Marixa Balli es una reconocida artista argentina que se destacó en múltiples ámbitos del espectáculo. Comenzó su carrera como bailarina y vedette en los años 90, donde se convirtió en una figura del teatro de revistas y programas televisivos de alto rating. Su carisma, belleza y presencia escénica la llevaron a trabajar junto a grandes nombres del ambiente, ganándose el respeto del público y de sus colegas.
Además de su carrera como vedette, incursionó en la música. Uno de sus mayores hitos fue el lanzamiento del hit La cachaca, una canción que rápidamente se convirtió en un fenómeno popular y que aún es recordada con entusiasmo en fiestas. También participó como actriz en cine y televisión, y fue panelista en diversos programas, donde aportó su experiencia y opiniones sin filtros.
En los últimos años, Marixa mostró su faceta emprendedora con la apertura de locales de ropa y su marca propia. Esta iniciativa reflejó su espíritu luchador y su capacidad de reinventarse fuera de los medios. Su historia de vida, marcada por la superación de tragedias personales y su constante trabajo, la convirtió en una figura querida y admirada por muchas generaciones. Actualmente, es panelista en LAM, el programa de espectáculos que conduce Ángel de Brito.

Rulo: — Estás en un buen momento de tu carrera. Tenés el negocio de ropa y tu marca hace años, pero de golpe volviste a los medios como panelista en LAM y estás nuevamente en boca de todos.
Marixa: — Sí. Eso fue idea de Ángel. Yo ya hace muchos años había dado un paso al costado. Él apuntó y empezó a llamarme y a buscarme. Estuvimos un año hablando del tema. Yo le decía que no porque la verdad es que no quería volver, no tenía ganas. Estaba muy bien fuera del círculo.
Rulo: — ¿Qué era lo que ya no te divertía de los medios?
Marixa: — Es que yo me agoto de todo y esto es una carrera que la hago desde hace muchos años, desde muy pequeña y la verdad que ya estaba cansada. Me parece que ya hice todo lo que quise, lo pasé bárbaro: grabé discos, tuve mis programas, hice la conducción de un show de cumbia, lo que ahora es Pasión, estuve en todas las obras de teatro, trabajé con todos los cómicos, hice comedia, novelas. Hice de todo. Llega un momento que digo: “¿Qué más quiero hacer? Romper las bolas, nada más”. Entonces dije: “No, ya está gorda. Dedícate a lo que te gusta ahora”. Y lo que me apasionó fue la ropa, después el calzado. Yo todo lo hago con pasión. Creo que por eso funciona. Me enamoro de lo que hago, sea lo que sea. Las cosas hay que hacerlas con amor y eso te reditúa.
Rulo: — Te compraste hace poco una casa en Concepción del Yaguareté Corá. ¿Por qué querías esa casa específicamente?
Marixa: — Esa casa me enamoró desde el primer momento.
Rulo: — ¿Pero por qué fuiste a esa localidad?
Marixa: — Porque ahí nació mi mamá. Yo en un principio dije: “Quiero comprar tu casa”. Pero bueno, viste que se la van pasando los parientes. Entonces, la casa donde nació mamá la tienen unos tíos y obviamente ni la quieren vender. No es el objetivo de ellos, ellos viven ahí. En un momento fue el Banco Nación. Es una belleza la casa. Yo dije: “La quiero comprar porque es como que de golpe me pegó que quiero todo lo que tiene que ver con mi infancia o con mis padres”.
Rulo: — Ese patrimonio perdido...
Marixa: — Y sí. Un día veníamos de Mar del Plata con mi mamá después de vender la casa de Los Troncos. Ella tenía muchos muebles con vitró antiguos de mi abuela muy lindo y yo le dije: “Regalá todo, véndelo” y ella lo hizo. Después, con los años, los empecé a reclamar. Las amistades de mamá decían: “Pero Marixa, lo que se regala no se reclama”. Pero esto tiene que ver con que yo era una tarada cuando era pendeja, que quería todo minimalista, todo blanco y los muebles antiguos no tenían nada que ver con ese estilo.
Rulo: — ¿Llamaste a la gente arrepentida?
Marixa: — Yo soy muy insistente (risas). Pero en definitiva me compré la casa porque recorriendo Concepción, un día paso por esta casa y me llamó mucho la atención. Mucha gente la quería comprar y se dio que un día en una comida familiar, les muestro la foto y les digo: “¿Esta casa a quién le pertenece?”. Un primo mío me dice: “Es mía”. Y le digo: “¡Mirá qué casualidad! Cuando la quieras vender, teneme presente”. Y bueno, un día me llama y me dice: “Marixa, te vendo la casa”. Yo tengo mucha familia allá.
