Juan Grabois, candidato a diputado nacional por Fuerza Patria y referente de Argentina Humana, participó de la nueva edición de La Entrevista Informal en colaboración con UNICEF. En vista de las elecciones del 26 de octubre, el espacio busca tender puentes entre los jóvenes y los dirigentes que tendrán un rol clave en los comicios de este año.
Durante la entrevista, hablaron sobre educación pública universitaria, salud mental y la baja de la edad de imputabilidad. El dirigente social también reveló cuánto cobra como docente en la UBA, cómo incorporaría la inteligencia artificial en las licitaciones públicas y qué proyecto de ley le gustaría impulsar junto a Ricardo López Murphy.
Además, se referió a los momentos en que estuvo detenido: “Lo que vi la última vez -y le agradezco mucho a Patricia Bullrich por haberme dado la oportunidad de conocer eso- en la Superintendencia de Investigaciones Federales fue a pibes muy jóvenes que no saben disparar el arma 9 milímetros que les dan. ¿Qué esperás de eso?“.
De esta edición participaron Emilio Ticlia Reyes, Theo Girardín, Abril Perazzini, Clementina Di Bitonto Vallejo, Elías Ivanoff, Jazmín Llorente, Lautaro Ezequiel Carranza, Maia García, Mía Cancela y Mora Caamaño, diez jóvenes seleccionados por la agencia de las Naciones Unidas.

– Emilio: Me gustaría preguntarte qué prioridad tiene en tus propuestas la salud y la protección de personas con discapacidad para desarrollarse en áreas tanto profesionales como personales.
— Yo soy parte de una organización que se llama Argentina Humana. Hay un grupo de discapacidad, que son todas personas que se organizan para pelear por sus derechos. Los dirigentes políticos, los abogados, los voluntarios y los trabajadores sociales acompañamos esa pelea porque creemos en el protagonismo de cada sector en la lucha por sus reivindicaciones. Y lograron algo muy importante, que es romper un ciclo en que los sectores sociales luchan, se obtiene un triunfo parlamentario judicial y el Gobierno lo veta o lo incumple. El primer veto que se logra revertir. Fueron los últimos de la fila, los más vulnerados, los que lograron revertir eso. Entonces, tiene un valor muy grande.
Mi posición es lo que aprendo de lo que me dicen los ‘disca’. Hay problemas de distinto tipo, hay problemas con la pensión, que no se actualiza correctamente por el índice de precio; hay problemas con la emisión del certificado único de discapacidad y hay problemas con el pago a los proveedores.
Para las discapacidades, tenemos un buen sistema protectorio. El tema es que se tiene que cumplir y se tiene que actualizar. Lo que habría que hacer es reorganizar una complejidad que tiene cualquier estructura en la que hay que administrar muchos recursos para muchas personas, para lo cual hay que aplicar nuevas tecnologías e inteligencia artificial, que es la cuestión de la trazabilidad y la transparencia de los pagos. Para eso, el blockchain funciona muy bien. Nosotros venimos trabajando con Santi Siri, que es un experto en el tema, en propuestas para aplicación de administración pública.

— Elías: Pensando que sos docente y tu espacio está muy involucrado con las temáticas de la universidad pública, ¿qué medidas pensás que se podrían adoptar para mejorar el sistema universitario? ¿Y qué funciona hoy del sistema universitario?
