Es actriz y es comediante. Es una gran contadora de anécdotas y se ríe mucho de sí misma. La vemos todos los días en la tele en “Otro día perdido” con Mario Pergolini. Es ácida, divertida, y muy querible. Me sorprendió enterarme que estudió Ciencias Políticas y Estadística cuando vivió en Rosario. Hace stand up desde hace mil años.
– Jajaja, hice los primeros dos años de Ciencias Políticas y después Estadística. Solo me quedó la tesis, que no va a suceder.
– ¿Sos casi licenciada en Estadística? ¿Cuántos años estuviste en la universidad?
– Cinco años, terminé de cursar la carrera. Después me vine a trabajar a Buenos Aires y la vida me llevó por otro lado. En realidad me quedan tres materias.
– No es nada.
– Un montón, cada una, un mes me tendría que poner a estudiar.
– En algún momento un padre o una madre te vienen a decir: son solo tres materias...
– Yo les dije a mis papás que me iba a dedicar a la comedia. Había un tema: “terminala, aunque sea por el título” y le dije papi: si hoy renuncio al trabajo, me recibo y no hago nada de estadística durante diez años, cuando vaya a buscar trabajo me van a decir, ¿qué hiciste los últimos diez años? Le voy a decir: conté chistes. Pero si en diez años quiero dedicarme a la estadística y la termino en ese momento, cuando me pregunten qué hice los últimos diez años puedo decir que estuve estudiando estadística. Y esa lógica le cerró un poco y me dejaron de hinchar.
– Nunca sé cuánto es real y cuánto no de lo que contás.
– Hay cosas que son verdad, pero prefiero que piensen que quizás son mentira, que duden de todo.
– Tu standup se basa en anécdotas.
– Soy muy anecdótica, casi todo lo que me inspira es la realidad, lo voy encontrando. Pasa con las anécdotas de la familia. Una anécdota que el primer día el familiar cuenta de una manera y la décima Navidad cuenta todo más exagerado. Lo mismo pasa con el standup en la búsqueda de la comedia empieza con algo y se empieza a deformar. Cuando empezás hacer stand up lo primero que te dicen es “no cuentes anécdotas”, pero entiendo que tiene que ver con aprender la técnica primero. Porque alguien que no tiene el oficio de la comedia termina contando anécdotas aburridas, largas. Cuando contás anécdotas hay que ir encontrando dónde están los remates dentro de la anécdota.
– Mi hija más chica tiene una amiga que se llama Leila y otra amiga que se llama Laila y nunca la pego. ¿Cómo te dicen?
– Como sea. Dalila, Liliana… Me angustia que en un mail mi nombre está escrito donde yo lo mandé, el esfuerzo que tenés que hacer es muy chiquito, es de mirar arriba. Y sin embargo me han inventado cualquier nombre. Entiendo que es un nombre que mucha gente nunca lo escuchó antes. En redes el nombre de usuario es Laila Roth y sé que la gente debe leer Lalila Roth, Dalila. La gente lee lo que puede, lo que le sale, lo que le resuena y después le queda que ese es mi nombre.

– A mí me molestaría.
– Voy a ser sincera, me molesta mucho en el mensaje de Instagram porque mi nombre de usuario está ahí, antes de mandarme mensaje, pegale una leída a lo de arriba. Mario me dice siempre mal, pero porque él tiene algo con los nombres, a los hijos les dice mal los nombres. Leila le sale, pero no pasa nada porque sé que no viene de un lugar de mala onda. Mi hermana eligió mi nombre, tenía 12 años.
– Venía una hermanita y no sabían si se iba a poner celosa.
– Le dijeron a mi hermano que eligiera el nombre si era varón y a mi hermana si era nena, y eligió Laila.
– ¡Qué democrático!
– Muy democrático mi papá. Menos mal que no me quiso poner Barney, porque estaba Barney en ese momento. Imaginate si elegía una cosa así. Eligió Laila, y estuvo bien.
