
No cualquiera presenta un libro ante 1500 invitados, gran parte de los cuales eran los principales dirigentes de la oposición. Mauricio Macri lo hizo con “Para qué” en un acto donde ningún detalle quedó librado al azar, en una sugestiva puesta en escena de un ex presidente que graficó su vocación de liderazgo, ratificó su condición de mentor del espacio y dejó abierta su propia apuesta para 2023.
Estuvieron presentes todos los matices de la dirigencia del PRO, desde las “palomas” más tibias hasta los “halcones” más encarnizados; un puñado de radicales, de peronistas republicanos y de representantes de la Coalición Cívica (CC), pero la atención inicial estuvo puesta en los ausentes: los más notorios, el presidente de la UCR, Gerardo Morales; el neurocientífico Facundo Manes, el senador radical Martín Lousteau y la fundadora de la CC, Elisa Carrió. A todos les enviaron la invitación y luego fueron llamados para confirmar que la habían recibido (por eso había malestar en el equipo del ex presidente con Manes, quien dijo en varias entrevistas no haber sido invitado).
Hubo faltazos entendibles para el entorno macrista, como los casos del senador radical Alfredo Cornejo y del diputado Ricardo López Murphy, de Republicanos Unidos, quienes estaban de viaje.

La organización fue impecable. Hubo más del doble de concurrentes que en la presentación del anterior libro de Macri, donde asistieron 700 personas. Y, pese a que había mucha militancia macrista, se registró un solo momento en el que se perdió la imparcialidad política y se coreó “Se siente, se siente, Mauricio presidente”: fue cuando el ex mandatario entró en el salón Auditorio de la Rural y el estribillo surgió de un cordón humano que se formó para que ingresara sin sobresaltos, en donde estaban la llamada “juventud lombardista” (que respondía al diputado Hernán Lombardi, uno de los organizadores del acto), el diputado nacional del PRO Federico Angelini y ex ministro de Desarrollo Social bonaerense Santiago López Medrano.
En la platea había ex funcionarios del gobierno de Cambiemos como Nicolás Dujovne, Hernán Lacunza, Andrés Ibarra, Francisco Cabrera, Germán Garavano, Luis Etchevehere y Guillermo Dietrich, entre otros; intendentes como Néstor Grindetti, Manuel Passaglia, Julio Garro, Diego Valenzuela y Martín Yeza; legisladores nacionales, bonaerenses y porteños del PRO y de otros partidos (Waldo Wolff, Martín Tetaz, Fabián Perechodnik, Alex Campbell y Santiago Passaglia, entre otros); empresarios como Nicolás Caputo y Cristiano Ratazzi; los artistas Luis Brandoni, Juan Acosta, Maximiliano Guerra y María José Demare, el neurólogo Conrado Estol y el ex barón del conurbano Jesús Cariglino. Tampoco faltaron futbolistas como Diego Cagna y Norberto Alonso.

Pese a que entre el público había muchos políticos y un notoria mayoría de simpatizantes macristas, el acto nunca abandonó las características de la presentación de un libro. En muy pocas oportunidades tuvo un clima de encuentro político-partidario y, aunque varias veces las palabras de Macri terminaron en aplausos, se registró un solo momento en el que gran parte de la concurrencia se puso de pie y estalló en una ovación: fue cuando el ex presidente despotricó contra el elevado costo de Aerolíneas Argentinas (10.600 millones de dólares hasta fin de año, según dijo) y aseguró que con ese dinero “tendríamos la mejor red de trenes del mundo” y “eso serían miles de puestos de trabajo”.
“Entonces, ¿dónde mierda están las prioridades? A mí no me corren más, ningún progre nos puede correr. Ese discurso progre cínico no me lo banco más”, bramó Macri e hizo delirar a la platea. “Volveremos, volveremos otra vez a ser gobierno en 2023″, cantaron casi a los gritos.
La dinámica del acto fue similar a la de su anterior libro, “Primer tiempo”: sobre el escenario, Macri respondió preguntas de Pablo Avelluto, ex ministro de Cultura, quien lo ayudó con la edición de los textos, y se exhibieron varios videos. A diferencia de la presentación de marzo de 2021, de todas formas, las filmaciones fueron más extensas y eso conspiró contra el ritmo del evento. En el primero aparecieron elogiando a Macri figuras internacionales como el ex presidente de Colombia Álvaro Uribe y el ex primer ministro de Australia Malcolm Turnbull. En el segundo hablaron sobre el ex presidente amigos y compañeros de su paso por Socma, la empresa fundada por su padre, Franco.