— El sistema universitario de Argentina es de lo mejor que hay en el mundo. No en Latinoamérica, en el mundo. La universidad donde yo doy clases, que es la Universidad de Buenos Aires (UBA) es una de las mejores universidades del mundo. Además es gratuita, porque hay cosas públicas que no son gratuitas. La respuesta fácil es que hay un problema salarial. Yo soy de dedicación parcial y cobro unos 300 mil pesos. También es cierto que ser profe de la UBA te da chapa, pero yo creo que hay un problema anterior y que, en eso, los grandes pecamos de un cierto adultocentrismo. Para llegar a la universidad, primero tenés que terminar el secundario. El primer punto de la Ley de Financiamiento Universitario debería ser la restitución de las Becas Progresar. Yo voy a las escuelas pobres, y no tan pobres, y les pregunto qué les cambió el último año. A un tercio de los que tenían Beca Progresar, se la sacaron de manera absolutamente indiscriminada. Muchos se tuvieron que ir de la escuela o van menos veces, y el resto come mal, porque eso garantizaba varias de las comidas de la semana, pagaba la SUBE o algún librito que tenía que comprar. Hay un sector de nuestra infancia, de nuestra adolescencia, de nuestra juventud, que llega a la escuela mal. Después hay que trabajar en una proyección de cuáles son las profesiones que necesita el país para su desarrollo económico e incentivar la inscripción en esas profesiones. Yo les voy diciendo cosas concretas que yo haría. La restitución de la beca Progresar, una beca especial para carreras estratégicas que necesita el país y un buen plan de mejoramiento edilicio. Desde luego, la cuestión salarial es una cuestión muy importante. Más o menos va por ahí.
— Lautaro: A partir del stream del CONICET de investigación en el fondo marino que hizo tanta repercusión muy positiva en nuestro país, me interesa saber cuáles son tus propuestas respecto a la promoción de la investigación científica.
—Para el desarrollo integral del país hay que mirar hacia la vanguardia tecnológica y hacia los sectores más pobres. Pero además hay algo espiritual en lo que pasó, que es mirar a lo profundo, ver lo maravilloso que hay en lo profundo. Es decir, no tener un pensamiento chato, donde todo es inmediatez, donde no hay nada maravilloso, donde todo es una cosa banal y trivial y frustrante. Si mirás para arriba, encontrás la aventura interminable del conocimiento, y si mirás para abajo, es lo mismo. Es como en la sociedad. Si vos mirás la vanguardia tecnológica, hay cosas fascinantes para hacer, y si mirás el desafío de revertir la exclusión, también.
¿Qué haría yo? Promovería algunos sectores estratégicos con pensamiento soberano y redistributivo. Las riquezas del subsuelo, los minerales, los nutrientes que tiene nuestra tierra, que son únicos en el mundo; todo eso hay que estudiarlo bien, pero hay que estudiarlo con una perspectiva de desarrollo. Por ejemplo, la extracción de litio no puede ser otra forma de extractivismo exportador, que además no tiene en cuenta las cuestiones ambientales. Se la afanan toda. Cada provincia tiene empresas privadas o mixtas y los compradores pagan precios distintos en cada provincia. ¿No podemos llegar -no te digo de hacer toda la batería- a por lo menos hacer las celdas y exportar? Además, esto es una propuesta concreta: un fondo de litio específicamente dirigido al presupuesto educativo inicial, primario, secundario y universitario.

— Clementina: Me gustaría saber cuál es tu postura respecto a la ESI y qué propuestas realizarían por la educación sexual desde tu partido.
— En general los que son muy moralistas, o el papa Francisco decía ‘eticistas sin bondad’... Se fueron restringiendo las políticas de educación sexual integral. Hay una pandemia de sífilis en este momento, se ha retirado la distribución gratuita de preservativos y de otros elementos para el cuidado de la integridad sexual. Ahí hay un tema que tiene que ver con la conciencia de nuestros jóvenes y adolescentes con otro aspecto de ESI que es muy importante, que es evitar situaciones de abuso, situaciones de violencia contra las mujeres, actitudes discriminatorias para personas que tienen una orientación distinta y los embarazos no deseados.
Jazmín: Mi pregunta iba en torno a la figura de femicidio, que el Congreso quiere sacarlo del Código Penal. Quería saber qué opinás sobre esto.
