante siete días... Estuve en el infierno real. La droga a mí me robó años de vida, me costó muchísimos años perdonarme. Yo no sé cómo estoy viva. Al principio, tuve mucho miedo. Estuve muchos años retorciéndome en la cama pensando en lo que podría haber hecho, porque imaginate cómo manejaba el auto. No me maté yo ni maté a alguien porque tuve a Dios abrazándome. Pero perdí años de vida. ¿Vos te pensás que a mí no me gustaría hoy tener una persona que me ame al lado y tener una familia? Tener un hijito... Pero yo estaba siete días congelada, ¿entendés? El tiempo que perdí en el infierno...

—Y en el camino, increíblemente, hiciste una carrera espectacular porque te fue bien.

—Sí y no lo entiendo.

—¿Tu belleza te jugó a favor? Porque sos divina. Ahora que te veo después de tanto tiempo...

—Yo llego a todos lados a cara lavada y me dicen: “¿Qué edad tenés, bolud*?” Y con todo lo que pasé, evidentemente a la mayoría de la gente la hace mierda. Y yo todo lo contrario, me dice: “Bolud*, tenés cara de nena”. Para mí es Dios y yo creo que es esto, ¿viste? Es el testimonio de lo que Dios puede hacer en la vida de alguien. Y creo que sí, que me estuvo cuidando todo el tiempo.

—Y alta mano te dio, porque en el camino, hiciste una carrera, te fue bárbaro y te contrataron. Porque cuando repasé toda tu carrera y leí todo lo que habías hecho, es increíble. Actuaste incluso en...

—En Hollywood.

—Es increíble.

—Sí. Es increíble.

"Todos los hombres que he
"Todos los hombres que he dejado se han enojado mucho", confesó Andrea en diálogo con Rulo

Por sí o por no

El conductor invitó a Andrea a responder las preguntas utilizando los carteles de Sí o No, según corresponda, y a compartir detalles sobre su vida personal y su carrera.

—¿Te gustaría ser mamá?

—Por supuesto. Y eso es algo que a mí me costó mucho también perdonarme. Lo hablé mucho en terapia porque perdí mucho tiempo congelada. O sea, haciendo nada.

—Con el cerebro anestesiado...

—Porque muchos amigos iban a bailar, se divertían, estaban de joda. Pero yo estaba paralizada, hecha una estatua. En el infierno, real. Estaba apagada.

—Qué droga de mierd* la merca, ¿no? Al fin y al cabo.

—Y mirá ahora, el fentanilo. Los pibes que empiezan a consumir saben que es 100 veces más adictivo que la heroína. Es un camino de ida y no hay vuelta atrás. Es un suicidio lento. Y la mayoría de los pibes que entran también a la falopa, no encuentran salida. Son pibes que están sufriendo. Muchos los estigmatizan pensando que van por la joda y no. Si querés joda, te vas a un boliche, no te vas a tomar falopa.

— Por sí o por no, Andrea Rincón, ¿vos a los 14 años te quisiste meter en la casa de Charly García?

— Sí (risas). Era muy fan, pero no es que me quise meter. Era el cumpleaños de Charly y me habían dicho que tocaba en una plaza. Fui a la plaza y no tocaba ahí. Me dijeron dónde vivía y le toqué el timbre a Migue, el hijo, y me dijo: “Mirá, no te puedo abrir la puerta”. Y vino una mina que entró al edificio, le puse el piecito y me mandé. Cuando me mandé, me quedé en la puerta de la casa de él y abrió...

— ¿Y entraste?

— No, no. Abrió la puerta en calzones, todo la casa estaba pintada de grafitis. Había mucha gente. Gente que venía de Córdoba y las pibas se pusieron a gritar. Pero le escribí la puerta. Le puse el nombre de mi novio en ese momento, “Tati, te amo”. “Garza, te amo”, que es mi hermano. Y “mamá, te amo”. Y Charly me preguntó: “¿Por qué mamá te amo y no papá?“ Y le dije: Porque me llevaba muy mal en ese momento con mi papá.

— ¿Y ahora te llevás bien?

— Sí, sí, ahora me llevo bien. Y esa fue mi anécdota sobre el día que conocí a Charly.

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