Lola Latorre es abogada y creadora digital. Hija de Yanina Latorre y del exfutbolista Diego Latorre, creció vinculada al ámbito mediático. Tras iniciarse como modelo y participar en distintos programas de entretenimiento, orientó su carrera hacia el universo del streaming y las redes sociales.
Actualmente, integra el grupo de contenidos La Casa y se destacada en el ciclo RUMIS. En televisión, su participación en ShowMatch: Bailando por un Sueño 2020 tuvo una fuerte repercusión y la posicionó, pese a su juventud, como una de las figuras más comentadas del certamen.
Su exposición pública también incluyó episodios controvertidos y noticias que involucraron a su familia y vida personal, una dinámica frecuente para quienes combinan herencia mediática y presencia digital. En octubre de 2025 anunció oficialmente en sus redes sociales que finalizó la carrera de Derecho, un logro que marcó un nuevo capítulo en su trayectoria.

—Te acabás de recibir. Así que primero que nada, felicitaciones.
—Gracias, estoy feliz. La verdad, estoy muy contenta. Es como cuando te acabás de casar, ¿viste? Todos me felicitan y se hizo viral un clip mío diciendo: doctora. Y en realidad le quiero avisar a toda la gente que no soy doctora (risas).
—No tenés el doctorado, claro (risas).
—No tengo el doctorado. Es una manera vaga que se lo dice a los abogados. Pero estoy feliz. No es algo a lo que me quiero dedicar ni quiero ejercer, pero me costó un montón terminarlo y es un logro.
—Es una carrera que te sirve para un montón de cosas en la vida, aunque no ejerzas.
—Sí, te sirve un montón. Contratos, obligaciones, cosas de familia, divorcios. Te da mucho vocabulario también. Y me encantó estudiarla, la verdad. Al principio, los primeros dos años, dije: “Quiero ser abogada, quiero ejercer”.
—Y en paralelo ibas iniciando tu carrera en los medios...
—Sí. Yo siempre tuve papás famosos, entonces por eso capaz tenés un poquito de seguidores en Instagram y de repente hay marquitas que te quieren mandar cosas y demás. Pero yo no arranqué diciendo: “Me quiero dedicar a esto”. Así que en paralelo empecé a estudiar y me acuerdo que el primer contenido mío, que fue como más viral, fue mi fiesta de 15. Ahí me empezaron a llamar marcas y dije: “Bueno, de repente me gusta”, pero tranqui. Después, cuando entré a la facultad o creo que el año antes, entré en una agencia de modelos y empecé a desfilar alta costura. Después me llamaron para el Bailando, la cosa se fue poniendo más seria y empecé a ver que en realidad me copaba más el lado creativo, comunicar, más que el derecho. Pero como en la vida uno nunca sabe… Ya tenía dos o tres años metidos, después vino la pandemia y fue como un momento complicado para el laburo. “Mejor sigo estudiando porque la verdad es que no sé si de esto vamos a salir, si vamos a poder seguir laburando de esto”, dije en ese momento. Por suerte, en la pandemia arrancaron muchos influencers y a nosotros nos había ido muy bien con los vivos que hacíamos en Instagram con mi mamá y con Lizardo. Pero tenía mucho tiempo en casa así que no me dificultaba hacer las dos cosas a la vez. Entonces, estudiaba y ahí empecé a laburar con marcas y demás. Tuve mi representante y empecé.
—Te empezaste a profesionalizar ya no era solo porque te divertía.
—Sí. Al final de la pandemia, se retoma la actividad, vuelvo a las clases y empecé a dudar. “Che, siento que esto no es compatible”, dije. Iba al Bailando, por ejemplo, y tenía la gala de eliminación a las doce y media de la noche. Pero yo a las siete de la mañana del otro día tenía que ir a la facultad. Además, te empiezan a reconocer y los profesores te empiezan a mirar con cara de ¿sos vos? (risas).
—¿Sentiste que en algún momento, más allá del reconocimiento, hubo algún tipo de prejuicio por esa exposición?
—No sé. Siento que no es muy académico el hecho de ir al Bailando (risas). Era como: quiero ser abogada y de repente estoy en el Bailando bailando cumbia a las once de la noche.
—Pero los abogados también bailan cumbia (risas).
—Sí. No sé si había específicamente un prejuicio, capaz me daba inseguridad.
—Era algo más propio que ajeno.