– ¿Cuándo empezaste a estudiar teatro cuántos años tenías?
– Cinco años. Hace poco me di cuenta que en mi familia todos hicimos teatro, aunque sea como taller, como hobby. Mi abuelo fue actor del teatro del Pueblo durante 20 años en Buenos Aires, siempre amateur, nunca ganó plata de eso. Mi mamá hizo talleres de teatro, mi hermana que es ingeniera hizo talleres de teatro. Yo pensaba que era normal, que en las familias la gente va al teatro.
– Dice Lorena Vega que ir a teatro tiene que ser elástico, como lo es ir a jugar al fútbol.
– Yo lo tomaba así, nos mandaban a básquet, nos mandaban a teatro y a inglés. Pensé que pasaba en las familias en general. Mi grupo de amigas de Ceres, Santa Fe, en la infancia todas lo hicieron.

– Contás anécdotas en tus espectáculos que son raras y yo necesito saber…
– Qué es verdad y qué es mentira.
– Sí. Por ejemplo, cuando te dieron el certificado de vacunación de COViD y te habías hecho pis encima.
– Es verdad. Fui a darme la primera dosis al Parque Cervecero de Quilmes y estaba organizado por postas. Llegué a Quilmes haciéndome pis y pregunté si podía ir al baño. “Después de la sexta posta está el baño, tenés que esperar porque está organizado”. Ya habían pasado 45 minutos de espera, me pusieron la vacuna y yo pregunté, ¿dónde está el baño? “Allá, pero te tenés que quedar acá sentada esperando”. No aguanté y fui al baño. Se había hecho de noche, era un baño químico y no había luz. Hice lo que pude, me terminé meando encima y cuando salí del baño tenía toda la calza meada. O sea, quise mear en un inodoro de un baño químico y no sucedió. Cuando salí, me estaba esperando la gente de la vacunación porque era la primera dosis y no sabíamos cómo nos iba a pegar. Me dijeron: sentate. “No, no me puedo sentar porque me hice pis encima”. Me dijo, ¿es por la vacuna? Ella pensó que era un efecto de la vacuna. Mi marido me estaba esperando afuera y pasó exactamente lo mismo con él. Le dije “poné algo en el asiento porque me hice pis encima”. Me dijo, ¿por la vacuna? Eso pasó, es real.
– Contaste en otro momento que tu sobrinita te preguntó qué era el sexo oral.
– Eso pasó también. Mi sobrina tenía seis años, yo hacía un chiste sobre el sexo oral, ella me vio en la tele. Cuando me vio me dijo “ay, qué divertido, estuviste en la tele, jaja, y la parte que dijiste sexo oral jajaja”. Es chiquita y fingió que había entendido algo que no había entendido. Entiendo que cuando sos chico te reís porque decís pedo y culo y quizás no entendés el chiste. Creo que a ella le parecía gracioso porque había dicho “sexo”. Y me dijo, ¿y qué es? Ahí lo que hice es lo que recomiendo hacer a cualquier tía: “pregúntale a tus papás”. No me voy a hacer cargo de la educación sexual de mi sobrina, no sé qué quieren mi hermana ni mi cuñado que ella sepa. Esa fue la realidad.

– ¿La explicación de lo que es el sexo oral es mentira?
– Sí, todo lo demás es mi fantasía.
– Contás que le dijiste que sexo oral era que se hacían los hijos con la lengua.
– Claro, porque es muy difícil de explicar el sexo oral a un niño. Los niños lo primero que aprenden del sexo tiene que ver con la procreación. Cuando explicás lo de la lengua no tiene sentido. Lo primero que supe de por qué la gente grande tenía sexo era que quería tener hijos. El chiste es decir que sexo oral es hacer bebés con la boca.
– También contás en el show que te casaste en 2021 porque se había muerto tu madre. Que quisiste recordar ese año porque te habías casado, no porque se había muerto tu madre.