— Que hay que sostener la figura del femicidio. Es obvio que, si en un tiroteo o un robo simple, hay una cajera y un cajero, y matan a los dos, es un asesinato. Pero si es en el contexto de una pareja, y lo que uno ve permanentemente es que el 95% de las víctimas son mujeres y no te das cuenta que hay un agravante y una cuestión vinculada de género, o sos un idiota o sos un negador de la realidad. Desde luego tiene que haber un agravante, porque además corresponde como con los agravantes por el vínculo. Si matás a tu hijo o a tu padre, no es lo mismo. Permite visibilizar y tomar conciencia de que hay un problema y reducirlo, porque el sentido de lo punitivo no es solamente el castigo al culpable, es buscar alguna forma de reducir los hechos.

Mía: Respecto a estas elecciones que debuta la Boleta Única Papel, ¿qué beneficios trae a los electores?
— Yo no lo tengo muy claro. Desde luego, tiene un beneficio. Creo que la logística es más sencilla. Tampoco creo que esto se resolvía con la boleta anterior, pero creo que al disolverse la institucionalidad de los partidos políticos, hay un individualismo en la política, que es que vos votás una fotito. Y votás a un tipo que habla lindo o que grita lindo o que grita fuerte o que se sube a las modas ideológicas del momento. No es solamente que no hay discusión de programa y de propuestas de cara a la sociedad, directamente, no los hay. No hay perspectivas ideológicas muy consolidadas, vos tenés un rejunte con un mascarón de proa. En el gobierno actual, vos tenés una perspectiva que enuncia el presidente, que desde luego para mí es una estafa directamente, pero que es la idea del anarcocapitalismo o el Estado mínimo y la reducción del sector público. Pero si vos ves abajo, son todos runflas que vienen del peronismo, que vienen de Juntos por el Cambio.
Es decir, no hay una estructuración de que la identidad política está respaldada por la formación de cuadros que van a estar en la administración pública, en el poder legislativo, en la militancia, que tengan la doctrina de ese sector. Y en el peronismo, en el justicialismo, aunque existe eso, se va degradando. En la izquierda existe eso también. Vos tenés en la izquierda una formación doctrinaria con la que yo no estoy de acuerdo, fundamentalmente porque es una doctrina en la que se plantea una revolución que todos los dirigentes de esos partidos saben que no la van a hacer. Entonces, me están chamuyando. Cuando era más pibe me lo creía. Después me di cuenta que, en realidad, esa revolución que dicen que van a hacer termina siendo básicamente presentarse en las boletas y ser diputados o senadores. No los veo con una perspectiva de la socialización de los medios de producción y el establecimiento de una sociedad sin clases en la Argentina. Eso es franela, digamos, es un chamuyo. Entonces encontré en el humanismo justicialista un camino en el que cosas un poco menos estrambóticas se pueden hacer realidad. La consigna con Francisco de ‘Tierra, Techo y Trabajo’, la educación y la salud pública, la búsqueda de un sistema económico mixto. A todo eso, la boleta de papel empeora las perspectivas de que los partidos tengan programa y doctrina. Pero vamos a ver, capaz que las cosas se van dando de otra manera.
Hay un elementito más, y es una buena cosa, que reduce la incidencia de los aparatos políticos. Es decir, no te pueden chorear la boleta, que es algo que a mí me pasó cuando fui a la interna en la última elección presidencial en el 2023. En cinco provincias no aparecía mi boleta, en las escuelas más lejanas no aparecía mi boleta y si no tenés aparato -que en general los aparatos son gente que responde a determinados intendentes o gobernadores o dirigentes políticos– eso es trampa. En cambio en la boleta única, como está todo el mundo en la misma boleta, no te pueden robar la boleta. Después en el conteo de votos sí. Para la boleta única, prefiero el voto electrónico. Y creo que el voto electrónico, si está bien armado el sistema y tiene las auditorías correctas, es más seguro y más transparente. Pero, por suerte, en Argentina nunca tuvimos grandes casos de fraude desde que volvió la democracia. No creo que determine la elección y creo que el problema de fondo es el que les dije antes.

— Emilio: Me gustaría preguntarte qué medidas pensas implementar para mejorar la seguridad y reducir los delitos, y también cómo pensás garantizar que se cumplan.
