Juan Fossaroli es un periodista argentino especializado en automovilismo, reconocido por su cobertura de la Fórmula 1 para ESPN y Disney+. Desde 2002, ha estado vinculado a la cobertura de la máxima categoría del automovilismo, destacándose por su cercanía con los pilotos y equipos. Además de su labor televisiva, participa en el podcast Fórmula Latina, junto a colegas como Giselle Zarur, Diego Mejía y Christian González Rouco, donde analizan y comentan sobre la actualidad de la Fórmula 1.
Su pasión por el automovilismo lo ha llevado a recorrer el mundo cubriendo grandes premios, y mantiene una presencia activa en redes sociales, donde comparte experiencias de su trabajo y momentos personales. Recientemente, fue el encargado de entrevistar al piloto argentino Franco Colapinto en el circuito de Imola con el equipo Alpine en la temporada 2025.

Leo: —¿Dónde nace tu pasión por los autos?
Juan: —Mi papá corría en zonales y en la ruta, como hacían antes, en un autito chiquito, en un Nissan. Imaginate hace cuánto. Y yo de chiquito me sentaba arriba del auto y hacía que manejaba. Y el olor a nafta se te contagia. Viste que siempre que el papá fue piloto… Max Verstappen, Nico Rosberg o muchísimos pilotos. Y están ahí todo el día. Yo no tuve la oportunidad de seguir una carrera. Pero mi papá me compró karting y corrí. Después esa es una categoría muy cara y además yo no estaba muy interesado en ese momento en el automovilismo. Pero siempre me sentaba arriba de un auto de mi abuelo, de mi papá o de mi tío y me quedaba una hora haciendo que manejaba, hacía los cambios y demás...
Leo: —¿Tuviste el sueño de ser corredor?
Juan: —Sí, lo tuve.
Leo: —¿Y vos querías ser como quién?
Juan: —Y en ese momento como los grandes campeones. Te estoy hablando inclusive de Emerson Fittipaldi, Carlos Reutemann. Todavía se sigue diciendo: “¿Quién te creés que sos? ¿Fangio?" Me quedó ese gusto por los autos y me encantan. Prefiero un auto que un humano, casi (risas). Es una pasión adquirida que no se te va. Por eso sigo haciéndolo...
Leo: —Contame qué pasó con la gorra de Ayrton Senna.
Juan: —Estaba en la carrera del Gran Premio de Brasil ’93. Ya había terminado la carrera y yo estaba donde se ponen todos los fotógrafos. Ni siquiera estaba haciendo nada con medios en ese momento. Estaba mirando el podio, llovía y Ayrton tiró la gorra. Pero la tiró tipo frisbee. En ese podio en el que se abrazó con Fangio.
Leo: —Donde se baja y lo abraza con mucho respeto...
Juan: —Claro, esa gorra con la que lo abrazó y que está en todas las fotos. En un momento la revolea y es algo mágico como yo veo que viene y ni siquiera me tengo que esforzar, me cae en la mano. Todos en boxes me quería matar y yo la guardé. Y Fernando Tornello, con el que hemos compartido toda mi vida, aprendí y sigo aprendiendo de él, agarra la gorra y me dice: “Por favor, dámela”. Y empezó como una puja. Era tipo jefe y viste que cuando te dicen: “Dámela”... Tenía champagne porque Ayrton se la vuelca en el podio. Finalmente, Tornello se dio cuenta que era algo muy valioso para mí y la manera que lo recibí y me la dio. Cuando muere Senna, a los pocos meses, fuimos a Brasil y esa gorra lo usamos para programas especiales. Pero había una fundación, sabían que yo tenía la gorra y me la pidieron comprar por muy buena plata. Y yo dije que no, que era algo que tenía historia.
Leo: —¿Y cómo terminó? ¿La tenés todavía?
Juan: —Durante 12 o 15 años la tuve. Era un tesoro mío. Pero un día me mudé y la puse en un estante bien arriba porque no la quería meter en una caja para que no se aplaste. Todavía tenía el champán de esa época. Y, como la quería cuidar tanto, la dejé olvidada ahí arriba, en un estante, de la casa vacía. No la vi. Una noche estaba durmiendo, me levanto y digo: “¡La gorra de Senna!“. Habíamos puesto una chica para que limpie antes de entregar la casa y dijo: ”Vi una gorra que estaba como arrumbada, media viejita y la tiré a la basura”. Y ahí fue. Fui a la casa que quedó vacía, traté de buscar los tachos. Pero ya habían pasado dos días...
Leo: —No puedo creer que, después de tanto esfuerzo por mantenerla, terminó en la basura.