– Eso lo descubrí en terapia. Esto es real, sí. Hay cosas más oscuras detrás de eso y es lo que uno no elige contar, lo voy a contar acá. Mi papá pudo acompañar a mi mamá porque estaban casados. Cuestiones de la burocracia de la muerte, estar casado con papeles simplifica cosas, si no hay papeles se hacen más complicadas. En realidad casarme tenía que ver con eso. Casarse en el 2021 tuvo que ver con lo que cuento en el show.
– Que si te pasa algo pueden acompañarse.
– Poder acompañar, poder decidir sobre los procedimientos que se le hacen a tu pareja. Venimos construyendo algo, en 2013 empecé a salir con mi marido. Uno viene construyendo con una pareja y empiezan estos fantasmas, ¿qué pasa si me pasa algo? ¿Qué pasa si le pasa algo a él? Cuando te enfrentás a la muerte tan cerca te aparecen todas esas ideas. Puede pasar entonces quiero tener resueltas algunas cosas. Me parece que está bueno que podamos eso, somos una familia nosotros dos.
– Pero no es oscuro eso.
– Es oscuro pensar que lo que lo dispara es la muerte de mi mamá y lo que pasa con mi papá y con todos nosotros. La urgencia que me agarró era: casémonos ahora. Y sí tiene que ver con esto que cuento en el show, lo que descubrí en terapia, por qué la urgencia de que sea ahora y no puedo esperar tres meses más.
– Tenía que ser en 2021 y todo salió bien.
– Diego es un re compañero. Cuando estás hace mucho tiempo no sé si hay mucha diferencia, en el día a día no cambia nada. Nosotros planificábamos nuestra vida, ya habíamos comprado una casa juntos.

– Es productor y lo conociste trabajando. Vos hablás en el show mucho de los amores de tu vida en la secundaria. Él llegó bastante después y tuvo que escuchar lo enamoradísima que estuviste de algunos pibes.
– Llegó bastante después y escuchó de todo él. Pero es distinto el amor adolescente del amor adulto. A los 16 años te morís de amor por cualquiera. A los 14 no sé si me gustaba la persona, me gustaba lo que yo me imaginaba, la fantasía. Yo miraba “Chiquititas” y “María la del barrio”. Y me imaginaba: el amor es esto. El amor se sufre, el amor es complicado, el amor es prohibido. Eso era lo que le daba el condimento al amor, pasarla mal, sufrir.
– Y por suerte no.
– Por suerte no y lo entendí en un momento, imagino que es parte de crecer.
“PARA MÍ LOS HIJOS TE ENVEJECEN”
– Parecés de menos edad y yo quisiera saber el secreto
– No tener hijos. Para mí los hijos te envejecen. Ahora me van a matar, jajajaj. Este es el titular. Me parece perfecto que la gente tenga hijos, esto quiero decirlo. Estoy a favor de que la gente que quiera tener hijos los tenga. Pero es verdad. Yo veo que cuando amigas mías empiezan a maternar están cansadas, pasan dos años sin dormir, la preocupación está totalmente puesta en otro lado, y todo eso siento que te envejece. Mi hermana fue mamá a los 30, me lleva 12 años. Nos parecemos mucho físicamente y coincidimos en las fechas. Por ejemplo, cuando empezamos con la menstruación, cuando se nos cayó el primer diente.. Si a mi hermana le pasó a los cinco, a mí me pasó a los cinco. Si a mi hermana le pasó a los 14, a mí me pasó a los 14. Algo evidentemente de la genética, cosas de la naturaleza. Pero cuando mi hermana fue mamá, yo no fui mamá. Y a los dos años que fue mamá, empezó a tener muchas canas. Y como yo no fui mamá, no tengo canas. Mi hermana a mi edad, a los 39, estaba llena de canas y yo no tengo. Y creo que tiene que ver con la bomba de hormonas de estar embarazada, dar la teta.
