
Armando Cavalieri es un dialoguista de pura cepa. Desde hace más de 40 años que viene negociando con gobiernos de cualquier signo político, pero ahora se enfrenta a un dilema. Luego de mantener una actitud prudente en cada paritaria, tratando de adaptarse a la pauta oficial, acaba de firmar un acuerdo salarial como líder de la Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios (FAECYS) que el Ministerio de Economía puso en la mira y amaga con no homologar.
El aumento alcanzado con las cámaras consiste en un 5,4% en tres tramos (1,9% en abril, 1,8% en mayo y 1,7% en junio), pero, como anticipó Infobae, para el ministro Luis Caputo supera el tope del 1% mensual que busca imponer para frenar el alza inflacionaria.
En la entrevista con este medio, Cavalieri aseguró que el Gobierno sabía las cifras que estaba negociando con los empresarios, afirmó que su sindicato arrastra una pérdida salarial del 20% en el primer trimestre y se preguntó: “¿Tener salarios que aumentan 1,5% o 1,7% es realmente un peligro para la estabilidad que busca Milei? Si es así, estamos en una situación muy delicada". Y agregó: “Si creemos que esto va a hacer peligrar la inflación de la Argentina, estamos perdidos. No hay salida".

Además, dijo que “la clase media ya está harta y se está empobreciendo” y que “hay más pobres que antes”. Y anticipó que su gremio comenzará este mes a difundir sus propias mediciones de inflación, que en marzo le dieron “más o menos un 5%” cuando para el INDEC llegó al 3,7%. Y sentenció: “Bajar la inflación no alcanza hoy para comer, tenemos que volver a crecer”.
Respecto de Milei, consideró que “tiene que cambiar su estilo” porque “¿para qué necesita agraviar al divino botón?“, mientras que admitió que no tiene un diálogo institucional con el Gobierno y que ”algunos muchachos que están alrededor de Milei intervienen groseramente en la vida pública".
Reivindicó, además, la figura del Papa Francisco porque “estaba comprometido con la gente de abajo” y al hablar sobre el homenaje que le hizo la CGT el jueves pasado señaló: “El Papa resucitó en los trabajadores”.
— En el Ministerio de Economía dicen que Comercio superó la pauta en las paritarias y amenazan con no homologarlas. ¿Qué opina usted?
— La pauta es baja. El Gobierno quiere un 1% (de aumento salarial por mes). El tema es la recuperación de lo que perdimos en el primer trimestre, de casi un 20%. Estamos todos (los sindicatos) en lo mismo.
— El aumento trimestral del 5,4% que firmaron ustedes se justifica entonces porque apunta a recuperar el desfase con la inflación pasada.
— Es que el Gobierno alguna vez tiene que dejar de bajar la inflación y empezar a crecer. ¿Crecer genera inflación? Ese es el tema que se presenta con este proyecto económico.
— ¿El Gobierno estaba al tanto de de las cifras que negociaban ustedes?
— Por supuesto. Ellos (los funcionarios) están siempre hablando con el sector empresario. Y el sector empresario no se mueve sin saber cómo piensan (en el Gobierno).
— ¿Entonces el Gobierno ya sabía que iban a firmar por el 5,4%?
— No puede decir que estaba sorprendido. Nosotros lo hacemos a la luz. Los empresarios tienen contacto permanente con el Gobierno y son cautelosos para no superar una posible pauta que debe haber.

— ¿Qué pasa si el Gobierno cumple su amenaza de no homologar?
— Dialogaremos con ellos para saber qué es lo que pretenden. Esperamos convencer al sector empresario de que pague igual el aumento. No es una diferencia abismal. Para un supermercado, pagar un 1% de aumento salarial no es una catástrofe.
— El Gobierno asegura que quiere contener los aumentos salariales dentro de la pauta para evitar que crezca de nuevo la inflación.
— ¿Tener salarios que aumentan 1,5% o 1,7% es realmente un peligro para la estabilidad que busca Milei? Si es así, estamos en una situación muy delicada. Más que la inflación, hay que entender que a lo mejor la gente se está dando vuelta y siente que el ajuste disminuye su calidad de vida. Y esto también es una advertencia a toda la dirigencia política.
— ¿Se profundizará un escenario de conflicto por el tema salarial?
— Paulatinamente se va a ir agrandando la brecha entre el Gobierno y el movimiento obrero. Igual va a suceder en otros sectores, como pasa con la permanente agresión al sector periodístico. Alguna vez va a tener que arreglarse dialogando o, de alguna manera, bajar el telón.
— ¿Qué significa bajar el telón?
— Bajar el telón es, por ejemplo, tirar las cámaras fotográficas en medio de la calle y listo. Me parece que Milei tiene que cambiar su estilo. ¿Para qué necesita agraviar al divino botón? Si él está convencido de lo que hace y cree que tiene éxito, bueno... Y si en las elecciones logra un apoyo importante será un aval. ¿Para qué necesita una agresión en el medio?