Juan: —Otra anécdota con la gorra es que cuando termina ese año, vamos a hacer una entrevista y yo le llevo la gorra a Sena para que me la firme. Cuando la ve, la agarra y él tenía un maletín de pilotos. Sin decirme nada, la mete ahí y lo cierra. Me dice: “Es mía. Que bueno que la tengo” y yo me quedé helado. A los minutos agarra el maletín y dice: “Es una broma” (risas). Me la firmó. Y ahí quedó, firmada...

Leo: —En tu fama, en tu repercusión con el público, ¿notaste un crecimiento a través de Colapinto y tus notas con él?
Juan: —Sí, sí, totalmente. Y te digo algo que a mí, en un momento, la cantidad de seguidores en las redes sociales argentinos me aumentó. Yo uso solo Instagram. Pero tenía la mayoría de seguidores de México por Checo Pérez, al tener una muy buena relación con él, soy el periodista que más lo ha entrevistado al piloto mexicano y de repente ese algoritmo cambió. Ahora los argentinos han subido gracias a Franco, no por porque me haga un favor, sino porque pegamos buena onda y las notas salían naturales.
Leo: —¿Qué sentís que lo diferencia a Franco de otros pilotos?
Juan: —Primero el talento porque lo que él hizo cuando se sube por Logan Sargeant, que rompe el auto y ya había roto varios autos, todo el mundo dice: “Bueno, cambian por otro piloto”. Y era cuestionado porque no tenía un antecedente, por más que ganó carreras en Fórmula 3, no viene con campeonatos así, salvo el campeonato de Fórmula 4, pero es un piloto súper talentoso. A lo que se subía siempre ganaba. Pero a veces los equipos no acompañan. Entonces, no es que tenían el mejor auto, en Fórmula 2 ni el mejor auto en Fórmula 3. Tuvo que hacerse de abajo. Franco se esforzó desde muy chiquito. Yo creo que lo diferencia el talento, llega acompañado del talento porque se sube al auto y anda bien. También es el trato. En la zona para hacer las entrevistas él va ahí y empieza a hablar con la gente. Todos hablan como que quieren sacarte de encima de alguna manera y yo los entiendo.
Leo: —La típica entrevista cassette…
Juan: —Y además hay un montón de puestos y no se pueden quedar media hora con vos. Pero Franco llegó y empezó a decirles: “¡Ay! Qué lindo que me entrevistes. ¿De dónde sos? ¿Cómo te llamas?" y los periodistas decían: “¡Wow!” Y se quedaba hablando 15 minutos con cada uno. Se habían ido todos y Franco seguía dando entrevistas. Yo creo que no lo hace por querer comprarse a la gente. Él es así, natural, es extrovertido, simpático. No exagera porque yo hablo con él personalmente o hemos compartido y fuera de cámara es igual. Es divertido y no para, es como una maquinita que no para. Entonces, yo creo que eso lo captó la gente, la necesidad también de tener un representante del automovilismo. Argentina es un país fierrero. Hemos tenido cinco veces campeón del mundo a Fangio y nadie se acuerda de esa época. Pero después Reutemann, Fontana, Tuero, Mazzacane, los que llegaron a la Fórmula 1, como Gastón Mazzacane, fue el último. Eran generaciones de las que se habló menos.
Leo: —Franco rompe en una globalización donde a través de las redes y las plataformas, todo llega mucho más a todos lados.
Juan: —La Fórmula 1 en las redes obviamente creció exponencialmente, es algo increíble y nunca publicó en español. Es la primera vez que publican en español y eso que está Alonso, Carlos Sáenz, Checo Pérez, hubo un montón de pilotos de habla hispana y por primera vez están enfocándose en comunicarse en español. Y ahora con el anuncio de Franco, lo de Imola y todo, las redes explotaron y hablando con la gente de la Fórmula 1, ellos lo percibieron. Dicen que cualquier interacción de Franco supera casi a las de Hamilton.
Leo: —Desde la llegada de él la temporada pasada la cuenta de Fórmula uno le explotó por demás con cada cosa que decía de Franco...
Juan: —Y Franco encima tiene esa personalidad. No voy a mencionar la marca, pero estábamos en China. Él entra caminando con su mate, que yo le tiré toda la yerba dentro del auto, tuve un incidente con un chofer chino cuando íbamos en el auto. Pero nos divertimos. Él llega con el mate en la mano y aparece un argentino que le lleva un paquete de unos bizcochitos. Franco se los lleva, va comiendo y le sacan fotos. Y de los bizcochitos no le pagaron. No era una publicidad encubierta, como decimos nosotros, un chivo. Él lo hizo de inocente y el dueño de la marca de bizcochitos dijo: “Ah, bueno, gracias Franco” (risas). Y ahí también todo el mundo empezó a hablar de bizcochitos. Lo que toca hoy Franco lo convierte en oro.
