PNP desarticula clan familiar “Los Vílchez de Loreto”: Extorsionadores recaudaron más de 1.8 millones de soles

A través de un despliegue conjunto entre Policía y Fiscalía, se logró exponer el entramado familiar que gestionaba extorsiones, sicariato y tráfico de drogas en los principales paraderos de Lima y Callao

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Un operativo policial permitió la
Un operativo policial permitió la desarticulación del clan familiar conocido como “Los Vílchez de Loreto”.

El reciente operativo policial permitió la caída de uno de los grupos criminales que mantuvo en jaque a Lima Metropolitana y Callao.

Las autoridades lograron desmantelar el núcleo de “Los Vílchez de Loreto”, un clan familiar investigado por establecer una red de extorsión que recaudó más de 1.8 millones de soles en los principales corredores de transporte público, según reportes del Ministerio Público.

La estructura, liderada por Johan Berríos Vílchez, funcionaba como una maquinaria dedicada al cobro sistemático de “peaje criminal”, amedrentando a conductores y comerciantes en intersecciones clave del primer puerto.

El despliegue realizado por la Policía Nacional del Perú (PNP) movilizó a unidades elite, incluyendo efectivos de la SWAT y agentes de inteligencia, tras meses de vigilancia, seguimientos y colecta de pruebas.

Panorama, dominical de Panamericana Televisión, cubrió en exclusiva el operativo que irrumpió en el búnker del clan, un inmueble reforzado en el jirón Loreto del Callao, donde se halló documentación que confirma la magnitud del negocio criminal.

Principal objetivo, Johan Berríos Vílchez,
Principal objetivo, Johan Berríos Vílchez, continúa prófugo y es intensamente buscado por la Policía Nacional.

Paraderos, recaudadores y la red familiar

El “peaje de la extorsión” funcionaba a ojos de todos. Según reconstruyó Panorama, los puntos estratégicos intervenidos por la organización incluían la avenida 2 de Mayo, el cruce de Faucett con Venezuela y paraderos en Ventanilla, convertidos en auténticas cajas de recaudación para el grupo familiar.

Cada unidad de transporte público era obligada a entregar seis soles diarios o dos soles por vuelta, bajo la amenaza de represalias violentas.

En el esquema estructurado por los Vílchez, cada integrante cumplía un rol definido. Kelvin Rodríguez, alias Cachorro, tenía a su cargo la recolección de pagos en el paradero 2 de Mayo.

Las jornadas se dividían en tres turnos, cubriendo desde las primeras horas del día hasta la medianoche. Los ingresos generados encontraron vías de circulación digital, ya que los cobros también se canalizaban a través de aplicaciones como Yape, en cuentas gestionadas por Yeuris Rodríguez y Alejandra Meregote.

El flujo constante de dinero permitía sostener el dominio de los Vílchez y responder de inmediato ante cualquier intento de competencia o insubordinación.

Durante la intervención policial, se encontraron anotaciones que documentaban el cobro a los transportistas, así como municiones, marihuana y cartuchos de dinamita.

“Es una organización criminal dedicada a la extorsión de empresas de transporte, luego de un largo seguimiento hemos logrado intervenir su centro de operaciones”, declaró un oficial de la Dirección de Inteligencia a Panorama.

Sangre y control

Desde el año 2020, los Vílchez cimentaron su reputación sobre la violencia. Johan Berríos Vílchez, exmiembro de los autodenominados “Sanguinarios del Callao”, cuenta con más de quince procesos en fiscalía, la mayoría por sicariato.

La expansión del clan familiar pasó del tráfico de drogas y secuestros al monopolio de los paraderos. En los meses cercanos al desmantelamiento, rivalidades con otras bandas desataron enfrentamientos armados, dejando víctimas en medio de la disputa por el control territorial.

En septiembre se registró el asesinato de un ciudadano venezolano a raíz de esa pugna, mostrando el círculo de violencia que envolvía a los transportistas y comerciantes de la zona.

El operativo del 7 de noviembre concluyó con la detención de Roxana Vílchez Alcalde, madre del líder prófugo, y de varias figuras clave del clan, entre ellas Nataly Berríos Vílchez y recaudadoras de confianza.

“La puerta blindada tenía cinco centímetros de acero. Tuvimos que usar explosivos controlados para ingresar”, narró un agente. Pese al dispositivo, el objetivo principal, Johan Berríos, logró fugar por una ventana del tercer piso, descolgándose por las paredes.

Las autoridades continúan rastreando al cabecilla para culminar la desarticulación de la banda y devolver la tranquilidad a las calles de Lima y Callao