Enzo Sauthier, conocido como FMK, nació en Necochea y se ha consolidado como una de las voces principales de la nueva generación urbana argentina. Su recorrido fusiona talento, sensibilidad y perseverancia: inició escribiendo poemas y practicaba freestyle en su ciudad natal, transformando luego esas letras personales en canciones que alcanzaron millones de reproducciones y lo impulsaron hacia los escenarios más destacados del país.
Dueño de una pluma versátil y un característico oído pop, es un compositor central en el movimiento urbano y ha trabajado junto a artistas como María Becerra, Tiago PZK, Duki y Nicki Nicole, entre muchos otros.
Paralelamente, su carrera como intérprete se distingue por una identidad propia. El lanzamiento de su primer disco, Desde el espacio, afirmó su posición en la escena; sus colaboraciones y participación en Los del Espacio potenciaron su impacto en la música.
En 2025, FMK presentó LAMBA, un álbum que inaugura una etapa artística más introspectiva, madura y audaz. El trabajo, inspirado en raíces afro y sonidos orgánicos, revela a un artista en evolución, decidido a explorar nuevos caminos musicales sin perder la esencia que lo catapultó desde el anonimato en Necochea a convertirse en una de las figuras de mayor escucha del país.

— Primero que nada, felicitaciones por la salida de LAMA, tu nuevo material.
—La verdad que estoy contento por el resultado y por todo lo que se armó. Fue mucho tiempo de laburo y creo que es el primer proyecto donde me enfoco en mi carrera como FMK y lo disfruto al cien por ciento. Muchas veces uno hace cosas pensando en lo siguiente y cuando llegaste, ya estás pensando en lo que sigue. Pero en este disco disfruté del proceso y todo el laburo que hicimos. Más allá de estar orgulloso de su salida y de que la gente lo escuche, fue hermoso el camino recorrido. En este disco nos metimos como mucho en la cultura afro. Trabajamos con productores nigerianos, productores de Londres y nos explicaron cómo es el lenguaje desde la instrumental hasta lo que vibra y lo que dice. Lamba es una palabra que usan en Nigeria y es el estado puro del alma.
—Tenés unas colaboraciones impresionantes con Thiago, Nicki Nicole...
—Claro, la canción con Nicki, Emilia y Thiago. Me encanta colaborar con ellos y sentía que tenía que haber un tema así, de los pibes. Pero después me fui por otra rama en donde colaboré con artistas que quizás no me vieron mucho, como Zoe Gotusso, que hicimos un reguetón. La llamé y le dije: “Amiga, ¿estás para sumarte en esta canción?" Y la rompió toda. Es su primer reguetón y que se anime a venir a ese mundo, me encanta. Hicimos algo entre el mundo de ella y el mío, porque la letra está buenísima y es un reguetón con ritmo y bajos del afro. Después, hay una canción con Jotta, que es un artista de acá de Argentina que la está rompiendo y está trabajando con lo suyo, es emergente. Lo sumé ahí en una canción y quedó hermoso también. Después hay canciones que los fans siempre me han pedido: “Che, largá una solo”. Yo siempre estaba en un mood entre que le escribía a uno y me metía al estudio yo. Entonces, este disco me lo tomé como algo más personal y se dio de esa manera. Hay un montón de canciones solo que están buenísimas.
—Y vas a estar el 30 de noviembre en Niceto...
—Sí. Después de hacer muchos shows, estuvimos bastante tiempo quietitos. Así que volver a girar la rueda con música, con show, con todo, me pone re manija. Encima los arreglos, todo lo que estamos armando, es espectacular. Quiero salir ya.
—Me gustaría repasar un poco tu carrera y tu vida antes de convertirte en FMK. ¿Cómo arrancaste? Porque sos joven. ¿Cuántos años tenés?
—26.
—Estabas en el secundario hace dos minutos, pero digo, ¿qué hacías antes de FMK?
—Hacía lo mismo nada más que con algunas actividades de pibe, como ir a la escuela o hacer algún deporte. Pero siempre en algún momento libre se inclinaba todo para la música. Ayudaba a mi viejo con la electricidad, pero muy tranqui. Era el que tiraba el cable y decía: “No sale” con el rojo en la mano (risas). Después laburé en un lavadero de autos, de mecánico, como todo lo que hacés de pibe, que le metés a las changas. En el medio también le metía a la música. Tenía amigos con los que producíamos, hacíamos canciones, pero yo no sacaba música ni quería. Estaba muy en la mía y quería perfeccionar lo que estaba haciendo. Quería lanzar un tema que a la gente le guste.