— Yo creo que hay que verlo por arriba, por abajo y en este caso, también por el medio. Vamos a empezar por arriba. Hay que seguir la ruta del dinero. Una de las principales causas de la criminalidad violenta tiene que ver con la narcoestructura. En el avance del narcotráfico, hay un poco de negligencia y un poco de complicidad. Negligencia es cuando vos sacás la gendarmería, que su función es cuidar las fronteras y no reprimir jubilados, trabajadores o personas con discapacidad. Vos sacás a toda esa gente de las fronteras y se convierten en un colador. Hay radares comprados en Argentina para detectar vuelos de avioneta y están guardados en una caja. Entonces ahí tenés un tema de negligencia.
Después, por el medio, tiene que ver con la Fuerza de Seguridad. A mí, por causas políticas, me tocó estar detenido muchas veces. La primera vez fue en el 2001, cuando tenía la edad de ustedes, a disposición del poder ejecutivo nacional. En el estado de sitio se suprimen garantías constitucionales y pueden agarrar a un dirigente y dicen: «Usted va adentro porque el presidente decidió que no tiene más garantías». Bueno, la primera vez fue así. Y después muchas veces por defender a vendedores ambulantes, cartoneros, por ir a defender el patrimonio argentino del Instituto Perón. Lo que vi la última vez -y le agradezco mucho a Patricia Bullrich por haberme dado la oportunidad de conocer eso- en la Superintendencia de Investigaciones Federales fue a pibes muy jóvenes sin el adiestramiento correcto, es decir, pibes que no saben disparar el arma nueve milímetros que les dan. Tienen un problema salarial, 700 mil pesos es el salario básico de un gendarme. El primer escalafón de la Policía Federal debe estar en 800. ¿Qué esperás de eso? Ahí hay un problema, y hay un problema de salud mental y de suicidios tremendo, porque el policía tiene lo que se llama estado policial y es policía las 24 horas. Siempre tiene que ser policía. Por eso hay tantas muertes y asesinatos en momentos donde no están trabajando. La gente tiene que trabajar ocho horas. Eso es la conquista de la lucha de los trabajadores. Son ocho horas para dormir, ocho horas para ser feliz y ocho horas para laburar. No podés estar trabajando catorce horas, haciendo adicionales o veinticuatro horas. Entonces, ahí hay un tema de mejoramiento de la situación de la Fuerza de Seguridad, que no es comprar mejores armas, ni poner más camaritas. Todo eso es un chamuyo.
Y después hay algo que es lo más importante, que es por abajo. Porque cuando hay exclusión social, que es una característica de nuestros tiempos, hay mucha mano de obra disponible para el crimen organizado, particularmente para la narcoestructura. Hay una estadística que dice que el 70% de los delitos violentos en la Argentina se explican por la reincidencia. Entonces decís: «Es la puerta giratoria». Es la fácil: cárcel o bala. Mis compañeros organizaron un programa que se llama “Más trabajo, menos reincidencia”. Cuando alguien sale de un penal o de una comisaría, no quiere volver a ir al penal o a la comisaría. Pero sale con una mano atrás, otra adelante, y, si hizo el secundario del delito, en la cárcel hizo la universidad. Si vos agarrás a esa persona, un varón o una mujer, y entra a una cooperativa a trabajar y tiene un grupo de contención, no vuelve a delinquir. Entonces, no es una cuestión de humanitarismo únicamente, es una cuestión muy pragmática. Reducir la reincidencia, reduce el delito. Entonces, esas serían nuestras políticas fundamentales.

Abril: El régimen penal actual de menores establece que la edad mínima de imputabilidad son los dieciséis años, pero sabemos que en el Congreso se está tratando para bajar esa edad a los catorce años. Mi consulta era cuál es tu opinión o tu propuesta en base a ese proyecto.