Rulo: — ¿Y qué vas a hacer ahora con la casa?
Marixa: — Tengo un proyecto muy lindo. Empecé a restaurar sus paredes porque es muy antigua. Estuve muy presente con lo que se hizo. Es mucho laburo y conseguí un equipo de gente muy lindo allá.

Parejas
Rulo: — ¿Es verdad que tu pareja más larga duró tres años? ¡No lo puedo creer!
Marixa: — ¿Por qué no lo podés creer?
Rulo: — Porque vos tenés tantos años de trayectoria y sos una mujer muy bella. Seguramente has tenido un montón de pretendientes en tu vida.
Marixa: — Tuve tantos porque ninguno me dura mucho.
Rulo: —¿Pero nunca te enganchaste con alguno que dijeras: “Es un bombón, me encanta, con este voy a formar una familia”?
Marixa: — Si me enganché con uno, pero complicado. No se había divorciado y ese verso que le hacen a todas: “Me divorcio mañana, pasado mañana”, me cansó. La verdad es que con ese sí. Incluso le dije: “Me encantaría tener un hijo con vos, que nos casemos y solucionás este quilombito del divorcio”. Era complicado y me agotó. Justo fue uno de los tipos del que más me enamoré.
Rulo: — Me das el pie para que te pregunte por El Potro…
Marixa: — No, es que no quiero nombrarlo porque siempre cae en lo mismo. Pero bueno, ¿qué voy a hacer? Es mi vida, es mi pasado.
Rulo: — A mí me encanta tu historia con Rodrigo.
Marixa: — Bueno, pero a la gente le rompe. En las redes, empiezan: “Jode con esto, no tiene nada que contar”. Cuento muchas cosas de mi vida y en esa parte de mi vida, está esta persona. ¿Qué le voy a hacer?
Rulo: — ¿Fue el amor de tu vida?
Marixa: — Es difícil decir si fue el gran amor. Yo creo que el gran amor puede venir todavía. Lo que pasa es que lo de él fue muy químico y a la gente le llegó de una manera...
Rulo: — Igual tenés muchas historias por fuera de Rodrigo.
Marixa: — La verdad que lo pasé bien. Siempre con amor, con respeto. Yo soy una persona con mucho código.
Rulo: — Yo te veo a vos y sos el ejemplo de la mina independiente que va al frente y que siempre hizo lo que quería. Nunca formaste una familia y no dependiste nunca de nadie…
Marixa: — Jamás. Nunca, nunca fui dependiente de nadie. He tenido novios que no me han regalado mucho. Viste que hay chicas que le regalan de todo. Yo he tenido novios, no tacaños, pero han visto que soy una persona tan independiente que decían: “¡Que se lo compre!”.
Rulo: — ¿Qué es lo mejor que te regalaron, aquellos que no fueron tacaños?
Marixa: — Tuve uno que regalaba joyas de alto volumen.
Rulo: — ¿Te quedaron un par de regalitos interesantes?
Marixa: — Sí, interesantes. Después, sí tuve admiradores en el teatro. En la época del palco, venían admiradores y te dejaban en la boletería joyas o cheques para comprar en alguna casa de joyas. Hubo épocas así soñadas del teatro en los noventas.
Rulo: — Hoy en día, ¿cómo estás? ¿Estás soltera?
Marixa: — Sí, estoy feliz. Es que a mí me encanta estar sola. No te lo digo por la soledad, pero me encanta estar sola.
Rulo: — ¿Y chonguear? ¿Cada tanto te gusta salir con alguien?
Marixa: — De mi vida privada trato de no contar. Pero sí, obvio. Tengo una vida feliz. Soy feliz. Estoy con quien quiero, cuando quiero.

Rulo: — ¿Sos de ir a comer afuera? ¿Te pueden enganchar algún día?
Marixa: — No, es más especial. Cuando no querés que te encuentren y no querés que te vean, no te ven. Los que dicen: “¡Ay, no sé cómo me localizaron!”. Y sí, mi amor, te pusiste un GPS (risas). Yo nunca quise que me encontraran con ciertas personas y jamás me vieron. Cuando vos no querés, lo lográs. O yo soy demasiado hábil. No sé. Pero se logra. También te empezás a poner más fría con los golpes de la vida y yo tuve bastantes. Decís: “Mirá, me voy a encargar de mí y voy a hacer lo que a mí se me cante. No quiero que nadie me diga: ‘Qué te pusiste o cómo te pintaste’”. No aguanto que nadie me diga nada. Quiero ser libre. Cuando estoy comiendo con una amiga y de golpe escucho que le dice al marido: “Bueno, ya voy amor. ¡Ay, qué denso!”. Yo digo: “¡Ay, por Dios!”. Soy tan libre de eso. Estoy tan fuera de que me pase porque la verdad es que no me interesa. Siento que a veces está bueno una compañía y estar con alguien porque va pasando la vida. Mucha gente me dice: “Y la vejez”. Y yo les respondo: “Bueno, dejá. No llames a la vejez antes de tiempo”. Pero entiendo que está bueno compartir con alguien.
