El último vagón se basa en una novela del mismo nombre escrita por Ángeles Doñantes. El protagonista se llama Ikal, un joven chico cuyo padre trabaja en la construcción y reparación de vías de tren. Debido a esto, la familia se ha mudado frecuentemente por todo México, Ikal se siente solo y frustrado por esta forma de vida y anhela tener amigos, algo que por fin cumplirá cuando llegue a una alejada región de México. La película llegó recientemente a Netflix.
En su última mudanza, logra entablar amistad con otros niños de su edad y con Georgina, la profesora de su escuela. Sus clases ocurren en un vagón de tren abandonado. Georgina reconoce la importancia de brindar a los alumnos la educación necesaria con pasión para abrirles las puertas a una vida mejor, ya que muchos viven en condiciones precarias. El antagonista de la historia es Hugo Valenzuela, un trabajador de la Secretaria de Educación que se dedica a cerrar instituciones educativas rurales, supuestamente por un bien mayor.

Una película dedicada a los maestros rurales
El film recuerda mucho a El club de los poetas muertos, pues es un homenaje a la pedagogía y a los maestros rurales, quienes muchas veces son subestimados debido a la precariedad del sistema educativo. Adriana Barraza (Cake: una razón para vivir) interpreta a Georgina. Como maestra ella misma, aporta sus propias reflexiones y experiencias para dotar al papel de mayor complejidad y realismo. Los jóvenes actores logran capturar la esencia de sus personajes de la mejor manera, demostrando su gran capacidad en pantalla.
Además, la narrativa contiene un mensaje político de manera implícita. Incluir un mensaje sociocultural en los proyectos cinematográficos es algo común en América Latina, pero también este puede entenderse en un contexto global. La falta de inversión en el sistema educativo reduce las oportunidades para los jóvenes y disminuye la calidad de la educación en las escuelas. Con recursos limitados y ubicados en zonas remotas, cada vez es más difícil para los niños formarse como profesionales y acceder a una vida mejor.

A pesar de situarse en un contexto complicado, la película transmite un mensaje positivo y muestra cómo los niños logran superar obstáculos. Adicionalmente, los pequeños descubren que siempre habrá oportunidades mientras haya vida.
El último vagón nos transporta de regreso a la juventud, cuando el mundo era más simple, más inocente y todo parece posible con optimismo, trabajo y un chasquido de dedos. Puede parecer ingenuo, pero al igual que con los maestros, no debemos subestimar sus buenas intenciones. Finalmente, logra mostrar una dura realidad en la que los maestros no tienen más que su buena fe en el trabajo por educar a sus alumnos frente al escaso apoyo del estado.

La película ya se encuentra disponible en el catálogo de Netflix.
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