— Me molesta cuando se hace demagogia. Si vos sacás en la tele a un pibe de 12 años que agarró un revólver y mató a su compañerito de escuela, obviamente todos decimos: «Ese pibe tiene que estar preso». Entonces, vienen los demagogos, que no pueden hilvanar dos ideas y dicen estas pelotudeces. El régimen penal juvenil es de 16 a 18 años. Investiguen cómo funciona. No sirve para nada. Funciona mal. Entonces, antes de ampliarlo, primero hay que hacer que funcione bien el que está. Creo que fue en las leyes Blumberg. Blumberg es un caso -después se hizo político el tipo- que tuvo la desgracia de que le secuestren y le maten al hijo. Entonces, hubo grandes movilizaciones en la época de Néstor Kirchner. Eran tan grandes que los políticos se asustaron, empezaron a hacer leyes chotísimas que empeoran la situación de la seguridad. Pero era lo que quería Blumberg. Ahora ya existe algo que son las medidas protectorias, que funcionan mal y deberían funcionar bien, que existen desde los cero años. Si alguien es un riesgo para sí mismo o para terceros, hay procedimientos para que esa persona esté contenida para no hacer eso. Entonces, hay que estudiar los temas. Ya existen herramientas. Primero hagamos que las herramientas que tenemos funcionen y frenemos a los que hacen show.

— Elías: Más pensando puntualmente en las juventudes y en este nuevo mercado laboral tan cambiante, ¿qué medidas te parece que se pueden implementar para ayudar a estos jóvenes a que se inserten en el mundo laboral?
— Lo primero que creo que tenemos que entender los que tenemos más de cuarenta años es que la estructura laboral en la Argentina y en el planeta Tierra cambió profundamente. No existe más un paradigma como podía existir en la década del 60, del 70, que es del trabajo asalariado, registrado, remunerado, con un horario fijo y con una perspectiva de trabajar siempre de lo mismo. Nos guste o no nos guste, eso no existe más. Eso es una parte. Va a seguir existiendo la economía de plataforma. ¿Qué me dicen a mí las personas que trabajan en eso con las que hablo? Porque por ahí sale un dirigente político de 60 años y dice: ‘Bueno, tiene que haber un convenio colectivo, la empresa le tiene que pagar un salario, tiene que tener un horario”. Yo hablo con la gente y me dicen: “No, yo no quiero tener ningún horario, no me importa eso que estás diciendo”. ¿Y qué te importa? “Que no me cague el algoritmo”. Porque el patrón es el algoritmo. Entonces, un día le tira viaje y otro día no le tira. ¿Por qué el algoritmo es arbitrario? Tener un seguro que me cubra si me caigo y me lastimo, o que si me afanan la moto, haya una política de que tenga un GPS para recuperarla. Yo creo que hay que ir avanzando, escuchando a la gente que trabaja en el sector, como fue siempre en el movimiento de trabajadores en el mundo. Las reivindicaciones las planteaban los trabajadores, no los políticos. Las reivindicaciones laborales que se dieron en la época de Perón fueron producto de muchos años de acumulación de lucha de los trabajadores que planteaban sus reivindicaciones.
Y, por otro lado, nosotros pensamos la economía como un sistema también tripartito, como un triángulo, que es un sector privado que tiene que ser el motor de la acumulación; un sector público que tiene que garantizar la administración correcta de los recursos estratégicos del país, como el litio, por ejemplo, y de los servicios públicos, pero además del complejo científico tecnológico, que es lo que permite que el sector privado tenga valor agregado, y un sector que nosotros llamamos la economía comunitaria, que es para las personas que están excluidas del sector formal de la economía, que están excluidas del trabajo asalariado registrado y que ni siquiera tienen lugar en la economía de plataformas.