Rulo: — Siempre hablás de una pareja, pero no de hijos. ¿Nunca te interesó?
Marixa: — Toda la vida me interesó. Pero yo después de mi accidente no pude. Tuve un accidente que en mi cuerpo repercutió en todo sentido, incluso psicológicamente. Yo lo que tengo es mucha fuerza mental para superar las situaciones o las cosas que me hacen daño, las que realmente siento que me están hiriendo y que no me dejan como continuar con mi vida. Tengo mucha entereza para eso. Estuve mucho tiempo con psiquiatra, pero tengo una fuerza muy especial para salir adelante y decir: “Esto a mí no me va a cortar la vida”. Todo el mundo piensa que no tuve hijos porque no se me cantó, porque no quise. Pero es todo lo contrario. Hasta hace dos años intenté en un muy buen instituto. Pero bueno, el accidente fue muy grave. Como me dice el médico: “De afuera se te ve divina, pero internamente pasaron muchas cosas”. Entonces, cuando me fui a hacer el tratamiento, fui a hacerme los chequeos, y me dijeron: “No intentes”. Fue muy duro todo lo que me pasó en el cuerpo. Entonces dije: “Bueno, ok. Hasta acá”.
Rulo: — Tenés una fortaleza…
Marixa: — Si no fuera por la fortaleza andá a saber en qué terminaría yo. Si hubiese sido una mina floja, débil, dependiente, insegura... No estaría acá. A lo mejor no estaría más en este plano. Yo dije: “Voy a poder con todas estas adversidades y estas situaciones” porque la verdad es que a mí me interesa la vida. Me gusta la vida y creo que entendí, comprendí y aprendí a hacerlo a mi manera.
Rulo: — ¿Cuál es tu relación con la muerte? ¿Le tenés miedo? Porque te han pasado muchas cosas que tienen que ver con esto.
Marixa: — No, no le tengo miedo. A pesar de que la tuve siempre muy cerca. No le tengo miedo porque me planteo: “¿Por qué tantas situaciones he pasado?”. Creo que por algo el de arriba le manda ciertas cosas a algunas personas. Puedo ser un ejemplo para varias personas. He ayudado a mucha gente a salir de situaciones muy difíciles. Creo que debe ser por eso porque hay gente a la que no le pasa nunca nada.
Rulo: —¿Seguís creyendo en las señales o premoniciones? Porque lo que viviste con aquel accidente fue muy fuerte: hubo advertencias, una peluquera que te alertó, una estampita y aun así, el accidente ocurrió. Pero te salvaste...
Marixa: — Yo lo intuí que iba a pasar. En ese momento sentí que no llegaba a Buenos Aires y recé. Dije: “Bueno, protegeme porque yo siento que no llego”. Tengo como un sexto sentido desarrollado que a veces no me gusta tenerlo, pero me pasa.
Rulo: — ¿Y te sigue pasando hoy en día?
Marixa: — Sí. Aparecen situaciones y vos decís: “¡Wow! ¿Para qué lado voy?”. A veces tiene que ver con otra gente cercana. Una vez me pasó que una amiga mía, que es conocida, pero no voy a dar su nombre, estábamos en una gira y se pone a llorar. Le digo: “¿Qué te pasa?”. Me responde: “Llamé a mamá y le dieron un chequeo de salud que se había hecho la madre y es súper negativo”. Le habían dado un resultado muy feo, muy malo. Yo estaba en la cama, porque compartíamos habitación, la miro y le digo de la nada: “Se equivocaron. Ese chequeo no es de tu mamá”. Y me dice: “¡Ay, basta, Marixa!. Está bien que me quieras ayudar y levantar el ánimo porque estamos en plena gira, pero no me digas tonterías”. La madre la llama a los dos días y le dice: “¿Podés creer que se equivocaron de estudio? No era el mío”. Entonces, cuando lo fue a buscar el de ella era un estudio con todos resultados positivos. No tenía nada.
Rulo: — ¿Pero quién te baja esa información?
Marixa: — No sé. Se me dio por mirarla y decirle: “No es de ella”. Es lo que sentí en ese momento que no era verdad lo que le estaban diciendo. Pero bueno, son cosas que yo creo que es un sexto sentido que me pasa cuando tengo mucha afinidad con alguien y en ciertas temas.