
El peronismo bonaerense ingresa en un momento de definiciones. El tiempo se va agotando y la necesidad de tomar un rumbo concreto presiona sobre la cabeza de los dirigentes. Unidad o ruptura. Lo que sea, pero debe definirse las próximas horas. Porque, en el peor de los escenarios, los dos sectores necesitan un margen de tiempo para armar las listas de candidatos en las ocho secciones electorales y en los 135 municipios.
En cinco días tendrán que anotar el frente electoral y en quince días se deben presentar las listas de candidatos. El tiempo es acotado. Axel Kicillof, Sergio Massa y Máximo Kirchner ya trabajan, con la lapicera en la mano, para resolver cuáles son los nombres que impulsarán desde sus espacios. Lo mismo hacen Guillermo Moreno y Juan Grabois, los dos aliados minoritarios que están inmersos en la negociación.
La discusión política que tiene el peronismo bonaerense en este tiempo está atravesada por diferentes puntos de conflicto. Se destacan el armado de listas seccionales, las internas municipales, el eje de la campaña bonaerense, el alineamiento político con Kicillof, el rol del Gobernador en la campaña, el impacto político del resultado, el armado de las listas nacionales, la efectividad del desdoblamiento, la relación entre Máximo Kirchner y Kicillof, y el camino electoral hacia el 2027.
Ante la coincidencia de los principales sectores en pugna de que no habrá unidad política, sino solo un armado de listas conjuntas, el punto neurálgico de la discusión será la proporción de la representación que tenga cada espacio y los nombres que promocione cada uno. No habrá unidad política, porque no habrá alineamiento detrás de la figura de Kicillof.

Respecto a lo primero, en el Movimiento Derecho al Futuro (MDF) la mayoría coincide en que Kicillof debería tener representación sobre un 50% de las listas y tener influencia directa en la definición en la mayoría de las cabezas de las ocho secciones electorales. En su entorno más chico suelen decir que cualquier posibilidad de definir será beneficiosa porque pasarían de no tener nada a tener algo.
Kicillof quiere tener mayor influencia en la toma de decisiones, tener prioridad en el armado de la campaña electoral de la provincia y que se reconozca el peso de su palabra como gobernador, pero también como representante de un espacio político que lidera a más de 40 intendentes de la provincia de Buenos Aires.
El rol que tenga Kicillof en la campaña, su centralidad y el acompañamiento de la coalición son otros de los temas que están en la puja, al igual que el armado de la lista nacional para el 28 de octubre. En eso hay coincidencia entre cristinistas y kicillofistas: la negociación debe ser integral. Antes del 19 de julio, deben estar acordadas las listas de candidatos provinciales y también los nacionales. Todo al mismo tiempo.
A priori, la discusión más trascendente gira sobre quiénes ocuparán el vértice de las listas en la primera y tercera sección electoral, que son las más pobladas del conurbano. Para la primera hay tres nombres que dan vuelta hace rato por las oficinas del peronismo. Son los de los intendentes Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas) y Federico Achaval (Pilar), y el ministro de Infraestructura bonaerense, Gabriel Katopodis.

Para la tercera aparecen otros tres nombres. Los intendentes Mayra Mendoza (Quilmes) y Mariano Cascallares (Almirante Brown), y la vicegobernadora, Verónica Magario. La matancera surge como una posible opción de consenso, ya que, si bien forma parte del MDF, tiene un buen vínculo con Cristina y Máximo Kirchner.
Una complicación que le puede aparecer a la alianza de unidad que hagan el kicillofismo, el massismo y el cristinismo, es que tanto en la primera como en la tercera se presenten candidatos del peronismo disidente que le resten votos. Es el caso de los jefes comunales Julio Zamora (Tigre) y Fernando Gray (Esteban Echeverría), que analizan jugar fuerte y encabezar una lista no K. Son dos expresiones que le sacarían votos a la lista conjunta de UP.
En ese nuevo espacio ya están armando la estructura de las listas seccionales para competir. Lo único que puede cambiar ese rumbo es que las negociaciones del peoronismo terminen mal y se produzca una fractura que reorganice el escenario político de la oposición.
Si Máximo Kirchner compite como primer candidato en la Tercera sección, Gray está decidido a competir para marcar bien el contraste con quien lleva casi cinco años enfrentado. Zamora está convencido de liderar una boleta en la Primera sección más allá de quién esté enfrente. Con lo que las encuestas marcan que podrían sacar, ambos pueden quitarles votos valiosos al peronismo. Votos que le pueden impedir un eventual triunfo.