– Y porque tenés la cabeza alquilada, ya no podés pensar solo en vos.
- No podés porque no te sale. Mario (Pergolini) dice que para él es como tener un mapa en la cabeza, todo el tiempo sabes dónde están tus hijos y qué están haciendo. En el fondo no sabés lo que están haciendo, pero tu cabeza está un poco acá y un poco en ese lugar en que están tus hijos.
– ¿Estás re aliviada?
– Re aliviada. Muy aliviada, sí.
– ¿Nunca quisiste tener hijos?
– Cuando era niña, sí quería. A los 20 la maternidad era lo único que quería en mi vida. “Si no tengo pareja, voy a tener hijos igual” decía. ¿Viste todo ese flasheo?
“DEBE HABER UN COSTADO QUE NO CONOZCO POR NO SER MADRE, PERO PREFIERO PERDERLO”
– Querías el novio en el caballo blanco.
– El novio en el caballo blanco, pero sin novio hijos iba a tener. Yo tenía la idea de que la maternidad era lo que me encantaba. Y después fui tía, tuve a mis sobrinas muy cerca y me encantó. Yo era medio niñera de mi sobrina más grande que ahora tiene 20. Y hay algo de darme cuenta que me gustaba, pero de a ratitos, no me gustaba todo el día. Yo amo a mis sobrinas y a mis sobrinos, pero la maternidad tiene una renuncia muy grande. Debe ganar muchas otras cosas. Estoy segura de que debe tener un costado que yo no conozco por no ser madre, pero que prefiero perdérmelo.

– Es muy lindo irse de la casa de los sobrinos.
– Es muy lindo. Una vuelta se quedaron mis sobrinos más chiquitos en casa, mi sobrina tenía cuatro años. “¿Qué querés comer?” Salchicha, me dijo. Después mi cuñada me dijo: no le damos salchicha. ¡Qué me importa! No le va a hacer mal un día que coma salchicha. Sí, obvio que le va a hacer mal su alimentación continuada si todos los días se alimenta salchicha. Pero como nunca en la vida le habían dejado comer salchicha ella estaba chocha y me pedía más salchicha. Yo me río, pero si era la mamá, me muero. ¿Cómo le explico que eso le hace mal? ¿Cómo le explico que cuando no le doy no es porque no la quiero, sino al contrario, que es porque la quiero? A mí me encanta el rol de poder jugar, que venga a mi casa y que si quiere comer chocolate durante un día y medio, coma un día y medio chocolate. Con mi marido cuando nos juntamos nos dimos cuenta que no queríamos. Los dos somos tíos muy presentes. A mí muchos me dicen, ¿no te gustan los nenes? Me encantan los nenes, pero el tema es que no es lo mismo los nenes que tus hijos. La responsabilidad no es la misma. Mi marido y yo nos dimos cuenta que si hoy tuviéramos un hijo esto que estamos haciendo ahora no podríamos hacerlo, estos planes que tenemos no los podríamos tener.
– Te reís mucho de tu cuerpo en los espectáculos. ¿No te jode nunca?
– Sí, me re jodió. Tengo este cuerpo desde siempre. Por suerte, en un momento encontré nutricionistas que me ayudaron a darme cuenta de ciertas cosas. Hay muchas activistas gordas que también me ayudaron a darme cuenta. Y no es que romantizo la gordura. Por supuesto que si me decís “Laila, vas a ser flaca sin consecuencias, el esfuerzo que tenés que poner en pos de esto es mínimo”... Hoy las estadísticas de descenso de peso dicen que el 70% de la gente que baja de peso lo vuelve a subir.
“A MÍ SE ME IBA LA VIDA EN TRATAR DE SER FLACA”
– ¿Lo estudiaste?
