
El kirchnerismo y la Unión Cívica Radical (UCR) blindaron en las últimas semanas un pacto en la bicameral que controla la Defensoría del Niño y que tiene a su titular, Marisa Graham, con mandato autoprorrogado por ella misma desde enero pasado. La irregular situación, que ya casi nadie disimula en el Congreso, pasó de un enérgico apuro para activar a la comisión y llamar a un concurso para renovar autoridades que, ahora, desapareció por arte de magia.
Desde el último trimestre del año pasado, Infobae contó que el Gobierno libertario buscaba que Graham llegara al final de su mandato -a finales de febrero- y abandonara la Defensoría. Por eso demoró la conformación de la bicameral. Entre las críticas, aparecían la de haber colonizado el organismo -quedan fuera de esto los pocos que, desde hace décadas, se preocupan de verdad por la niñez- y la de haber militado la ley de interrupción voluntaria del embarazo (IVE).
¿Qué hizo Graham? Como la Defensoría tenía centenares de casos delicados -al menos, 400, según fuentes de la entidad- y la representación de los mismos no podía quedar en un limbo, consultó a su equipo de asesores legales y el 7 de enero pasado no dudó en firmar una resolución. Allí, impuso: “En caso de no encontrarse dispuesta la reelección, o designación del sucesor del/la Defensora/or de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes al vencimiento de su mandato, así como la del/la Defensora/or Adjunta/o, en su caso, estos continuarán en el ejercicio de sus funciones hasta tanto se efectúe la renovación de los mismos, de corresponder, o se designe sus sucesores”.
La ley 26.061 de 2005, de protección integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes, que establece en su artículo 49 que “el Defensor de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes será propuesto, designado y removido por el Congreso Nacional, quien designará una comisión bicameral que estará integrada por diez miembros, cinco de cada Cámara respetando la proporción en la representación política, quienes tendrán a su cargo la evaluación de la designación que se llevará a cabo mediante un concurso público de antecedentes y oposición”.
El 6 de marzo pasado, una errática estrategia, impulsada -entre otros- por el jefe libertario en Diputados, Gabriel Bornoroni (Córdoba), y la senadora oficialista y pastora Vilma Bedia (Jujuy), derivó en una poco novedosa unión entre radicales y kirchneristas para que la diputada del centenario partido Natalia Sarapura (Jujuy) quedara a cargo de la bicameral. Graham está apuntada por su cercanía con el cristinismo; los radicales, por “contar” como propio al defensor adjunto, quien permanece abrazado a la resolución de enero último.
¿Qué ocurrió el 6-3? Según pudo saber este medio, hasta la noche previa, estaba sellado un pre acuerdo entre el oficialismo, el PRO y la UCR para, con seis votos, ubicar en la presidencia a la diputada Sarapura. No obstante, durante una reunión informal realizada horas antes de la conformación de la comisión, apareció el nombre de la libertaria Nadia Márquez. Con esa imposición repentina es que los libertarios fueron a la bicameral.
Con el movimiento que ya preveían y tenían en conocimiento todos los legisladores, se pasó a la votación de Márquez. Allí, los dos oficialistas y los dos macristas avalaron, mientras que el kirchnerismo rechazó. La sorpresa llegó con las radicales Sarapura y la senadora Mercedes Valenzuela, que se abstuvieron. De esa manera, todo quedó trunco.
Tras el traspié, se solicitó un cuarto intermedio de cinco minutos que, como suele ocurrir, se estiró. Al regreso, la propuesta de Sarapura como presidenta de la bicameral fue acompañada por ella, su colega Valenzuela y el kirchnerismo. Todo al revés de lo que pensó La Libertad Avanza. Bornoroni estuvo presente en la reunión y quedó como responsable de una derrota que disfrutaba, a dos metros de él, su par de Unión por la Patria, Germán Martínez.

Finalizado el convite, un sector del oficialismo observó a la UCR -el centenario partido es manejado a nivel nacional por el actual senador porteño Martín Lousteau- por los “intereses” dentro de la Defensoría del Niño. Lo importante: Graham continúa con su tarea y sin opiniones de parte del Congreso, que es quien regula su funcionamiento. Mientras Bornoroni daba vueltas durante el cuarto intermedio del 6 de marzo y hacía algún chiste con el kirchnerismo, la diputada peronista Victoria Tolosa Paz cerraba un entendimiento con Sarapura. Ambas se conocen desde que fueron ministras nacional y provincial, respectivamente.
En los últimos días, un nuevo combo de actos y la actualidad de la bicameral -de nuevo en sueños- destapó la verdadera y penosa guerra que se esconde detrás de todo esto: instalar el aborto como la única guerra dentro de toda el área dedicada a la niñez. Por caso, el martes último se lo vio en la Cámara alta al fundador de la fundación CONIN, Abel Albino, quien disertó en el seminario “25 de marzo: Día del niño por nacer; políticas para cuidar la vida”. También participó la vicepresidenta y titular del Senado, Victoria Villarruel.
Albino es el médico que años atrás, durante uno de los debates sobre el aborto en el Congreso, puso en duda -en modo temerario y en contra de toda la evidencia científica recolectada en las últimas décadas- al preservativo como método efectivo de protección ante infecciones de transmisión sexual. Al término del encuentro, varios invitados se acercaron a saludarlo. También quisieron llevarse una foto de recuerdo.
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