— Usted tenía una actitud más cautelosa ante el Gobierno y fue endureciendo su postura. ¿Está viendo señales preocupantes?
— La clase media ya está harta. Está mal. Se está empobreciendo. No es verdad que hay menos pobres, Hay más pobres que antes. Lo que pasa que hay una informalidad que no se cuenta. Hay mucha gente que trabaja sin ley. Lo digo porque acá llega toda la información. Por ejemplo, desde el mes que viene vamos a sacar nuestro índice de inflación.
— ¿Van a elaborar un índice propio?
— Sí, nuestro departamento económico va a medir la inflación. Tenemos un sistema informático muy bueno en todas las provincias, donde nos mandan los costos. Ya lo teníamos y ahora lo vamos a difundir.
— Hasta ahora, ¿les dio mayores valores que los del INDEC?
— En marzo, más o menos un 5% (para el INDEC llegó al 3,7%). Y en algunas provincias, donde la pobreza es muy notable, fue más alto.
— ¿Cómo está la actividad en Comercio?
— Nuestro sector está en la informalidad. El comerciante pequeño, de uno, dos o tres empleados, no toma más personal. “Vení a laburar todos los días a las ocho y yo te pago a fin de mes lo que pueda; te quedás o te hacés monotributista”.

— ¿Todas las medidas económicas que se tomaron y la Ley Bases no produjeron ningún efecto favorable a las pymes en materia laboral?
— El tema es el costo laboral de las empresas. El costo lo tiene el trabajador, no lo tiene el empresario. La cuota sindical la paga el trabajador. ¿Qué se están ocupando del sector del costo laboral? A lo sumo, el trabajador siempre tuvo la libertad de venir y renunciar. Pero no lo tiene el empresario. ¿El costo empresario cuál es? La cuota solidaria no es le afecta al empresario en sí. Pero el laburante también tiene su retribución. Una obra social como la de Comercio no la tiene ningún otro gremio, con un sanatorio que es ejemplo en la Argentina.
— ¿A la CGT no le hace falta discutir una estrategia frente al Gobierno?
— Sí, claro. Esa es la pata renga que tenemos en la CGT.
— Si el Gobierno convoca a un diálogo, ¿la CGT está dispuesta a ir?
— Claro, para discutir estas cosas. Igual, la CGT también tiene que tener la amplitud de reconocer que está desamparada. Sólo le quedaba el Papa como referente político porque hablaba de la justicia social. El lenguaje, el estilo, las cosas que decía, demostraban que Francisco estaba comprometido con la gente de abajo. Nosotros el jueves le hicimos un homenaje (por el la marcha de la CGT del 30 de abril). Y sentimos que el Papa hoy resucitó en los trabajadores.
— ¿La figura del Papa alcanza a veces para resolver los problemas?
— En el mundo hay una transformación. El Papa representaba la inteligencia humana, no la artificial. Él se refería a eso. Yo tuve algunas conversaciones con él en Roma y hablaba de eso. Tenemos que tener cuidado con la inteligencia artificial. A ver si reemplaza al hombre. Por eso hablamos de la inteligencia humana como mecanismo para entendernos. No hace falta que venga un tornillo para modificar nuestra inteligencia sino la adaptación de la doctrina. O sea, que uno sea liberal no significa que tiene que tirar todo por la ventana y castigar a cualquiera porque sí. No puede ser. Tiene que haber un diálogo fraterno. La Argentina necesita que los 45 millones que somos por lo menos estemos de acuerdo en dos o tres puntos fundamentales para poder convivir.