—Estabas detrás de escena, escribiendo, produciendo...
—En esa época no le daba temas a nadie, sino que escribía mis canciones y las guardaba. Pero un día estaba en la casa de un amigo con los pibes y me ayudaron a subir un tema y en Necochea gustó. Tenía creo que 2 mil visualizaciones en una semana. Y había otros pibes que yo no conocía que tenían, no sé, 5 mil reproducciones en total. Yo saqué un tema y digo: “¡Wow! Estos locos le vienen metiendo con todo y yo ya tengo 2 mil”. Me sentía el rey. Ahí empecé. Cada dos o tres meses lanzaba un tema. Y ahí fue como conocí a Estani, que hicimos un tema juntos. Al tiempito conocí a Big One, hicimos un tema y explotó mal. Estábamos los dos en la casa de la abuela de Big, porque él es de Necochea también. Sacamos la canción y a la semana tenía un millón de reproducciones. Dijimos: “What the fuck ¿Qué está pasando acá?” Y ahí empezó a girar la rueda. Tuvimos que venir a Buenos Aires, empezar a aprender, a ver manager, nos cagaron, firmamos de nuevo con otro. Y ahí empezamos a laburar a los golpazos y a entender qué caraj* era la industria de la música.
—¿Cómo es la convivencia con otros traperos? Porque varios de ustedes vivían juntos e hicieron algo zarpado en la escena musical. ¿Te llevás bien? ¿Seguís teniendo relación con ese grupo?
—Sí. Ahora sucede que, por suerte y gracias a lo que ha construido cada uno individualmente o en grupo, hay algunos que están de viaje hace nueve meses, ¿viste? Capaz que nos cruzamos un día, un ratito o nos mandamos un mensaje. Con el que más frecuento es con Lit, que vivíamos cerca y estamos siempre entrenando juntos. Rusher, el otro día le digo: “Venite que toco en el evento de Kevin”. Vino un rato. Después desapareció, no sé qué hizo (risas).
—¿Y en la convivencia se llevaban bien? Porque hay mil historias sobre ustedes en esa casa…
— Depende... Como nosotros queríamos pasarla bien y estar ahí, invitar gente y aprovechar, tampoco era una locura decir: ”Che, bolud*, dejates el plato arriba de la mesa”. Si alguno dejó el plato, bueno, lo lavás y listo, ¿viste? De eso se trataba...

—No hubo quilombo. En esa épooca era todo felicidad.
—Obviamente, hubo discusiones. Venís recaliente de tu laburo, ¿y con quién te lo vas a agarrar ahí? Con los tres con los que vivís, ¿entendés? Y capaz te dejan el plato arriba de la mesa y ahí sí se lo decís.
—¿Quién era el peor en la convivencia? El que decís: “Con este no te podés ni ir de vacaciones”.
—Son los tres piola. Pero yo soy medio hincha pelota con la limpieza. Y Lit, ¿sabés lo que hacía? Venían los viejos a visitarlo y le traían un bolsón de tutuca (risas). Era como la bolsa de consorcio 80x140. Y se sentaba en el sillón con el bolsón a comer. Y eran dos, dos a la boca y tres al suelo.
—Y vos estás con la aspiradora al lado (risas).
—Pasabas por al lado de él y eran todas tutucas en el piso, en sillón, por todos lados. Después, hay una historia buenísima. Había problema con la heladera...
—¿Se comían las cosas de otro?
—Claro. Estaba Thiago que tenía un Serenito adentro de la heladera y no sé por cuánto lo había dejado. Rusher dice: “¿De quién es ese Serenito?”. Y le digo: “No sé, de Thiago, amigo, morfalo. No pasa nada. Después le compras uno”. Thiago no lo había comido como por cinco días y justo en el momento que Rusher lo agarra, viene a comer el postrecito. Rusher estaba con la cuchara en la boca y entra Thiago y le dice: “¡¿Qué hacés?!”. Y ahí yo saqué el teléfono y me puse a filmar la secuencia. Se cagaron una puteada como si alguno le hubiese robado plata al otro. Hermoso (risas).