Leo: —¿Cuán talentoso es para llegar lejos? ¿A cuánta distancia está hoy, con casi 22 años, de Verstappen, Hamilton y todos esos cracks?
Juan: —Yo creo que Franco tiene por delante más de diez años de Fórmula 1 y tiene el talento para hacerlo. Yo creo que, trabajándolo, tiene el talento para ser uno de los grandes de Fórmula 1. ¿Y por qué? Porque ni bien debutó estuvo casi a la par del compañero. En algunos momentos estuvo más rápido y lo vimos. Lo que hizo Franco en tan poquito tiempo el año pasado es increíble, después vinieron los accidentes y demás. Pero lo que demostró en tres carreras, las primeras, es lo que hizo que llamen Red Bull. Todos los equipos preguntaron por Franco.
Leo: —¿Te consideras amigo de Franco? ¿Tienen bena relación?
Juan: —Me voy a copiar una frase de Carlos Sainz de la nota que le hice el otro día. Cuando le pregunté: “¿Tenés amigos en la Fórmula 1?” Me dice: “La palabra amigo es muy importante y mi círculo de amigos es muy chiquito. Pero me llevo muy bien con todos en la Fórmula 1”. Yo creo que generacionalmente somos distintos, pero tuve onda y a mí me gusta considerarlo amigo. Y él me mandó un mensaje, me responde cuando le pregunto algo. Hace poco falleció un camarógrafo, amigo mío, y me llamó por teléfono al instante. Fue uno de los primeros que me llamó y me preguntó qué pasó. Es un tipazo y a mí me gusta decir amigo.
Leo: —Son dos personas que están compartiendo vos desde tu lugar de periodista y él desde el suyo de piloto. Se nota orgánico el vínculo.
Juan: —Sí, y además, en mi caso, que yo podría aprovecharme más de él que él de mí. Pero yo me he enterado de muchas cosas que nunca las dije porque considero que con esas cosas no me voy a destacar por decir tal cosa o porque es amigo, ¿entendés? Tampoco le pregunto cosas que no corresponden.
Leo: —Él sabe de tus códigos, confía en vos.
Juan: —Comimos en China durante todas las noches juntos. Y yo no le empecé a decir: “Che, ¿a qué equipo vas a ir? ¿Qué vas a hacer?" Hablábamos de cualquier cosa, de la vida. Y nos divertíamos.

Leo: —¿Hay algún sueño que todavía no cumpliste?
Juan: —Me gustaría verlo campeón a Franco. Con lo que le costó llegar y con el sacrificio que hizo... Y con como es ese mundo de Fórmula 1, tan europeo y tan difícil para un chico argentino, me gustaría verlo campeón. Le pasó a Pechito López, que es muy amigo también. Yo me he hecho muy amigo de todos los pilotos. Con Norberto Fontana he compartido días y días esperando que lo confirmen y no lo confirmaron al final y me tocó estar en el mismo cuarto compartiendo sufrimientos. Entonces, de todas esas situaciones, no te digo que es frustración, porque llegar a la Fórmula 1, ya es un logro. Pero me encantaría poder verlo cristalizado y decir: “¡Wow! Acompañé a todos estos argentinos en algo que es muy difícil" y Franco puede hacer realidad el sueño de todos.
Leo: —Esta sección se llama: quién y por qué. En tu caso la elección del nombre que escribas tiene que ver con todos los pilotos actuales de Fórmula 1, que conoces más menos por sus características.
Juan: —Dale.
Leo: —¿A quién no le prestarías tu auto?
Juan: —A Lance Stroll. Es un piloto canadiense. El papá es el dueño del equipo. No me parece que le dé la oportunidad a otros pilotos. Y tampoco ha hecho mucho en la Fórmula 1. Hace muchos años que está y tuvo varios incidentes y demás. Entonces prefiero no prestárselo. Además, puede comprarse mi auto, el tuyo y el de todo Argentina (risas).
Leo: —¿A Franco se lo prestas?
Juan: —A Franco, se lo presto. Le digo: “Llévatelo”. Se lo regalo por más que no lo necesite...
Leo: —Dice que no tiene auto.
Juan: —Dice que no sabe estacionar y que no maneja en la calle. Es más, a Franco le daría el auto de Stroll, el de fórmula 1 (risas).