Otro de los puntos de conflicto que tiene la negociación justicialista son las internas municipales. La más visible es la que protagonizan el intendente de Morón, Lucas Ghi, y el referente de Nuevo Encuentro y ex jefe comunal, Martín Sabbatella. Enfrentados y sin diálogo, afrontarán un desafío para arreglar la lista local.
El armado de listas locales en Avellaneda, Quilmes y Lanús, donde se cruzan las necesidades, los intereses y la mala relación entre Jorge Ferraresi, Mayra Mendoza y Julián Álvarez, es otro polo de conflictividad. Ante la posibilidad de la unidad circunstancial, deben definir qué lugar ocupan los nombres más fuertes en el armado de los vecinos.
Entre las discusiones que están flotando en las mesas de negociación, una es si el eje central de la campaña será pedir la libertad de Cristina Kirchner. El cristinismo impulsa esa idea y sostiene que en cada aparición pública, en cada plenario o en cada entrevista los dirigentes del espacio deben resaltar que la ex presidenta está condenada injustamente y que la quisieron proscribir.
En el corazón del kicillofismo son cuidadosos con lo que se plantea respecto a ese tema, pero en el MDF hay muchos intendentes que ven esa opción como una verdadera locura. Creen que no se le puede ir a hablar a los vecinos sobre la libertad de CFK, cuando el costo de vida se les volvió insostenible, tuvieron que cerrar sus negocios o se quedaron sin trabajos. “Es una realidad paralela la que quiere contar el camporismo”, se quejó uno de los intendentes del esquema político que lidera Kicillof.

Las rispideces de los dos armados son un espejo de la relación que hoy tienen Máximo Kirchner y Axel Kicillof. Mala, tensa, cargada de desconfianza y de resquemores. En el kicillofismo creen que el líder camporista no contribuye pare forjar la unidad.
Otro tema importante en donde hay conflictividad es en la efectividad del desdoblamiento. Después de seis meses de debate, una decisión tomada y varios cuestionamientos internos, las críticas al adelantamiento de las elecciones bonaerenses permanece vigente.
El viernes un grupo de intendentes que responden a Cristina Kirchner volvieron a insistir en la necesidad de dar marcha atrás con el desdoblamiento. Además, se quejaron de las expresiones del jefe de Gabinete bonaerense, “Carli” Bianco y remarcaron que el contexto cambió y es importante alinear la elección provincial con la nacional.
Ayer bajó la espuma cuando se llegó a un acuerdo para designar a los apoderados del PJ en la conformación del frente nuevo. Kicillof puso a su compañera de fórmula, Verónica Magario, y a Gabriel Katopodis. Los Kirchner incluyeron a los intendentes Federico Otermín (Lomas de Zamora) y Mariel Fernández (Moreno).
En la reunión hubo un acuerdo para que el peronismo bonaerense milite y reclame la libertad de Cristina Kirchner y para que haya un acompañamiento irrestricto a Kicillof. Firmaron la paz por unas horas. Siempre es una enorme incógnita saber cuánto dura esa tregua. Hay unidad. Amontonados, disgustados y maltrechos, pero se propusieron cerrar la unidad circunstancial a la que los obliga el proceso electoral.
La discusión de fondo que está dando el MDF tiene que ver con la libertad de acción, la autonomía y la capacidad de negociación de Kicillof en el camino hacia el 2027. El Gobernador quiere ser candidato a presidente y llegar a esa instancia empoderado y sin la sombra de CFK de fondo. Sin el dedo y sin sus directrices. No quiere ser el candidato de Cristina, sino el candidato del peronismo. Y ahí reside uno de los puntos de choque más delicados.
Hay muchos temas que cruzan las negociaciones. El gesto de acercamiento que se evidenció en Merlo, durante el Congreso del PJ Bonaerense, sirvió para calmar el ambiente. Ahora es el momento de empezar a puntear las listas. Se abren las puertas de la discusión por los nombres y el poder de la lapicera.
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