—La pelea del Serenito es épica.
—Era tan piola todo que había una pelea por boludec*s. Esa etapa fue increíble...
—¿Te fue bien económicamente desde que arrancaste? Porque en el imaginario de la gente son multimillonarios, pero después no es todo tan así. ¿Cobrás regalías, te va bien, estás ganando guita?
—Sí, me va bien. Obviamente, tengo que seguir laburando. Pero estoy en un momento donde estoy dándole mucho valor a la plata y no estoy gastando. Estoy pensando en…
—En ahorrar.
—En ahorrar y en invertir porque ahorrar y dejar la plata ahí en el banco no sirve. Tampoco sirve andar con el último auto si todavía no tengo asegurado qué voy a hacer a los 45 años. Entonces, prefiero estar low key ahora para llegar a viejo y estar tranquilo en la misma posición que ahora, ¿viste?
—Me parece un gran consejo para los jóvenes que empiezan a ganar su plata, que entiendan que la vida es larga.
—Sí, lo que pasa hoy es que muchos dicen: “¡Ah! Mirá. El de al lado tiene unas Louis Vuitton, ¿qué hago que yo no tengo unas? Y si tienen tres mil dólares se gastan dos mil en las Louis Vuitton. Y no es así. Guardate los tres mil, juntá dos mil más e invertila. Y el día de mañana vemos a los 40 años a quién le fue mejor si yo fui inteligente con la guita o lo fue el que se compró la última colección de Louis Vuitton. Capaz que el otro gana 500 millones de dólares (risas). Pero digo, si vos estás ahí haciendo lo tuyo y te cuesta y laburás, si no es que ganás 100 mil dólares por mes, si ganás dos mil, no te gastés 1.500 en unas zapas. Tenés que ser más pillo. Cuando tenemos 20 o 25 años pensamos que todo es infinito. Pero después calculo que te hacés más grande y te das cuenta que nada dura para siempre.

—¿Seguís siendo amigo de María Becerra?
—No me estoy juntando, no. Hubo una distancia con ella por cuestiones de los dos.
—¿Eran como hermanos ustedes?
—Sí, éramos como hermanos. Pero tuvimos nuestras diferencias.
—¿Cosas de ego de artistas?
—No. Solo nuestras diferencias, que las hablamos. Uno no estaba de acuerdo con algo, el otro no estaba de acuerdo con la otra cosa. Pero después también nos juntamos a charlar y no charlamos, nos tomamos unos mates, nos cag*mos de risa.
—¿Sigue la buena onda?
—Y hace creo que dos semanas, ella me mandó un mensaje y me dijo: “Gracias por todo lo que compartimos, te quiero, fuiste muy importante en mi vida, sos importante en mi vida”. Yo le contesté lo mismo y ahí quedó. O sea, me la llego a cruzar hoy y está la mejor. Y si compartimos un evento, capaz que nos quedamos charlando. Creo que los dos estamos de acuerdo que capaz que no nos vamos a juntar a comer un asado, pero...
—Que no va a ser como antes.
—Claro, no creo que sea como antes, pero sabemos que ante cualquier cosa está el teléfono del otro, ¿viste?
—Igual viste que la vida te va demostrando que es un poco así. Te va pasando y tenés que aprender a convivir con ese dolor o con esa situación: personas que eran como hermanos y, con el tiempo, ya no lo son.
—Antes me pasaba que me desvivía mucho por trabajar en esa cercanía con la gente y, después, cuando me empecé a relajar un poco, dije: “Che, hoy no tengo ganas de hacer esto. Esto ya me incomoda un poco y no quiero. No tengo ganas de que siga siendo así”. Y se empiezan a ir vínculos. Pero ahora estoy re tranca conmigo. Creo que ninguno puede decir que yo le tiré un berretín o que le fallé en algo. Eso lo pongo arriba de la mesa y lo miro a los ojos a cualquiera y nada. A partir de eso, si la otra persona hace lo mismo, vamos para adelante. Pero puede pasar sin buscarlo. Ahora que me mudé a Palermo y justo con LIT estamos lejos y lo veo un poco memos. Pero es normal.
—La cercanía une mucho.
—Sí, la cercanía une mucho. Y me pasó eso. Como que con Mari nos alejamos un poco, pero como te digo, siempre termina cayendo un mensaje de uno o el otro de que está todo piola y que sigue estando ese amor y esa buena onda, pero a la distancia.

