Pasaron siete años desde que aparecieron los primeros síntomas hasta que Magalí Agnello recibió el diagnóstico. Durante todo ese tiempo, no sabía qué le ocurría. Todo comenzó con una leve depresión que, con el tiempo, se profundizó. Los pensamientos negativos la invadían y, en sus momentos más oscuros, llegó a considerar el suicidio.
“Pensaba: ‘Tal vez soy una persona melancólica’. Me sentía mal, pero no entendía por qué”, recordó. Luego aparecieron episodios de hipomanía, un estado de ánimo exaltado en el que tenía una energía desbordante, dormía poco y era altamente productiva. Finalmente, después de una serie de consultas y estudios, tuvo el resultado entre sus manos: trastorno bipolar tipo II.
Lejos de ser un punto final, el diagnóstico marcó el comienzo de un proceso de comprensión y aprendizaje. Empezó a informarse sobre su condición y a encontrarle sentido a un sufrimiento que la había acompañado durante años. Ahora, esos síntomas tenían un nombre y, aunque no existe una cura definitiva, sí hay tratamientos para alcanzar el equilibrio. “Entendí que lo que me pasaba era real, que no era una cuestión de voluntad. Es un problema de salud que requiere tratamiento, tanto farmacológico como psicológico”, explicó.
Conocer el trastorno bipolar no solo le permitió mejorar su calidad de vida, sino que la impulsó a compartir su historia para ayudar a quienes lo atraviesan y, sobre todo, para generar conciencia en la sociedad. Como fotógrafa, Magalí convirtió su experiencia en una herramienta de divulgación.
Actualmente, es disertante en congresos sobre salud mental, donde narra en primera persona su recorrido y desafía los mitos sobre la enfermedad. Además, lleva adelante el proyecto Síntoma, una crónica fotográfica sobre el trastorno bipolar que combina imágenes capturadas en su etapa previa y posterior al diagnóstico con textos informativos, reflexiones y sentimientos. “Se trata de resignificar. Gracias a este trabajo, pude llevar mi arte a distintos espacios y exponer en varios lugares”, destacó.

Luis: — ¿Qué es el trastorno bipolar?
Magali: — Es un trastorno del estado de ánimo. Produce que la persona que lo tiene pase de episodios de depresión, que es un conjunto de síntomas y no es solo estar triste como habitualmente se cree, a episodios de hipomanía o manía. Estos episodios pueden durar de semanas a meses, no es de un momento a otro. A veces circula esta idea de que estás llorando y al segundo te estás riendo y no es así. Lo importante es entender que es un problema de salud mental y es algo que, si bien por ahora no tiene cura, sí tiene tratamiento y si se llega al tratamiento correcto, es posible vivir la vida que uno quiera vivir, teniendo ciertos hábitos.
Luis: — ¿Cuándo te diagnosticaron?
Magali: — Me diagnosticaron, si mal no recuerdo, a los 23 años. Pero a mí en realidad la sintomatología me comenzó a los 17 y ahora tengo 30.
Luis: — O sea que pasaron siete años desde que tuviste los primeros síntomas hasta que lograron diagnosticarte.
Magali: — Ese es el promedio que se tarda en diagnosticar: de 7 a 10 años.
Luis: — ¿Cómo fueron esos años?
Magali: — Los síntomas comenzaron siendo una depresión leve. En ese momento no lo sabía, lo digo hoy con toda la información que sé. Yo pensaba “Tal vez soy una persona melancólica”. Me sentía mal y no tenía idea por qué. Después eventualmente vinieron los episodios de hipomanía. Yo tengo trastorno bipolar tipo II, pero hay distintos tipos.
Luis: — ¿Qué es la hipomanía?
Magali: — Es un estado de ánimo muy exaltado, tenés mucha energía aún sin dormir mucho y mucha productividad. En la época que estaba pasando por hipomanía estudiaba, trabajaba, entrenaba todos los días, pero empezaba una actividad la dejaba y después empezaba otra porque yo genuinamente creía que esa actividad iba a ser la pasión de mi vida. Pero a las dos semanas me aburría. A todo el mundo le pasó esto alguna vez, pero en este caso va acompañado de un conjunto de síntomas que duran en el tiempo y te terminan deteriorando la calidad de vida si uno no lo trata. Durante la hipomanía me pasaba esto, que todo estaba hermoso y me sentía bárbara, y yo creía que esa era yo.
Luis: — ¿Y la depresión de qué manera se manifestaba?
Magali: — Cuando era leve la sentía como un bajón, pensamientos negativos, baja autoestima y poca energía. El tema fue cuando me llegó la depresión más grave, que fue en 2016. Ese año me empezó a pasar que no tenía energía para levantarme de la cama porque el cuerpo no me la daba. Ahí es cuando entra la cuestión de que no es un tema de voluntad. Hay gente que te dice: “Dale. Ponele onda”. Pero no es así.