– Claro, hay algo que pasa con la cultura de dietas muchas veces. Que si bajás es por tu esfuerzo, pero si subís es por tu culpa. Y hay que aceptar a veces la diversidad corporal. A mí se me iba la vida en tratar de ser flaca, cuando uno tiene muy abocada la energía en eso es muy difícil poner la energía en otras cosas. Yo no es que pienso que la gente tiene que ser gorda, creo que el mundo es muy difícil cuando sos gordo, no te la hacen fácil. Debe haber muchas cosas que son variable de riesgo, tener sobrepeso versus no tenerlo, pero al mismo tiempo el estrés que genera, por ejemplo vivir con un descenso de peso… Esto de las subidas y bajadas de peso tampoco es bueno para la salud. Hay algo que me pasó siempre: tener el cuerpo que yo quería tener requería un esfuerzo tan grande… Si mi cuerpo todo el tiempo estaba tratando de tener un peso que para mí implica que mi vida se me vaya, que todas mis energías se vayan en mantener el peso, entonces mi cuerpo necesitaba otra cosa. Obvio, con los riesgos que puede traer que yo viva en este cuerpo, pero al mismo tiempo puedo vivirlo. Si no estás luchando todo el tiempo con ser algo que no sos.
“A MÍ ME DA BRONCA, PORQUE LA GENTE PIENSA QUE YO ESTOY TODO EL TIEMPO COMIENDO FACTURAS”
– ¿Cómo se gestionan los riesgos?
– Voy al médico. O sea, la alimentación. A mí me da bronca porque la gente piensa que yo estoy todo el día comiendo facturas y yo me alimento bien, voy al médico, mis valores de sangre me dan bien. Al tener la piel negra tenés menos riesgo de tener cáncer de piel que si tenés piel blanca y aceptamos que no podés cambiar el color de tu piel y que una cosa tiene más riesgo que la otra.
– A mí me impresionó cuando dijiste que creías que había que bajar de peso para vivir.
- Es así. Porque todo el tiempo en todos lados te dicen que con el cuerpo que tenés hay cosas que no se pueden. Si querés ser bailarina, tenés que ser flaca. Si querés ser modelo, tenés que ser flaca. Si querés entrar en un asiento de turista del avión, tenés que ser flaco. Entonces el mundo es muy difícil. Si querés trabajar en tele tenés que ser flaco.
- Hay algo que es muy molesto que es que es que se metan en la vida de uno en relación al físico. “¿Por qué no comes más sano?"
- Claro, los gordos somos los que más sabemos de dieta porque las hicimos todas, yo pasé por todas las dietas que existen. Cuando salga al aire esta nota los comentarios van a ser sobre eso, María Laura. Sobre lo que yo debería hacer. Sobre Ozempic, ¿por qué no pruebo? Y me van a recomendar un té, me van a decir que estoy romantizando la obesidad.
– ¿Y qué hacemos? ¿No lo pasamos?
– Pasalo, pero me lo voy a tener que bancar. Cuando viene alguien que es súper flaquita, empiezan a opinar sobre su cuerpo también. Yo creo que mucha gente viene de un lugar del amor, gente que realmente piensa “yo te quiero y estoy convencida que vas a estar mejor si estás de otra manera”. Y hay otra gente que piensa que puede opinar sobre todo todo el tiempo. Tienen la posibilidad de hacerlo y lo hacen.
– Creo que si nos quedamos pensando en eso, no contamos nunca nada.
- Claro, tal cual. Hay que hacerlo y aguantárselo.
– No leer el hate.
– Yo bloqueo, que es algo que no pasa en la vida cotidiana. En la vida cotidiana te lo dicen y decís: muchas gracias por tu comentario. Pero en Instagram me llega un comentario que no me gusta y te bloqueé, ya está. A mí no me suma.

– Además no vas a explicar cada vez las dietas que hiciste, que vas a un nutricionista o a qué médico.