— ¿La CGT está en una postura muy dura? ¿Debería cambiar?
— La CGT se encontró con que no había un diálogo común como hubo con cualquier gobierno, sea de derecha o de izquierda. Se encontró con un muchacho como Milei que se convirtió en presidente y empezaron los proyectos que quieren cerrar los sindicatos, la cuota solidaria, el costo laboral. ¿Qué costo laboral? La gente pone la plata para que el sindicato lo defienda bien, para que tenga una obra social como corresponde, para que tenga un seguro de vida y cuando se caiga muerto la señora cobre un seguro. Todas esas cosas las construimos nosotros y otros gobiernos, no los peronistas nada más. No se discutía eso. Al trabajador le interesa tener una protección y más con este sistema político.
— Por lo que usted plantea, parece que la CGT estaría más cerca del cuarto paro general que de aceptar un diálogo con el Gobierno.
— No lo sé porque la gente quiere sostener el sistema democrático y sabe que la dictadura ya la sufrió. El tema es cómo conseguimos que la democracia se fortalezca y que también que la economía fortalezca a la gente, no que la empobrezca cada vez más. Por eso que hoy no homologuen el convenio es una barbaridad. La gente piensa y se da cuenta: ¿un aumento del 1,5 o 1,7 hace peligrar la inflación del mes? Y otra cosa con respecto a la cuota solidaria: el costo empresario no es ese sino que el costo es del trabajador. Y el trabajador sabe dónde gastar la plata y si aporta al sindicato sabe por qué lo hace. ¿Quién le defiende el salario? ¿Quién le defiende el despido? ¿Quién le defiende la jubilación? ¿Quién defiende el seguro de vida? ¿Quién le defiende la salud? Te voy a decir una cosa: hay pendiente en la Argentina una explosión de la crisis sanitaria y se va a expresar más tarde o más temprano. Así como tuvimos a la universidad de la calle, vamos a tener a la salud en la calle.
— ¿El sistema de salud está colapsado?
— Es tremendo lo que está pasando en la salud y de eso, por ejemplo, necesitamos hablar con el Gobierno. ¿Qué hacemos con la salud?
— Usted habla desde hace 40 años con todos los gobiernos. ¿No tiene buenos interlocutores en la administración Milei para hablar de esto?
— No hay interlocutores. Algunos muchachos que están alrededor de Milei intervienen groseramente en la vida pública. Hay que tener más diplomacia, más talento político para hacerse entender y hacer entender a la gente.

— ¿Pero no hay puentes entre entre usted y el Gobierno?
— Hay puentes, pero no son conversaciones institucionales. Creo que el sector empresario también tendría que estar, no digo en un Pacto de la Moncloa, porque aquello fue una idea de los españoles, pero acá tendríamos que ir visualizando ya de qué forma vamos a encauzar el crecimiento económico sin que afecte la inflación. Ese es el dilema. Si no, no tenemos destino.
— Usted es un dialoguista que no encuentra forma de dialogar.
— He dialogado con mucha gente y sé que el diálogo conduce a esclarecer o entender al otro. Sé que Milei se encontró con un lío fenomenal y en un año hizo un ajuste muy ortodoxo que generó desempleo, informalidad.
— ¿Es lo que hay que hacer o había otro camino?
— Creo que había que hacerlo más despacio, más combinado, más soportable para toda la gente. Si Milei tiene el privilegio de ser un buen economista, también tiene que ser un buen entendimiento que nos explique a nosotros de qué forma se puede conducir de otra manera y nosotros llamar a unos y a otros para confrontar esas ideas. No en el sentido confrontativo de romper, sino en el de escuchar ideas. Ese es el asunto. Bajar la inflación no alcanza hoy para comer. Tenemos que ver de qué forma volvemos a crecer.
— ¿Eso implica poner más plata en el bolsillo de la gente?
— Eso implica definir, por ejemplo, si podemos sustituir importaciones. Tenemos que hacerlo y generar inversiones para eso. El presidente de Estados Unidos se dio cuenta de que los chinos hacen hasta los botones y que no tiene mano de obra norteamericana. Acá, necesitamos que el Estado que sirva para inducir las inversiones que generen trabajo y sustitución de importaciones para lograr fuentes de empleo. Si no, ¿qué hacemos con los 40 millones de argentinos?

— ¿Cree que el gobierno de Milei está en esa senda?
— No lo sé, pero hay otros datos que preocupan. Si es cierto que van a prohibir el aumento salarial, ¿por qué el Gobierno interviene en esta negociación si es liberal? Si yo llego a un acuerdo por 1,5% o 1,7% de aumento, ¿qué pauta estoy violando? Si creemos que esto va a hacer peligrar la inflación de la Argentina, estamos perdidos. No hay salida.
— Aun así, las encuestas siguen registrando que hay un amplio porcentaje de argentinos que apoyan a Milei. Y allí debe haber muchos trabajadores.
— La gente está más cerca de ver que fue la protagonista del ajuste, pero el ajuste tiene que tener un término para llegar a una inflación aceptable. ¿Cuál es la inflación que tenemos que tener? ¿De menos cero? ¿Cuánto más falta despedir? ¿El sector público va a desaparecer totalmente? ¿No va a haber más colegios públicos, hospitales y universidades? ¿Quién va a sustituir al Estado? Estos son los temas que debemos discutir en una mesa. Así como se entendió el tema universitario, podemos ponernos de acuerdo en muchas otras cosas.
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