Por sí o por no
El conductor invitó a Enzo a responder las preguntas utilizando los carteles de Sí o No, según corresponda, y a compartir detalles sobre su vida personal y su carrera.
—Por sí o por no. ¿Te gustaría ser padre?
—Sí, pero no ahora. Siento que todavía individualmente y en mi carrera, me queda mucho por vivir con la cabeza cien por ciento desligada de una responsabilidad. Por eso creo que en el momento no quisiera, quizás en unos cinco años, ponele. También me gustaría traer al mundo una personita cuando esté muy desligado económicamente y estar más chill, ¿viste? Para poder dedicarle tiempo. Ahora quiero vivir la experiencia, sacar el disco, hacer gira... Si tenés una personita que cuidar, le tenés que dedicar tiempo. No quiero que me agarre en otro plan, ¿viste?
—Por sí o por no: ¿te gustaría terminar el secundario?
—Sí y no. Me gustaría. No sé por qué me gustaría, pero hay algo en mí que dice que le gustaría, pero al mismo tiempo hoy no. El secundario es muy importante sobre todo para esa persona que quizás no decidió qué quiere hacer o que después del secundario quiere pasar a otra carrera. En mi caso, tuve la suerte desde muy chico de saber lo que quería, que es algo muy difícil. Después, obviamente, si sos un pibe o piba que está en la casa y que tus viejos están llevándote el plato a la mesa y todavía no tenés bien, bien, bien lo que querés hacer, ya sea una carrera, un emprendimiento, y no le vas a poner esas ganas, andá y terminá el secundario. Algunos dicen: “Es por mis viejos”. Y está bien. Hacelo por tus viejos porque te están bancando y te educaron para eso. Siento que el secundario es como algo que, si no emprendiste y no tuviste la suerte de pegarla antes de terminarlo, tenés que por lo menos terminarlo.
—Por sí o por no, ¿te arrepentiste de haberle dado alguna letra a otro artista?
—No. Yo creo que no. Sí me ha pasado, por ejemplo, que el tema Tranquila con Mari era para otro artista. A mí ese artista me manda una intro y me dice: “Hermano, tengo esta intro que está buenísima y sigue el beat, pero no se me ocurre qué estribillo hacerle. Te la mando y vos mandame un estribillo”. Yo escuché la intro, Big le hizo el beat nuevo y yo empiezo: “ Tranquila...” Y hago todo el tema. Y cuando lo escucho, digo: “Esto está buenísimo”. Ahí lo escucha Mari y me dice: “Qué temón, amigo”. Y se lo mando al artista y él me lo manda cantado. Pero no le quedaba ni a palos (risas). Porque hay canciones y canciones. No le quedaba como a mí. Y bueno, pasaron los días y como no le había quedado tan bien la canción, no activó nada. Yo voy al estudio con Big, le saco la intro esa y le grabo una nueva. Lo armo y ahí se suma Mari. Salió y la rompió. Y esa fue el tema que hice para alguien y me lo terminé quedando yo.
—Espectacular. ¡Menos mal!
—Sí, tremendo. Después me pasó con un tema de Rusher y Reik, que Rusher me lo muestra y me dice: “Amigo, hay que hacerle un versito a esto”. Entonces, yo grabo todo el verso y esa parte la iba a cantar Reik. Y cuando lo grabo, le digo yo: “Menos mal que es con Reik, sino te diría que lo hagamos nosotros. Quedó buenísima”.
—Claro, te entusiasmaste.
—¿No querés sacarla conmigo? Me faltaba decirle (risas). Pero cuando lo escuché se me puso la piel de gallina. Un día arranqué escribiendo y hoy Reik me está cantando una letra mía, ¿entendés? Es increíble. Zarpado. Esas cosas a veces me flashean, como darle un tema a alguien que le pone su voz y se convierte en un éxito.
—Y además te queda también algo que la gente se olvida. Pero uno sigue también ganando con eso. Porque de una u otra manera sos parte de ese proyecto.
—Sí, exactamente. Es tuyo también. Obviamente que suene en diferentes lugares está bueno. Y sí, si el tema es exitoso y el artista lo está tocando en muchos lados, te genera ingresos, incluso de una canción que salió hace siete años. Eso también te ayuda a crecer.





