
De golpe, como una ráfaga, la corrupción vuelve a las primeras líneas de la agenda pública. El caso del senador Edgardo Kueider, detenido en Paraguay al ingresar con una mochila cargada de dólares, sacudió el tablero y, a la vez, amplificó una serie de hechos que reponen las peores sombras sobre la política. No sólo eso: las novedades judiciales hablan de tiempos muchas veces eternos para resolver causas sonoras. Y disputas como la que abrió el escándalo del legislador entrerriano adicionan el espectáculo del juego cruzado para evitar costos o explotar el daño considerado ajeno.
Kueider llegó al Senado por el peronismo/kirchnerismo, después se escindió y más tarde acompañó al oficialismo en proyectos gravitantes. Ese recorrido es fragmentado según las necesidades de cada espacio. El núcleo K recorta el último tramo para decir o sugerir, como hizo Cristina Fernández de Kirchner, que los dólares incautados en Paraguay serían expresión de acuerdos “tarifados” con el oficialismo. Y desde Olivos, le piden a la ex presidente que se haga cargo de los “suyos” y recuerdan casos de corrupción en las etapas K. La situación amenaza con extender la batalla al Congreso, que, por lo demás, sigue sin convocatoria formal a extraordinarias.
El espectáculo es llamativo y coloca al PRO y a espacios opositores dialoguistas en una situación complicada porque domina la renovada y alimentada grieta. El kirchnerismo centra su embestida exclusivamente y en grado extremo contra el senador. Y el oficialismo sube otro escalón y propone ir contra todo legislador que tenga causas abiertas -no se especifica por ahora en que instancia procesal-, algo que no parece la mejor respuesta, porque tiene eco de otras etapas en las que fue usada la generalización. Parece estrecho el camino para definir la respuesta sin forzar límites institucionales.
Por lo pronto, en la superficie, la discusión es entre el intento kirchnerista de votar la expulsión de Kueider o la aceptación de un pedido de licencia. Pero está claro que la cuestión política es colocar la carga en la otra vereda. Y la disputa agrega otro tema formal que es el poder para convocar a una sesión para este caso. La cuestión política, por supuesto, es otra. En el círculo K imaginan que podrían astillar el discurso mileista. Y desde el Gobierno se muestran dispuestos a ampliar al máximo el tema y colocar el foco en el kirchnerismo.
En sintonía con la línea marcada de entrada por CFK, legisladores de UxP motorizaron de inmediato un pedido de sesión del Senado, para el jueves que viene, con el único objetivo de expulsar a Kueider -y de paso sumar una legisladora camporista- o, en rigor, colocar al oficialismo en situación de virtual defensor. Otra ficha fue jugada en Diputados, sin sustento, con el impulso a una “investigación” sobre la aprobación de la Ley Bases. El principal operador fue Santiago Cafiero, que a su vez asoma entre los nombres que sugiere la respuesta de Olivos: ir a la carga contra diputados y senadores que tengan causas por manejos turbios.
En ningún caso, podría evitarse el señalamiento de Kueider como pieza destacada de las últimas gestiones peronistas en su distrito, Entre Ríos, con cargos destacados en la etapa de Gustavo Bordet. Precisamente, de ese pasado derivaría alguna investigación judicial. La provincia, como salió a destacar Rogelio Frigerio, viene sacudida por otros casos y, en especial, por la detención de Sergio Urribarri, ex gobernador y ex embajador, hace poco más de dos semanas.

Ese antecede le dio mayor repercusión a otro hecho, en medio de un conjunto de novedades con similar denominador. La Corte Suprema de Justicia anuló el viernes la destitución de Cecilia Goyeneche, fiscal anticorrupción de Entre Ríos, que había investigado a Urribarri y fue removida del cargo como parte de una ofensiva política de lectura obvia. Se abre ahora otro capítulo en la instancia provincial.
De mayor calibre resultó la decisión sobre una causa que conmocionó al mundo político y empresarial hace ya más de seis años. El Tribunal Oral Federal que tiene a su cargo la causa de los cuadernos de las coimas fijó fecha para el inicio del juicio: será el 6 de noviembre del año próximo. Pueden anotarse aún planteos y recursos que dilaten el proceso, que involucra a CFK y una muy larga lista de ex funcionarios y empresarios de la construcción.
Es una causa enorme en todo sentido. Y las señales que acaba de dar el tribunal son encontradas. Recuerda que el tema sigue abierto y habla además de los tiempos judiciales. Eso último, en algunas causas, es irritante y hasta pone en discusión el criterio de justicia. Hace una semana, la Cámara de Casación confirmó la sentencia en el caso de la valija de Antonini Wilson. Pasaron más de 17 años desde aquel episodio.
No se trata únicamente de temas del pasado. Alberto Fernández tuvo que presentarse en Comodoro Py en la causa abierta por el negocio de los seguros. También debieron hacerlo otros involucrados, convocados a indagatoria por Julián Ercolini. Y el trámite coincidió, en términos políticos, con las tensiones provocadas por la caída del proyecto de Ficha Limpia, en Diputados.
Ese desenlace legislativo generó cruces y tensiones que superan los límites del Congreso. Y sobre todo el final, luego de ausencias variadas que hicieron caer por segunda vez el tratamiento de la iniciativa impulsada por el PRO. Sobrevino una respuesta del Gobierno, que por ahora demora el impulso a un proyecto propio y “mejorado” del texto anticorrupción.
Ese punto hace a la batalla del discurso. Y trasciende la consideración más limitada de los datos de encuestas en el capítulo sobre preocupaciones de la sociedad. La evaluación más extendida entre consultores -el consenso- ubica al tope cuestiones económicas -con temas como la pobreza y el empleo desplazando a la inflación- y más lejos a cuestiones como la inseguridad y la corrupción.
Eso no significa necesariamente desinterés sino más bien el lugar en una escala dominada por los temores antes que por el malestar. Como sea, para la mayoría de los espacios políticos sigue siendo un rubro central para la disputa. Y eso mismo, aunque resulte paradójico, lo hace trepar posiciones en la agenda pública, con el añadido escandaloso de casos recientes y algunas novedades de procesos judiciales que parecen sin fin.
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