– No. A mí no me gusta tanto la cultura de dieta porque pareciera que si bajás de peso la dieta es exitosa y si no lo bajaste, no. Y hay otras cosas que son hábitos saludables como hacer ejercicio. Si hago ejercicio y el resultado es que bajo de peso, buenísimo, y si el resultado no es que bajo de peso, ese ejercicio a mi salud cardiovascular le hace igual de bien. Hay algo muy desalentador muchas veces cuando se reduce todo a la balanza. Yo hago ejercicio, como lo más saludable que puedo, y eso es lo que hace que me den bien los análisis clínicos.
– ¿Te gusta hacer ejercicio? Yo lo hago porque hay que hacerlo.
– No, lo odio. A mí me dijo el cardiólogo que haga mínimo 25 minutos por día y yo hago 25 minutos por día.
– ¿Ni uno más?
– Ni uno más, ni uno más. Cuando salgo a caminar me pongo una alarma a los 12 minutos y medio para poder volver. Antes me pasaba, hacía 25 minutos y tenía 25 de vuelta.
– ¿Lo odiás?
– Lo odio. Me da una bronca cuando la gente dice que va y que está energizado... Jamás me pasó en la vida. Me he ido de clases de gimnasia en el medio porque la estaba pasando mal.
– Yo siempre estoy esperando que termine. Los centennials y los millennials no bancan que nadie les diga nada sobre el cuerpo, los paran en seco.
– A veces estoy de acuerdo que no se habla sobre cuerpos, pero como gorda me siento incómoda en decirlo porque pareciera que es una excusa para que no me hables sobre mi cuerpo. Me parece que no se habla en general, ni sobre qué flaca, ni qué gorda, ni qué linda, ni qué fea, ni qué nada.
“NO ME INTERESA SER LINDA. ME INTERESA SER GRACIOSA, SER INTELIGENTE, DECIR LO QUE PIENSO”
– “Estás linda”, ¿te molesta que te digan?
– No. Igual yo también trato de que no me afecte, porque también en el fondo no me interesa estar linda, no es algo sobre lo que yo trabaje. Me interesa ser graciosa. Me interesa ser inteligente, sagaz. Me interesa decir lo que pienso. No me interesa ser linda.
– ¿Cómo es el vínculo con Mario? Porque parece todo muy relajado en la tele. Y también los vi en la radio.
– ¿Viste que él es una persona que da miedo?
– No, no me da miedo.
– ¿A vos no? Yo no le tengo miedo para nada. Pero hay una fama de él, de que él es como… Mario, ¿viste? Y es una persona súper generosa para trabajar, le encanta trabajar en equipo. Yo soy más de trabajar sola en el escenario y él viene de laburar en medios con gente todo el tiempo. Entonces tiene un saber, aprender de él para mí está buenísimo.
– Este parece un segmento para hablar bien de Mario, pero yo lo que quería saber es si había algo entre ustedes en particular.
– No. Creo que él divide lo laboral, de lo personal. Entonces el amor tiene que ver con su vida personal. Creo me respeta, que respeta lo que yo hago como comediante y en eso se relaja.
– No te va a invitar a una de las comidas que hace en su casa.
“MARIO ME LLEVA VEINTIPICO DE AÑOS, HAY UNA DIFERENCIA ETARIA GRANDE, NO TENGO AMIGOS DE LA EDAD DE MARIO.”
– No, no, por supuesto que no, y está bien también. A él le funciona así. Hay una diferencia también etaria grande, él me lleva veintipico de años. No tengo amigos de la edad de Mario, la realidad es esa.
– Tan grandes. Claro, somos viejos para vos. Decilo.
– Son viejos para mí. Son gente con la que puedo charlar y todo. Pero no tengo amistades de esa edad.
– Entonces no serías amiga ni lo invitarías a tu casa.
– No, jajajaja. Pero yo no lo voy a invitar porque a mí me duele el rechazo y sé que me va a decir que no. Si yo lo invito ya sé que me va a decir que no.
– Pero igual no lo vas a invitar porque es viejo.
– Vos querés venir a mi casa.
– Sí, pero yo soy vieja.
– Pero no tengo drama. Te invito, María Laura.