
Las amenazas llegaron después de más de un año de silencio. No fueron escritas ni firmadas, pero sí pronunciadas con la crudeza del poder absoluto. En el centro de detención Rodeo 1, una de las cárceles más temibles de Venezuela, los carceleros del régimen chavista advirtieron a los extranjeros que están capturados que sus vidas corren peligro si la ofensiva de Estados Unidos contra la narcodictadura escala. Entre ellos está Nahuel Agustín Gallo, gendarme argentino de 34 años, padre de un niño de tres, desaparecido forzadamente desde el 8 de diciembre de 2024 y que está en ese campo de concentración.
“Si los gringos pisan Venezuela, los primeros que van a sufrir las consecuencias son ustedes”. La frase fue dicha celda por celda por el director del penal, según el testimonio que logró salir de Rodeo 1 en los últimos días. No fue una metáfora ni una bravata: fue una amenaza de muerte directa contra personas que ya están completamente indefensas, aisladas, incomunicadas y sin ningún derecho.

Las amenazas exponen, en verdad, el temor del régimen a las consecuencias de la presión internacional que lidera Donald Trump para que los cabecillas del régimen dejen el país. La flota de barcos de guerra en las costas venezolanas son la materialización de una decisión internacional de no seguir tolerando una narcodictadura que viola los derechos humanos y expande al mismo tiempo drogas y violencia por América toda.
La información sobre las amenazas llegó de manera fragmentaria, como ocurre en el sistema carcelario del chavismo. El sábado pasado, en una visita excepcional por las fiestas de Navidad, algunos presos venezolanos con hijos pudieron ver a sus familiares, algo que sucede apenas una vez al año, según pudo saber Infobae.
Uno de ellos contó lo que está ocurriendo dentro del penal. Relató que el director recorre las celdas, se burla de los detenidos y deja en claro que los derechos humanos no existen en ese lugar. “Nos pasamos por las bolas los derechos humanos”, habría dicho.
Los presos lo describen como un hombre encapuchado, omnipotente, al que comparan con Hitler por el nivel de crueldad y la certeza de impunidad con la que actúa.
Para Nahuel Gallo, esas amenazas marcan un punto de quiebre. Lleva más de un año en condición de desaparición forzada, sin defensa en juicio, sin asistencia consular, sin contacto con su familia y sin visitas desde el día de su detención. Está alojado en Rodeo 1 junto a otros extranjeros que fueron capturados en los últimos meses y convertidos en rehenes de la narcodictadura que lideran Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, jefes políticos del Cártel de los Soles, la organización criminal que desde el Caribe exporta drogas a Estados Unidos y la región.

Ante la gravedad de las amenazas, María Alexandra Gómez, pareja de Nahuel, decidió romper el silencio y hacer pública la situación. Denunció tortura psicológica contra los extranjeros retenidos ilegal y arbitrariamente en Rodeo 1 y advirtió que las amenazas de muerte exponen el nivel de violencia que ejercen los custodios y las autoridades del penal. “Hablan más del grado de violencia que dan los custodios y directores”, escribió.
Su denuncia es también un reclamo moral. “¿Tienes familia? ¿Tienes hijos? ¿Eres humano?”, preguntó, dirigiéndose al director del centro de detención. Y fue más allá: responsabilizó directamente a Maduro, a Cabello, al fiscal general Tarek William Saab y al director de Rodeo 1 por cualquier cosa que pueda ocurrirle a Nahuel y a los demás extranjeros detenidos. Mantenerlos en desaparición forzada, afirmó, los convierte en criminales de lesa humanidad.
Las amenazas contra Nahuel Gallo y los otros extranjeros no pueden leerse fuera del contexto internacional. Se producen en medio de una ofensiva creciente de Estados Unidos contra el régimen venezolano, que incluye presión diplomática, sanciones y un fuerte despliegue militar frente a las costas del país para forzar la salida del poder de los usurpadores del gobierno legítimo de Venezuela. Cada gesto de Washington parece traducirse, dentro de las cárceles, en un aumento de la violencia contra los rehenes.
La lógica de la narcodictadura es clara: cuando se siente acorralada, convierte a los detenidos en escudos humanos. Las amenazas de muerte contra Nahuel Gallo son un mensaje violento, dirigido tanto a las familias como a la comunidad internacional. No hay sutilezas ni eufemismos: si el conflicto escala, aseguran que los cautivos pagarán el precio.
Nahuel Gallo es padre, es argentino y está desaparecido en una prisión donde el tiempo se mide en miedo. “Nahuel tiene que volver sano y salvo a casa”, repite su pareja, en diálogo con Infobae, mientras cuenta los días. Ya son 379. La denuncia es hoy, mañana y todos los días, porque en Rodeo 1 las amenazas ya fueron pronunciadas. Y porque el silencio, frente a una narcodictadura, también mata.
María Alexandra Gómez confirmó un encuentro en la Cancillería argentina donde informará los detalles de la situación que se vive en ese centro clandestino de detención en las afueras de las ciudad de Caracas.
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