—Sí. De hecho, en la facultad me pedían fotos las chicas porque eran todas chicas de mi edad. Me llevaba bárbaro y tenía como mi grupito. Pero sí era como una inseguridad entrar y sentir que te están mirando. Tampoco sentía que era tan importante para la gente, ¿viste? Pero uno va a estudiar y se va, fin. Y era como muy efímero lo que dura el: “Ah, esa es Lola, la que estuvo ayer”.
—Dijiste: “Siempre, desde chica, tengo registro de mis padres famosos”, como que es algo que lo tenés totalmente naturalizado. ¿En algún momento te pesó?
—¿Sabés que me pesa más ahora que antes? Un poco. Como que siempre estuve muy acostumbrada a que les pidan fotos, al estar de viaje y que se les queden hablando. Sobre todo a mi papá porque a mi mamá la fama le surgió después. Crecí con eso y nunca me molestó. Hoy sí me pasa que... No es que me pesa, pero cargo con muchas cosas y no es por culpa de los padres, sino por culpa de la gente que me relaciona tanto a ellos. Yo soy hija de quien soy y estoy orgullosa de mis padres, pero cada uno tiene su laburo. Entonces, mi viejo labura en deportes, mi vieja labura en chimentos. Y a mí se me relaciona mucho con lo que dicen o lo que hacen ellos en su vida privada. Eso sí me pesa un poco porque digo: “Yo tengo lo mío”. Si bien yo soy hija de ellos y los amo con mi corazón a mis papás, ¿por qué la gente me tiene que estar hinchando tanto con lo que dijo mi mamá en el programa o con lo que hizo mi papá?
—¿Y cómo lo encarás? ¿Alguna vez dijiste: “Todo bien, pero no hablen tanto”, “ojo con cómo se manejan”? Llega un punto en el que la situación te exige una madurez que, por una cuestión de edad, no tendrías por qué tener.
—Sí. Me acuerdo que mi mamá en un momento había hecho un comentario relacionándome con Pampita, algo que ella pensaba pero que yo no pienso. Entonces era: “Che, ma, si vas a hablar de algo mío, preguntame porque después la gente me ataca a mí”. Si es algo de su vida, por ejemplo, no sé, el lío de la China Suárez y de Wanda, que me escriban ni me importa, me río porque digo qué pesada la gente que me está diciendo de lo que dijo mi mamá. Es como buscate un problema honesto (risas). Pero si es algo que me involucra, es como: “Che, ojo, pregúntenme, si vas a hablar de algo y a nombrarme, avisen”. Porque mi mamá me nombra todos los días de su vida en su programa de radio y lo entiendo, soy su hija, como para mí es mi madre y es el centro de mi vida. A ella le debe pasar lo mismo conmigo, entonces la entiendo y la banco. Pero hay veces que es como: “Che, ma, tranqui, si hablás de mí, preguntame antes”.
—Lo que destaco, o lo que me pareció muy loable de tu familia, es que en los momentos difíciles se los vio muy unidos, incluso frente a los temas más complejos. ¿Sentís que atravesar esas tormentas los unió más? Porque siempre se mostraron como un bloque y vos y tu hermano eran muy chicos.
—Sí, re chicos. En su momento creo que yo tenía, no sé, 17, 18 años…
—Me refiero específicamente a lo que pasó con tu padre porque, en su momento, tu mamá se tiró encima de la granada y muchas mujeres nos sacamos el sombrero. Pero también estaban ustedes, que eran adolescentes, y me imagino que transitar todo eso debe haber sido muy complejo.
—Sí, no sé si unión es la palabra. Fue un momento muy difícil, pero siento que estas cosas, lo malo, te fortalece y te deja un aprendizaje. Eso es lo más importante. Sí, obviamente, en el momento donde estaba pasando todo esto, había dos cuestiones. Por un lado, estaba lo que pasaba dentro de casa: conversaciones difíciles, llorar, contener a mi hermano que era chico, hacer de hermana o de casi de madre de mi hermano porque pobre mi mamá estaba pasando por un momento recontra difícil y era como “soy tu hija y vos te tenés que hacer cargo de mí, pero yo me quiero hacer cargo de vos”. Y yo todavía no era madura y no tenía herramientas. Entonces, capaz me aislaba, me encerraba en mi cuarto, lloraba, no quería ir al colegio. Fue un momento re difícil que nos unió mucho como familia y a entender que estas cosas pueden pasar. Nos dejó un aprendizaje. Yo el día de mañana u hoy que estoy en pareja, digo: “Me encantaría que estas cosas no sucedan”. Y si bien pueden pasar junto con un montón de cosas en las parejas, aprender a que esto son cosas de la vida y que uno tiene que seguir para adelante y siempre preservándose a uno, que es lo más importante.