Luis: — Me imagino que eso lo hace doblemente doloroso.
Magali: — Sí, totalmente porque cuando estás pasando por depresión ya te estás juzgando a vos misma, muchísimo, para que encima de afuera vengan con eso. La depresión te quita la fuerza de voluntad. Dejé casi todas las actividades que hacía porque dejé de verle el sentido a todo, menos a la fotografía, que es a lo que me dedico. En 2016 tuve ideación suicida. La persona que piensa en el suicidio o que llega a concretarlo no es que quiere dejar de vivir, lo que quiere es dejar de sufrir porque realmente el sufrimiento es tan grande y tan inexplicable, sobre todo si no sabés qué es lo que te pasa. Yo en ese momento no tenía ni idea que tenía depresión. Uno llega a creer, genuinamente, que tu entorno va a estar mejor sin vos. Estás convencido de eso.
Luis: — ¿Lo pensaste o lo intentaste?
Magali: — Llegué a planearlo. Sentí que tenía que dejar cosas acomodadas y ahí cuando pensé en qué iba a pasar con mis mascotas, eso por un momento fue como un ancla. Pensar en eso me hizo frenar a racionalizar lo que me estaba pasando y tuve un momento de lucidez de decir: “¿Qué estoy pensando? Si yo no quiero hacer eso”. Ahí fue la primera vez que le conté a quien era mi pareja de ese momento lo que estaba pensando y él fue quien me dijo: “¿Por qué no vas a un psiquiatra?”. Nunca se me había cruzado por la cabeza porque pensaba que un psiquiatra solo te dopaba y salías como zombi. Pero estaba tan desesperada porque no sentía nada...
Luis: — ¿Qué significó para vos el diagnóstico?
Magali: — Yo no lo siento como una etiqueta que estigmatiza. Si bien es cierto que hay discriminación, es por falta de información. Pero el diagnóstico, siempre que sea el correcto, es la primera herramienta que uno tiene para obtener cierta previsibilidad. Al tener el diagnóstico y ponerme a leer, me di cuenta que lo que me pasaba era algo real. No es que yo era una persona tonta que no podía manejarlo. Entendí que era un problema de salud, que tiene un tratamiento farmacológico y psicológico. Te abre la puerta a un lenguaje específico porque no es lo mismo decirle a alguien: “Estoy mal” a decirle: “Puedo estar cayendo en un episodio de depresión”. Te das cuenta de las cosas de otra manera y le podés explicar mejor al entorno, a tu psicólogo, a quién sea y podés hablar con gente que vive lo mismo que vos.
Luis: — Mencionaste antes el prejuicio de que la medicación psiquiátrica te puede alienar y dejás de ser vos mismo. ¿Cómo enfrentaste eso?
Magali: — Da miedo, más que nada porque no sabés qué esperar. A mi incluso me pasó, cuando recién me diagnostican y me iban a dar el tratamiento, tuve una crisis de identidad porque yo consideraba que era la persona que ahora sabía que en realidad eran síntomas de hipomanía.

Luis: — ¿Vos te sentías identificada con la Magalí con hipomanía? ¿Creaías que esa era tu mejor versión?
Magali: — Creía que esa era yo, que esa era mi personalidad. Me dijeron vas a llegar a la eutimia, es decir, el ánimo estable. A mí lo que más miedo me daba era perder mi creatividad. Yo adjudicaba mi creatividad a la hipomanía. Entonces dije: “¿Qué va a pasar con esa parte que sí sentía que era algo muy mío?”. Fue muy lindo darme cuenta que no solo tengo creatividad estando en hipomanía, depresión o estable, sino que se manifiesta de maneras diferentes. Jamás me van a escuchar decir: “Soy bipolar” porque entendí que soy artista, soy fotógrafa, soy una persona tranquila y tengo trastorno bipolar. Para mí eso fue clave para afrontar el tratamiento.
Luis: — ¿Sentís venir el episodio de la depresión o la hipomanía antes de que se manifieste?
Magali: — Sí. A eso se le llama pródromos, que son síntomas que pueden aparecer antes de un episodio. Cuando ya sabés cómo funciona el trastorno bipolar, efectivamente podés estar atenta a ciertas cosas. Salvo algún episodio que pueda ser muy abrupto, causado por una situación muy específica, en general es posible darse cuenta, ves ciertas señales…
Luis: — ¿Cuáles serían las señales?
Magali: — Por ejemplo, empezar a tener un patrón de pensamientos negativos que cuando estás estable sabés que no lo tenés. Si cambia el horario de sueño o si me entusiasmo con una actividad que no es usual en mí. Ahí ya me pongo en modo alerta y veo qué ocurre. Tal vez lo hablo con algún amigo que ha pasado por depresión, si veo que persiste, lo hablo con mi psicóloga y si ya se hace muy pesado, voy al psiquiatra. No hay que caer en un sobreanálisis, pero estar atentos. Cuando tenés información, podés tener previsibilidad.
Luis: — ¿Hay muchos mitos en torno a este trastorno?
Magali: — Sí. Cuando me empecé a informar me di cuenta de la cantidad de mitos que hay alrededor. Gracias a la fotografía y la escritura yo ya venía acostumbrada a hablar de temas muy personales, entonces cuando me diagnostican el trastorno bipolar fui aprendiendo del tema, noté los mitos que existen y me surgió querer hablar sobre esto, poder informar. Empecé con charlas, siempre aclarando que no soy profesional de la salud, simplemente tengo trastorno bipolar y hablo libremente sobre lo que vivo. En el 2020, a raíz de la pandemia, empecé también con las redes sociales. Así arrancó todo ese proceso que fue difícil, pero me ha llevado a lugares muy lindos.
En el Centro de Asistencia al Suicida de Buenos Aires atienden a cualquier persona en crisis en las líneas gratuitas #135 desde el celular en Buenos Aires y GBA o al (54-11) 5275-1135 desde todo el país (o 0800 345 1435).
Línea telefónica nacional y gratuita para la orientación y apoyo en la urgencia de salud mental: 0800 999 0091. Atiende las 24hs los 365 días del año, gratis y para todo el país.
Línea de información y orientación sobre salud mental sólo para CABA: Salud Mental BA: 0800 333 1665 las 24hs.