Vos tenés Mercado Libre, donde se vende cualquier cosa, cosas usadas, cosas nuevas, cada tanto se venden cosas ilegales, o Facebook, donde también se venden cosas ilegales, drogas, etcétera. Pero vos tenés una feria popular en Loma de Zamora, en esa zona que se conoce como La Salada, y son los malos de la película. Mercado Libre es La Salada digital. Es exactamente lo mismo. Que no les vendan el cuento de que tener un marketplace, que es un lugar donde la gente muestra sus productos en una computadora, es muy distinto a tenerlos en un lugar. Tampoco hay mucho control impositivo. Y las comisiones que cobran en términos porcentuales son más altas de las que cobran los organizadores de las ferias. Hay que blanquear las dos cosas, es decir, hay que regularizar las dos cosas. Pero las ferias populares son el recurso que tienen los más humildes para vender sus artesanías, su producción, su ropa usada, etcétera. Y hoy está viviendo mucha gente de eso. El sector de economía popular comunitaria tiene que ser todos estos trabajos que la gente se fue inventando, pero organizados y regulados de la mejor manera posible, sobre todo en beneficio de quienes lo desarrollan.
El sector sociocomunitario, que tiene que ver con la seguridad, que tiene que ver con la prevención de las adicciones, que son todas esas heroínas que hay en los barrios, que cuando hay hambre hacen una olla popular y cuando baja ponen un apoyo escolar, y todo eso que está disperso y no se reconoce laboralmente, que tenga un reconocimiento laboral. Para que tenga un reconocimiento laboral, voy a decir una palabra que en la Argentina parece una palabra prohibida, porque parece planero: tiene que estar subsidiado. ¿Saben qué? Las grandes empresas tecnológicas argentinas también reciben subsidios. Las principales industrias radicadas en Tierra del Fuego, que están muy vinculadas a los políticos, Mirgor, por ejemplo, de los Caputo, recibe subsidios. Hay sectores que reciben subsidios indirectos por las protecciones industriales que existen, que está muy bien. Obviamente no puede estar en el régimen de promoción del software gente que cuando empezó era una start-up y ahora es el pibe más rico del país. Hay subsidios encubiertos y otros que se llaman directamente subsidios a tarifas, etcétera. Que exista una economía cooperativa promovida por el Estado, que puede ser el empleador de un 25 o 30 por ciento de las personas que hoy no tienen un empleo registrado no es algo del pasado, es algo del futuro.

— Mora: Creo que todos los que estamos acá pasamos parte del colegio secundario en la pandemia y vemos cómo nuestros círculos pasan por situaciones de ansiedad, depresión y queríamos saber cuál es tu posición frente a este tema y si tienen alguna propuesta concreta para afrontar esta problemática.
— Supongo que no son solamente sus amigos, ¿no? A alguno de ustedes les debe pasar. Por lo menos, acá tenés uno. Lo de la pandemia fue un evento absolutamente disruptivo en la historia contemporánea. Ustedes se perdieron, por ahí, un viaje de egresados, salir con la novia, con el novio, o sea, los mejores años. Si me hubiese tocado cuarto año, quinto año, y el Estado me dice: “No podés salir”, aunque después yo sepa que era bueno para que muera menos gente, yo ya le voy a decir: “Hay que prender fuego el Estado”. Así que no me sorprende que los que salieron de la pandemia hayan votado a alguien que dice: “Hay que prender fuego el Estado”. Más allá del bien sanitario, desde tu subjetividad, te cagó la vida, te enfermó la cabeza y te impidió ser feliz ese año que por ahí podía ser el mejor año de tu vida. Así que para mí es absolutamente comprensible la bronca que da que haya una disminución de tu libertad individual, que a veces, insisto, es necesaria por un bien mayor.
Hay cuestiones muy específicas, como las apuestas online, que son una adicción y que eso hay que primero cortar. Hoy la mayor tecnología está en las Fuerzas Armadas, pero se puede utilizar civilmente para bloquear las señales de las apuestas ilegales. Pero también están las apuestas legales, que además te enferman la cabeza con la publicidad. No hay partido de fútbol que vos veas que no están. La adicción al juego, donde tenés un casino en cada casa, que pega mucho en la generación de ustedes, como todo lo que es dañino, hay que reventarlos a impuestos. Reventarlos impuestos para que sea tan caro que no genere esas ganancias fabulosas. ¿Ustedes saben quién es López Murphy? Un dirigente político de derecha. Y yo me enteré que él tenía un proyecto que iba más o menos en esta línea. Le pedí el proyecto y lo estoy trabajando. La verdad que, si lo puedo presentar con él, joya, porque puede ser política de Estado.