—Y a la familia también. Porque en definitiva pagan los platos rotos los demás por acciones personales, ¿no?
—Sí, tal cual.
—Que es lo que siempre destacó tu mamá, me parece: “No me hagan cargo a mí de lo que hizo un otro, aunque ese otro sea mi marido”.
—Sí.
—¿Alguna vez tu padre te pidió perdón?
—Sí. Yo re hablo con mi papá. Cuando pasó esto, obviamente hubo un enojo, que era raro el enojo porque digo: “Yo soy la hija, no estoy casada con mi papá”. Entonces es como mi enojo parte creo que del lugar de: “Che, qué cagada enterarme de esto y que además sea tan público y me afecte a mí en lo laboral”. Todos los comentarios son de eso... Y era como chicos, ¿ustedes piensan que a mí me gusta vivir esto? Obvio que no. Me encantaría que no pase, que esto nunca haya sucedido, que yo no me haya enterado, que esto nunca haya salido a la luz pública. Me encantaría, pero la verdad es que tengo que convivir con eso. Y a partir de eso tengo que crecer y seguir mi camino y mi vida sin que esto sea como mi único tema central y poder pasarla bien, poder disfrutar. Yo a mi papá lo adoro y lo amo como es con sus virtudes y defectos porque mi viejo a mí me dio todo, o sea, más allá de esto puntual, me crio, me enseñó, me acompañó, nunca me dijo que no a nada, tuve una familia y una vida hermosa. Vivimos en un montón de lugares por el fútbol, me inculcó un montón de cosas hermosas que no me las voy a olvidar jamás. Después, lo que tiene que ver con su sexualidad lo arreglarán ellos dos. Son mis viejos y los voy a bancar. El límite es cuando te daña a vos, ¿viste? Y cuando eso se ve frustrado, es desesperante, es malísimo y es horrible. Pero hoy estoy muy bien con mi papá y tenemos una relación muy linda. Obviamente que estas cosas no se olvidan. Yo no me olvido. Pero como te dije recién, para mí fue importante también verlo como un aprendizaje para la persona que voy a ser en el futuro. Es mi sueño casarme. Y si yo voy a tener una relación, decir: “Che, estas cosas no quiero que me sucedan a mí”. A partir de lo chot* que te pasa, darle como una vuelta y decir: “Yo esto no lo elijo”. Trato de sacarle a todo lo feo de esto un aprendizaje. Siento que crecí mucho en estos años. Entonces, a todo lo malo o a las cagadas que yo me he mandado en las redes y demás, lo tomo con humor. A lo malo, que capaz me avergüenza, le doy una vuelta y digo: “Lo hablo en terapia, lo soluciono y aprendo”. Porque en la vida te van a pasar mil cosas. En el momento te duele. Imagínate que mi papá sea infiel, fue lo peor que me pasó en la vida. Pero después uno aprende. También está bueno sacarle el tabú a esos temas, porque me imagino que si mi familia no hubiera sido conocida, esto nunca se hubiera expuesto y capaz yo nunca lo hubiera sabido.
—Y tampoco probablemente hubieses reconocido, quizás sí en otras cosas, pero la fortaleza de esa mamá, ¿no?
—Sí, yo la admiro mucho a ella.
—La solidez.
—Sí, sí. La verdad que ella es tremenda en todos los sentidos (risas).
—Al día siguiente de que explotó la bomba, ella fue al programa a trabajar, estoica, y decía: “Yo no me voy a esconder, yo no hice nada malo”. Pero imagino que para vos debe haber sido un redescubrimiento de esa persona, porque al no haber estado nunca expuesta a una situación tan extrema, hay facetas del otro que es imposible ver.
—Yo de mi mamá aprendí un montón, porque si bien yo siempre supe que mi mamá era una madraza y que estaba para absolutamente todo lo que le propongas, diciendote “Yo te ayudo, te lo soluciono, te acompaño”. Cuando pasa lo peor, ella también está con esa solidez.
—Al menos lo que se ve de ella es eso, después internamente cómo lo transita…
—Y ahí me da pena y me angustia, porque digo: “Qué cagada que se tenga que exponer”, ir al día siguiente a un programa cuando la cabeza le debe estallar. Yo hablo todo con mi mamá y he llorado con ella, he charlado, le he dicho lo que pienso mil veces. Pero ella sigue, es muy responsable y tiene sus objetivos en claro. Para mí mi mamá es la uno en su laburo y aparte se rompió el lomo haciéndolo.
