Beatriz Sarlo: la frase “Conmigo no, Barone” y el día que contó que le ofrecieron la vacuna contra el COVID por “abajo de la mesa”

Fueron dos momentos importantes en los que Beatriz Sarlo estuvo en boca de todos. Destacada ensayista, crítica literaria y también una polemista eficaz, la escritora sabía transitar los estudios de televisión, las radios y la gráfica con solvencia. Pero en 2011 y en 2021 fue ella misma protagonista de la noticia, con dos momentos memorables que expusieron su posición ante la vida y relataron una coyuntura histórica. La discusión en el programa propagandístico 678 con el panelista Orlando Barone, en plena discusión de la Ley de Medios, y la revelación -diez años después- de que había recibido un ofrecimiento “por debajo de la mesa” para recibir la vacuna contra el COVID, describieron de manera precisa a la persona y su tiempo.

Son recuerdos que reaparecen al confirmarse, la mañana de este 17 de diciembre, que Sarlo murió a los 82 años en el Sanatorio Otamendi. Había ingresado hace tres semanas por un ACV irreversible y ya no regresará a su modesto departamento del barrio porteño de Caballito, ni a su Ferrocarril Oeste querido, ni a los libros.

El primero de los recuerdos se remonta a mayo de 2011, cuando la discusión por la Ley de Medios que impulsaba el gobierno de Cristina Kirchner se filtraba en cada hecho político, social y público. Beatriz Sarlo había sido convocada como la intelectual más destacada de la Argentina para debatir sobre esa ofensiva gubernamental que buscaba doblegar a los medios que se enfrentaba al kirchnerismo.

En los hechos fue una pelea de ocho contra uno. Ricardo Forster, Eduardo Javier “Cabito” Massa Alcántara, Sandra Russo, Carlos Barragán, Nora Veiras, Orlando Barone, Gabriel Mariotto, y Luciano Galende -varios de ellos terminarían siendo funcionarios o empleados públicos- versus Sarlo. Lo único que quedó de ese programa nocturno no fue el análisis o la reflexión panfletaria de ningún panelista, sino una frase que durante años fue utilizada por la calle: “Conmigo no, Barone”.

¿Pero qué quiso decir la ensayista y por qué tuvo tanto impacto esa frase? La respuesta es que esa definición desnudó la ficción de kirchneristas que se habían embanderado con la causa del gobierno y que desde esa posición, atacaban a los críticos desde una posición moral. Con un largo circunloquio, Barone cuestionó a los periodistas que trabajaban en Clarín y Sarlo lo cortó en seco: “Conmigo no, Barone, vos trabajaste en Extra en los ‘90, en La Nación. Conmigo no”.

Esas tres palabras fueron suficientes para exponer lo que era evidente: periodistas con pasado en medios que luego se ocupaban de desprestigiar a esos medios en los que habían trabajado, desde radios, televisión y diarios sostenidos económicamente desde el Estado.

Diez años después, Sarlo volvió al centro de la escena. Cuando todavía no había estallado el escándalo del vacunatorio VIP -el trasiego de repartir vacunas a los amigos del poder- la escritora contó en un canal de televisión que le habían ofrecido ser inmunizada de manera, al menos, irregular. “Me ofrecieron la vacuna bajo la mesa y dije: ‘Jamás, prefiero morirme ahogada de COVID’“, contó ante el senador Mariano Recalde, Victoria Tolosa Paz, el diputado Pablo Yedlin, y los ex funcionarios de Cambiemos Adolfo Rubinstein, Hernán Lombardi y Alejandro Finocchiaro, en el programa “A dos voces”, de TN.

Al hacer un repaso del panorama político judicial, Sarlo indicó que “tiene que haber un acuerdo político-intelectual donde aquellos que han delinquido vayan presos, se llamen Boudou, Cristina Kirchner, Mauricio Macri o el Espíritu Santo”. “No me importa su naturaleza transhumana. No puede ser que se ponga en discusión si alguien va a ser condenado: la condena o la posible condena y si tiene derecho a un curso de filosofía. Habría que hacer una escena cómica sobre el asunto”, amplió.

En ese punto, Recalde la interrumpió: “Otro acuerdo que deberíamos tener es no condenar a través de los medios de comunicación. Y que los delitos que cometan Beatriz Sarlo o quien fuera, se juzguen”. Y Sarlo replicó: “Por el momento ninguno. Me ofrecieron incluso la vacuna, bajo la mesa, y dije ‘¡Jamás! Prefiero morirme ahogada de COVID’. O sea que, por el momento, ninguno”.

Después de ese episodio, terminó siendo convocada a declarar ante la Justicia para que dijera quién le había ofrecido eso. Reveló que quien le mencionó esa posibilidad fue la esposa de Axel Kicillof, Soledad Quereilhac, a quien conocía por cuestiones académicas. En esa causa, el principal acusado era Ginés González García, quien también falleció hace pocas semanas. De todo eso quedó un expediente inerte.

Pero la frase de Sarlo “Me ofrecieron la vacuna bajo la mesa y dije: ‘Jamás, prefiero morirme ahogada de COVID” y el “Conmigo no, Barone”, dejaron un testimonio de vida singular, de una actitud ética y, a la vez, valiente.

En la entrevista que brindó en mayo del año pasado, a Infobae Beatriz Sarlo habló desde un lugar diferente:

- ¿Qué la hace reír con ganas y qué la hace llorar?

Qué me hace reír con ganas… Los chistes gráficos me gustan mucho. Los de los diarios -no voy a mencionarlos- me gustan mucho. Algunas de las comedias de cine, Woody Allen y esas grandes comedias. ¿Qué me hace llorar? Llorar no me hace nada.

- ¿Por qué?

La respuesta es un poco larga, pero aquellos que fuimos entrenados en literatura y en esos rubros, siempre conservamos una distancia muy fuerte frente a los textos o frente a las películas o frente a lo que sea. Conservamos la distancia, como una especie de extrañamiento que nos permite, supuestamente, juzgarlos mejor.

- Eso también se traslada a la vida real.

Sí. Totalmente. Es automático. Veo dos planos de una película e inmediatamente sé cómo voy a ubicarme frente a esa película. Y esto se traslada a la vida real, sin duda.

- ¿Qué libro le falta escribir?

El que estoy escribiendo, pero no voy a decir el título.

- ¿Ni tampoco de qué va?

Es sobre lo que se aprende y lo que no se aprende.