Después tenés otro elemento que son los equipos interdisciplinarios en las escuelas, que no funcionan bien. Cuando hay por ahí funcionan, pero en muchas escuelas no hay. En Argentina hay muchos profesionales. Es verdad que es difícil acceder porque a veces no tenés cobertura y una consulta psicológica vale 50 mil pesos, entonces son 200 mil pesos por mes y si tenés que hacer una interconsulta psiquiátrica, son $ 150 mil. Y después el tema de no tomarse en joda las adicciones a la droga, porque eso es un camino de ida. Es muy difícil rescatarte cuando empezaste a meterte fuerte ahí. Hay toda una serie de cuestiones y para decir algo más, todavía no sabemos cómo mitigar los efectos que tiene en la salud mental la sobreexposición a las redes sociales, porque mucho deriva de eso.

Theo: Al principio de la nota estabas hablando de inteligencia artificial. ¿Cómo hacemos un buen uso de la inteligencia artificial y no hacer videos falsos en campaña?
— Nosotros estamos en la cuarta revolución industrial. A fines del siglo XIX, la segunda revolución industrial, cuando se incorpora la electricidad a las máquinas, era como “¡guau!“. Todo lo que antes era semiartesanal deja de existir. Por eso apareció el movimiento de los luditas, que metían bombas en las fábricas donde había máquinas, porque decían: «Las máquinas nos sacan el laburo, nos van a destruir». Después aparecieron propuestas más inteligentes, que era regularlo para que no sea una nueva forma de esclavitud. Un papa que se llamaba León XIII, sacó una encíclica que se llama Rerum Novarum, que habla sobre la situación de los trabajadores, es decir, sobre la situación de la gente en relación a esas tecnologías. Y ahora este Papa, que es el sucesor de Francisco, toma este tema, se pone León XIV, porque va a abordar esta cuestión, que tiene dimensiones vinculadas a lo laboral, a la distribución de la riqueza y la distribución del poder. Vos tenés una plutocracia en Silicon Valley que maneja gran parte de nuestras vidas y que son diez personas.
Hace un año, vos hacías un prompt y te devolvía una respuesta. Ahora vos hacés un prompt, te devuelve una respuesta y te dice: «¿Querés que haga tal otra cosa?». ¿Vieron cómo es eso? Les apuesto a que dentro de un año, a la tercera te van a meter publicidad. Porque te van metiendo en un circuito adictivo. Entonces, hay que regular con mucha claridad lo que son políticas deliberadas de recompensas de los circuitos neuronales, o sea, meterte serotonina, que es lo mismo que una adicción.
Y después, cuidar los datos personales, porque vos con cada movimiento que hacés estás trabajando para alguien. Eso es lo que algunos llaman el tecnofeudalismo. ¿Cómo ponemos eso al servicio del pueblo y de la sociedad? Tengo un montón de ideas, desde lo que les decía de la simplificación de procesos en la administración pública para una licitación. Por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires, una licitación tiene treinta y seis pasos para que ningún funcionario después vaya a decir que hizo algo que no corresponde. Es kafkiano, es ridículo. Después hacés la licitación y si hay voluntad de chorear, van a chorear igual. No es que, por tener 36 pasos para comprar curitas, no van a chorear. Se pueden usar las nuevas tecnologías para simplificar eso y que la trazabilidad de qué se compra, adónde va, adónde llega, como fue el juicio que yo le hice a la ministra de Capital Humano por la comida que tenía encanutada y que se pudrió en un galpón. Cada paquete de arroz tiene una trazabilidad y es una responsabilidad del Estado, no de una doña que está en un comedor y por ahí se quedó con tres paquetes porque le tenía que dar a los chicos. Todo eso se puede trabajar con nuevas tecnologías.
