Fenómeno del Niño y déficit hídrico amenazan cultivos de papa y maíz en la próxima campaña agrícola

La falta de precipitaciones y el secado progresivo de los terrenos en las partes altas y medias del país pueden traducirse en cosechas más pobres, un efecto que sería más notorio en la sierra central y meridional

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El Midagri prevé que el
El Midagri prevé que el área de cultivo suba 5,5% hasta unos 2,1 millones de hectáreas, aunque el Fenómeno del Niño podría moderar ese crecimiento. Foto: EOS Data

El Senamhi advirtió que la campaña agrícola 2025-2026 se desarrollará en un escenario de riesgo agroclimático entre moderado y alto para cultivos esenciales como la papa y el maíz. Las precipitaciones irregulares y temperaturas superiores a lo habitual serían los principales factores adversos.

De acuerdo con el Midagri, la superficie sembrada alcanzaría un crecimiento de 5,5%, llegando a 2,1 millones de hectáreas. Sin embargo, los efectos vinculados al Fenómeno del Niño podrían limitar este avance.

Impacto en los cultivos

En el caso de la papa, la escasez de lluvias y la menor humedad en los suelos de zonas altas y medias podrían reducir los rendimientos, especialmente en la sierra central y sur.

Para el maíz, el Senamhi prevé afectaciones similares en las áreas bajas de la sierra y en la costa, donde el déficit hídrico y las temperaturas elevadas amenazarían el desempeño de la próxima campaña agrícola.

Para el maíz, el Senamhi
Para el maíz, el Senamhi advierte que la escasez de agua y el calor en la sierra baja y la costa podrían perjudicar la próxima campaña. Foto: Agrio

Factores estructurales pendientes y proyecciones económicas

A estos riesgos climáticos se suman dificultades persistentes, como el retraso en la ejecución de obras de riego y la limitada capacidad de los pequeños agricultores para enfrentar emergencias.

Aunque el sector agropecuario mantiene una expectativa de crecimiento anual de 3,9%, la economía peruana podría sentir los efectos de estos riesgos si no se refuerzan las medidas de prevención y la asistencia técnica en las regiones productoras más importantes.

¿Qué es el Fenómeno del Niño y cuáles son sus efectos en Perú?

El Fenómeno del Niño es, en términos sencillos, una fase anómala del sistema océano-atmósfera tropical conocida también como la fase cálida del ENOS (El Niño–Oscilación del Sur). Se produce cuando las aguas superficiales del Pacífico oriental y central se calientan por encima de lo habitual, lo que altera patrones de viento y de lluvia a gran escala; esas variaciones oceánicas y atmosféricas se comunican con la atmósfera y desencadenan efectos que pueden permanecer varios meses. Esta descripción y la forma en que se monitorea en Perú —incluyendo índices costeros y oceánicos usados por las agencias nacionales— están recogidas en los informes oficiales que siguen el desarrollo del ENOS.

En el plano reciente, los reportes técnicos del país documentaron episodios de calentamiento anómalo frente a la costa norte y centro que durante 2023–2025 provocaron lluvias por encima de lo normal en zonas costeras y dejaron en evidencia la alta vulnerabilidad de infraestructura y comunidades frente a esos pulsos de clima extremo. Aunque la probabilidad de que se consolide un episodio fuerte cambia con las estaciones, las observaciones y los pronósticos publicados por los institutos científicos peruanos muestran cómo el fenómeno puede estallar en forma costera (El Niño costero) o con alcance más amplio según la evolución de las temperaturas en la cuenca tropical.

El Fenómeno del Niño ocurre
El Fenómeno del Niño ocurre cuando el Pacífico central y oriental se calienta más de lo normal, provocando cambios amplios en lluvias y vientos. Foto: Blog Auna

Para Perú, los impactos típicos son diversos y a menudo simultáneos: en la franja costera norte y central suelen registrarse precipitaciones intensas, inundaciones, desborde de ríos, erosión de playas y daños a puentes y carreteras; en la agricultura se generan pérdidas de cosechas (especialmente cultivos sensibles al exceso de agua o al calor) y afectación de la ganadería; las pesquerías se resienten cuando cambian las aguas y se desplazan o colapsan poblaciones de peces comerciales, con pérdidas económicas para comunidades costeras.

Además, hay consecuencias sanitarias —como brotes de dengue, malaria o diarreas— vinculadas a la presencia de agua estancada y a la ruptura de servicios básicos. Estas manifestaciones han sido registradas y analizadas por las instituciones técnicas del país en sus evaluaciones de vulnerabilidad y daños.

Finalmente, servicios meteorológicos y oceanográficos subrayan que el peligro real no es solo el evento en sí, sino la combinación entre la fuerza del fenómeno y la fragilidad de la infraestructura y los sistemas productivos; por eso los informes más recientes insisten en el monitoreo continuo, la planificación anticipada y medidas de gestión de riesgo para reducir pérdidas humanas y económicas. También se ha enfatizado la relación con el cambio climático: temperaturas globales más altas pueden aumentar la frecuencia o intensidad de las anomalías oceánicas, lo que obliga a integrar información científica actualizada en la toma de decisiones locales y nacionales.