
El expresidente Pedro Castillo llevó su juicio por el fallido golpe de Estado de diciembre de 2022 al plano del espectáculo. Desde la primera audiencia, Castillo desplegó estrategias de protesta, escándalos y declaraciones altisonantes, utilizando la sala judicial como tribuna para denunciar persecución y deslegitimar el proceso. Cada etapa del juicio estuvo marcada por episodios que desbordaron el marco judicial y se instalaron en la opinión pública como verdaderos “shows” protagonizados por el exmandatario.
Durante la audiencia de este 27 de noviembre, la atención nacional se centró en el veredicto de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema, que declaró a Pedro Castillo culpable de conspiración para la rebelión. El tribunal concluyó que Castillo lideró un plan coordinado para quebrar el orden constitucional el 7 de diciembre de 2022, por lo que se le impuso una condena de 11 años, cinco meses y 15 días de prisión.
La sentencia también alcanzó a Betssy Chávez y Willy Huerta, mientras que Aníbal Torres recibió una pena menor debido a su edad. La decisión incluyó dos años de inhabilitación para ocupar cargos públicos y el pago solidario de 12 millones de soles (más de USD 3,5 millones) por reparación civil.
En la resolución, la sala absolvió a Castillo de los delitos de abuso de autoridad y grave perturbación de la tranquilidad pública, al considerar que su mensaje a la Nación, aunque causó alarma social, reflejó la ejecución de una decisión real y planificada para vulnerar el orden democrático. El fallo puso fin a un proceso en el que las intervenciones y protestas públicas del expresidente fueron centrales y convirtieron cada audiencia en un nuevo capítulo de confrontación.
Pedro Castillo dijo que fue una “pantomima”
La apertura oficial del proceso en marzo de 2025 expuso el primer desafío de Pedro Castillo a la legalidad del juicio. Sin abogados presentes, notificó ante la Corte Suprema la subrogación de su defensa y calificó la audiencia de “pantomima”. Insistió en que su decisión fuese comunicada al país, rechazó la designación de un defensor público e intentó suspender la sala. Los magistrados ratificaron la vigencia de su defensa y asignaron letrado de oficio, desactivando la maniobra.
En la segunda audiencia, reiteró su negativa a participar, alegó que la defensa pública era “inútil” y pidió permiso para retirarse. El tribunal rechazó su solicitud en medio de denuncias sobre presuntos malos tratos y problemas de salud entre los intervinientes, lo que obligó a suspender la sesión. A partir de ese momento, la dinámica de protesta definió su conducta procesal.
La huelga de hambre de Pedro Castillo en marzo
La huelga de hambre iniciada por Pedro Castillo en marzo de 2025, como protesta contra el juicio por rebelión derivado del intento de autogolpe en 2022, colocó el foco en su situación carcelaria y las tensiones en torno al proceso judicial. Tras comunicar en una carta su rechazo al procedimiento, que calificó de “politizado” y con una jueza que había “adelantado opinión”, Castillo denunció su detención como injusta. El INPE respondió señalando que la huelga constituía una falta grave, emprendió acciones disciplinarias e implementó controles médicos periódicos.
Pocos días después, las consecuencias físicas se hicieron evidentes cuando debió ser trasladado de urgencia al Hospital II Vitarte por un cuadro de deshidratación. Pese a que las autoridades informaron que abandonó la protesta tras recibir alimentos y recibir el alta médica, el exmandatario insistió en que mantenía una “huelga de hambre seca”. El suceso profundizó la confrontación entre Castillo, el sistema penitenciario y la autoridad judicial a cargo de su causa.
“No hay delito de rebelión”, dijo al abandonar audiencia
En abril, el expresidente Pedro Castillo abandonó la sala de audiencias durante el juicio oral en su contra, tras solicitar atención médica por una lumbalgia, en una nueva jornada marcada por incidentes y declaraciones polémicas, según informó Infobae. Antes de retirarse, Castillo reclamó: “No hay delito de rebelión” y pidió que se le permita ser tratado por un médico del INPE.
Durante la sesión, la Sala Penal Especial de la Corte Suprema dejó constancia de la presencia de Castillo debido a sus reiteradas faltas de respeto e impertinencias. El exmandatario intervino sin autorización, alegando que no podía permanecer sentado mucho tiempo y cuestionó la acusación fiscal. “La fiscal que vino el primer día ha renunciado porque los mismos testigos que ha traído no le han podido configurar o verificar el delito. Al contrario, han dicho que soy inocente. ¿En dónde están las armas? No hay delito de rebelión. A ustedes les consta que yo he sido detenido siendo presidente con todas mis prerrogativas”, afirmó.
El juez supremo José Neyra Flores indicó que la intervención de Castillo sería considerada como ejercicio de su derecho a la defensa. El expresidente también solicitó que el proceso se agilice: “Se ahorre tiempo y dinero en este juicio y se diga lo que tienen que decir de acá a 2 o 3 meses”, en referencia a la sentencia.
“He chocado con los grandes intereses de este país”
Durante una audiencia judicial en julio, Pedro Castillo protagonizó un momento de alta tensión al lanzar duras críticas contra el sistema de justicia y calificar a sus exaliados políticos de “cadáveres”. El exmandatario, recluido en el penal de Barbadillo, afirmó: “No pido disculpas. Los que agreden a un presidente elegido por el pueblo le deben pedir perdón al pueblo”, según recogió Infobae.