El tercer video mostró testimonios de dirigentes que compartieron con Macri sus inicios en la política y en la gestión de la Ciudad de Buenos Aires: además de Gabriela Michetti, que estaba presente en el salón, allí hablaron Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal, como si el ex mandatario hubiera procurado equilibrar esas apariciones para que no haya sospechas de favoritismo (no aplicó ese criterio, apenas comenzó a hablar, cuando Macri chicaneó a los hinchas de Racing, como Larreta, por el campeonato que Boca Juniors ganó en la última fecha de la Liga Profesional).
Esa misma intención pareció haber tenido sus ubicaciones en el auditorio: los tres presidenciables del PRO estuvieron sentados en la primera fila, en el sector central, donde el orden fue el siguiente: Bullrich, Humberto Schiavoni, Miguel Angel Pichetto, Fernando de Andreis, Ramón Puerta, Miguel Angel Toma, Cristian Ritondo, Vidal, Rodríguez Larreta, Jorge Macri y Julio Garro. En un extremo de esa fila estaba el economista Carlos Melconian, quien no dejó de revisar su celular. En esa postal privilegiada no estaban el larretista Diego Santilli, relegado a la segunda fila del sector derecho de la sala, ni tampoco los candidatos bonaerenses bullrichistas Joaquín de la Torre y Javier Iguacel.
En ese mismo sector derecho, la primera fila incluyó a Juliana Awada, la esposa de Macri, y su hija Antonia, al lado de quienes se sentaron radicales como Mario Negri, Luis Naidenoff y Rodrigo de Loredo, y dirigentes de la Coalición Cívica como Maximiliano Ferraro, Juan Manuel López y Maricel Etechecoin. En el salón había referentes larretistas como Felipe Miguel, Fernando Straface, Eduardo Macchiavelli y Enrique Avogadro, entre otros, pero no se los vio cerca de bullrichistas de pura cepa como Gerardo Milman, Federico Pinedo, Laura Rodríguez Machado y Marcelo Peretta. El partido de López Murphy estuvo representado por el legislador porteño Roberto García Moritán.

A todos, con la excusa de contar la intención de su libro, les bajó línea para encontrar el “para qué” volver al gobierno en 2023. “Necesitamos estar convencidos de lo que hay que hacer. Las ideas equivocadas se han impregnado en una parte de la sociedad. Las piedras van a volver, el para qué es importante y pone todo en perspectiva”, afirmó. No dio pistas sobre su futuro y mucho menos acerca de si finalmente se presentará como candidato. Sobre el escenario dio más la idea de un líder que procura influir de manera decisiva sobre las ideas que se aplicarán desde la Casa Rosada.
Se mostró tan magnánimo que sostuvo que “falta el año más rico de todos, va a ser muy importante para cristalizar ideas y valores” y aseguró que “puede que al final termine en una propuesta de un cambio sin concesiones y con otra de un cambio con límites: la gente elegirá”.
Otras de sus definiciones fueron: “Necesitamos estar todos compactos, muy juntos, amuchados”; “Alguien nos convención de que competir es malo, pero todos mejoramos cuando competimos; Tenemos que dar el ejemplo, de poder competir con altura, con ideas, con valores, hablándole de frente a la gente”. “Esta gente (por el Gobierno) está dejando una bomba peor que en 2015″.

El único momento en el que Macri pareció salirse del libreto fue cuando anunció que era el cumpleaños de Pichetto e invitó a cantarle el “Feliz cumpleaños”, pero quizá el entusiasmo lo llevó a desafinar. Algunos se acordaron de cuando cantó temas de Queen con Marcelo Tinelli, en 2009.
La musicalización del acto fue un detalle que a varios no les pasó por alto. Antes de que llegara Macri se escuchó “Cuando pase el temblor”, de Soda Stereo (¿una alusión al Gobierno?) y el cierre fue con “Hope Of Deliverance”, de Paul McCartney, que habla de que “vivimos con esperanzas de liberación”, pero lo más significativo fue su entrada al salón con “Back In Black”, el clásico de AC/DC, cuya letra quizá coincide con lo que le está pasando por la cabeza al ex presidente: “Tienen que atraparme si me quieren colgar/porque he vuelto al camino y evito las críticas/nadie volverá a censurarme/así que mírame ahora/Tan sólo juego mis cartas/No intentes tentar tu suerte/tan sólo apártate de mi camino”. Y el estribillo es más explícito aún cuando repite: “Estoy de regreso”. ¿Se animará Macri a cantarla en 2023?
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