—El seguir funcionando durante ese proceso tiene sus pro y sus contra. Vos hace un rato me dijiste: “A mí me pasaba que yo leo las cosas y capaz me enrosco, pero doy vuelta la página y lo llevo al espacio que lo tengo que llevar para resolver, porque uno tiene que seguir”. Y así es un poco la vida.
—Y sí. Igual aprendí que obviamente uno hay veces que se envalentona y dice: “La tengo que pasar bien siempre”. Y está bien también tomarte tu espacio para, si te pasa algo malo, llorar, angustiarte... Eso es válido también porque yo no sé si hubiera podido como mi vieja, al día siguiente, hacer un programa, sentarme y decir: “Bueno, estoy y hablo de tal, tal y tal”. Es difícil. Y está bueno también permitirse transitar esa vulnerabilidad. Me parece que es súper válido y que eso también te enseña. La vida sigue y es importante que más allá de que te pasen cosas negativas, sacarle siempre el jugo a eso, seguir y tomar decisiones.
—Para ir terminando. Si viene una persona que no te conoce y tuvieses que decirle quién sos, ¿cómo te definís?
—Es re difícil definirse. No sé si me definirían tanto en lo que hago, porque viste que uno tiende a decir: “Bueno, soy Lola, estudio, trabajo”. Como si fuera una carta de presentación. Capaz lo haría más del lado emocional: soy una persona muy sensible, muy disciplinada y muy trabajadora. Siento que soy mega empática. También hay veces que autoexigente y me cuesta ser más tranqui conmigo misma. Es como que necesito exigirme al máximo, porque creo que eso es lo correcto. Soy una persona que trabaja mucho consigo misma para tratar de estar bien y eso me parece re importante. Además estoy abierta a aprender. Estoy segura con mis valores y las ideologías que he aprendido y con las que me comunico o me relaciono con la gente, pero también estoy abierta a otras posturas que me planteen. Si alguien me plantea algo que capaz no está en mi radar, me siento y lo escucho, que eso fue un cambio de mi personalidad, con el tiempo lo fui como amoldando.
—Si pudieses tomarte un mate con la Lola de hace 10 años atrás. ¿Qué te dirías con la experiencia de hoy?
—Me diría que esté tranqui, que no friquee, porque a veces pienso tanto las cosas que el momento presente no me lo permito disfrutar tanto. Antes que no me permitía disfrutar lo que me estaba pasando y siempre estaba como pensando en lo próximo. A veces también me pasa ahora y vuelvo a esa idea. Le diría: “Che, relájate”. Y también hablando de lo malo que me pasó, le diría: “De esto vas a vas a aprender un montón”. Porque obvio, cuando te pasan cosas malas, uno automáticamente piensa: no quiero existir más...
—¡El fin del mundo! Trágame tierra.
—Tal cual. “No quiero hacer más esto, no me quiero dedicar más a las redes”, es lo primero que decís. Pero nada es tan grave, ¿viste? Y más cuando no es propio. Me hubiera gustado tenerlo presente.
—No hacerte cargo de las cuestiones ajenas.
—Tal cual. Y si pasa lo ajeno, transitarlo a mi manera, seguir siendo yo. Creo que eso es lo más importante que me diría: que me relaje y que de todo voy a aprender, que esta experiencia me va a servir para cuando crezca y cuando quiera formar mi familia... Todo eso.
—Sí, que nada es tan grave. Me parece que eso es como una definición súper existencial. Simple, pero muy profunda. Ahora, para cerrar, imaginate que estás en el último día de tu vida y te dan la oportunidad de encontrar un momento dentro del archivo de lo vivido para volver a vivirlo.
—¡Qué divertido! Diría muchos momentos... ¿Puedo decir dos? (risas). El primero más tranqui, pero fue un muy buen día: el día que Argentina salió campeón. Fui muy feliz, yo estaba en Qatar en la cancha y fue uno de los mejores días de mi vida. Fue espectacular. La pasé muy bien, lloré, me divertí, grité. Y uno más profundo: yo era muy feliz cuando en el colegio bailaba tap y baile escocés. Hacíamos todos los años una presentación. Ahí yo era muy feliz. Cuando me tenía que preparar, ir la semana previa, era la mejor semana de todo el año. Había esperado todo el año para ese momento, para bailar ahí con mis amigos, para darlo todo en un teatro gigante donde nos venían a ver familias, amigos, todos. Yo era muy feliz ahí y creo que ese es un recuerdo de mucha felicidad.