En su intervención, Castillo cuestionó la decisión del juez supremo César San Martín, quien ratificó la prisión preventiva en su contra, y denunció que la Fiscalía no ha logrado demostrar el delito de rebelión. A pesar de los reiterados llamados de atención de la magistrada a cargo, el expresidente insistió en que su encarcelamiento es injusto y defendió su identidad como maestro rural, campesino e indígena: “Por llevar la voz a Palacio de la gente de abajo, he chocado con los grandes intereses de este país”.
El exjefe de Estado también dirigió sus críticas a figuras como Dina Boluarte y Vladimir Cerrón, a quienes acusó de traicionar los principios de la izquierda. La Fiscalía solicita para Castillo una pena de 34 años de prisión por los hechos del 7 de diciembre de 2022, cuando intentó cerrar el Congreso y el sistema judicial.
“Al menos una pistolita de agua siquiera”
El expresidente Pedro Castillo volvió a generar controversia durante la audiencia del jueves 11 de septiembre en la Sala Penal Especial de la Corte Suprema. Al inicio de la sesión, Castillo exhibió un cartel y utilizó su intervención para rechazar la acusación de la Fiscalía por el golpe de Estado del 7 de diciembre de 2022, cuestionando la falta de pruebas materiales en su contra.
Durante su participación, Castillo se dirigió a los jueces y al Ministerio Público, reclamando: “Más de 60 audiencias, 60 sesiones, y quiero dirigirme al Ministerio Público para que de una vez exhiba o, en todo caso, haga público las armas que utilicé el 7 de diciembre. Al menos una pistolita de agua siquiera”. La jueza suprema Norma Carbajal interrumpió su exposición y le solicitó que concluyera, a lo que el exmandatario respondió con un agradecimiento antes de sentarse.
La protesta de Pedro Castillo se suma a una serie de incidentes similares protagonizados por el exmandatario desde el inicio del proceso judicial, en el que enfrenta cargos por su intento de disolver el Congreso y alterar el orden constitucional en Perú.
“Ya vamos a llegar a 80 sesiones”
Pedro Castillo protagonizó un tenso momento durante el juicio oral por el golpe de Estado, celebrado el jueves 6 de noviembre, al intentar pronunciar un discurso político pese a que la jueza suprema Norma Carbajal le había concedido la palabra únicamente para acreditarse ante la Sala. Al persistir en su intervención, la magistrada ordenó apagarle el micrófono, pero el exmandatario continuó reclamando y se le escuchó decir: “Ya vamos a llegar a 80 sesiones y dónde están las armas”.
En medio de la sesión, Castillo insistió en rechazar los cargos en su contra y cuestionó la legitimidad de las instituciones: “Quiero dejar constancia que nunca cometí el delito de rebelión ni conspiración y nunca hice abuso de autoridad porque después de la vacancia yo no era autoridad. ¿En qué país estamos? Por eso es que el 90% del pueblo dice que no tiene confianza en el Poder Judicial y el 2% o 3% tiene el Congreso de la República”.
Tras sus palabras, el presidente de la Sala Penal Especial, el juez supremo José Neyra, le indicó que su respuesta se reflejaría en la sentencia.Una situación similar se registró el martes 4 de noviembre, cuando Castillo intentó referirse al asilo otorgado a Bettsy Chávez por el gobierno mexicano. La jueza Carbajal interrumpió su intervención y le exigió limitarse a sus datos personales, pero el exmandatario insistió en abordar temas diplomáticos y constitucionales, lo que llevó a la magistrada a dar por terminada su declaración.
En paralelo, Castillo calificó como “una estupidez política del fujicerronismo y la derecha peruana” la reciente ruptura de relaciones diplomáticas entre Perú y México, tras el asilo concedido a su exjefa de Gabinete. A través de su cuenta de X, criticó la decisión del presidente interino José Jerí, a quien describió como un “repuesto de la dictadura criolla y ramplona de la usurpadora”, en referencia a Dina Boluarte, y afirmó que la medida busca aparentar una autoridad política que “jamás les reconocerá la población, en su mayoría”.
La sonrisa de Castillo al escuchar su condena
Durante la audiencia de adelanto de fallo, Pedro Castillo exhibió una actitud que llamó la atención de los presentes y de la audiencia televisiva. Al notar la presencia de las cámaras, el exmandatario sonrió y levantó el pulgar en dirección a la lente, un gesto que fue interpretado por varios asistentes y espectadores como una señal desafiante en medio del proceso judicial por el delito de rebelión. La transmisión en vivo de este momento generó reacciones inmediatas en redes sociales y entre sectores políticos, donde algunos calificaron la actitud de Castillo como una provocación ante la gravedad institucional del caso.
Mientras el tribunal leía la sentencia, que impuso más de 11 años de cárcel al exmandatario, Castillo permaneció sentado en una silla giratoria, con las manos juntas sobre las piernas y realizando un discreto vaivén. Su postura se mantuvo controlada y evitó cualquier muestra de emoción, limitándose a un leve gesto facial y al silencio absoluto, sin emitir comentarios ni mostrar señales externas de protesta o aceptación.
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