No hay nadie de la Patagonia acá. ¿Viste que en las zonas petroleras siempre hay un fueguito? Eso se llama venteo. Son los residuos gasíferos de la extracción de hidrocarburos que se queman para evitar que entren en el ambiente. Es un montón de energía. En la zona de Vaca Muerta es un montón de energía que se desperdicia. Entonces, algunos tecnólogos decían que se puede usar para hacer minería de criptomonedas. Eso puede ser una reserva estratégica del banco central. Yo planteo que vaya al Fondo de Garantía de Sustentabilidad, que es lo de los jubilados, porque es energía que se desperdicia y que si vos ponés un data center ahí, podés hacer eso o podés hacer otras cosas. Es decir, ¿se pueden aprovechar las nuevas tecnologías al servicio de un país mejor? Claramente se pueden aprovechar. ¿Se pueden aprovechar para darle más productividad al sector privado? Claramente se pueden aprovechar. Ahora, si vos no tenés en cuenta que si hay un desplazamiento de trabajadores a partir de la automatización o la aplicación de la inteligencia artificial tiene que haber otro espacio de contención y de desarrollo, vamos a terminar en una sociedad donde va a haber un treinta por ciento que está integrado y un setenta por ciento descartado. Eso es lo que hay que evitar.
— Maia: Con la carrera política que ya tenés, si tuvieras que señalar un voto, decisión o postura que tomaste en el pasado y hoy cambiarías, ¿cuál sería y qué aprendiste sobre eso?
— Personalmente, yo nunca estuve en un cargo público, lo que a mí me gusta es promover a otras personas. Por lo tanto, de una decisión en torno a un cargo público, no puedo decir demasiado en relación a eso. Sí creo que muchas veces por el formato comunicacional que tiene la política contemporánea, que es muy a los gritos, muy de choque, te pasás de rosca con eso. Yo no inventé el algoritmo, pero si yo no juego con esas reglas, no puedo pelear. El problema es cuando vos interiorizás eso, cuando lo internalizás, cuando no lo podés matizar. Y muchas veces me pasé de rosca con mis adversarios internos y externos, me pasé de rosca en la agresividad. Ese creo que es uno de los puntos en los que yo quiero mejorar e hice cagadas con eso.
Después está el otro problema de cuando canchereás, cuando no registras que decir la cosa de determinada manera es muy chocante para otras personas. Una vez yo dije, como un idiota: «Si me hubiese tocado elegir entre ser cartonero y ser chorro, por ahí yo me iba de caño». Yo quería expresar una idea con eso, que era poner en valor la decisión del cartonero. Es decir, que frente a dos opciones: vender droga o robar; hubo gente que nació en condiciones mucho peores de las mías, que eligió empujar una carreta. Y que yo soy peor que ellos. Eso es lo que quise decir. Pero lo dije medio cancherito. Entonces, se entendió cualquier cosa. Se entendió que estaba despreciando el trabajo de la gente con la que yo había dedicado mi vida o mi juventud a organizar. Yo tengo un rol no solamente de exposición, sino de elaboración de política pública y de conducción de una organización colectiva de miles de personas de distintas edades y distintas clases sociales, que es el Partido Patria Grande y la Plataforma Argentina Humana. En ese rol uno tiene que ser muy responsable, entendiendo cuáles son las reglas del juego, entendiendo cuál es el formato comunicacional, tratar de que no se disocie esa parte agonal de la política, que es la pelea, de la parte arquitectónica de la política, que es la perspectiva de la transformación.
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Producción Periodística: Facundo Chaves y Lara Lukaszewicz
Postproducción: Nicolás Spalek y Cecilia Arizaga
Dirección de cámaras: Samuel Cejas y Diego Barbatto
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