El 80% que falta: Un llamado urgente a la ciudadanía circular

En la era de la obsolescencia programada, el 80% de la basura electrónica global no se gestiona formalmente, según el Monitor Global de la ONU y el WEEE Forum (2024). Frente a un riesgo ambiental masivo, la solución ya está en marcha: la Minería Urbana se presenta como el camino para recuperar el “oro urbano” en Perú y construir una verdadera economía circular

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Minería Urbana se presenta como
Minería Urbana se presenta como el camino para recuperar el “oro urbano” en Perú

Cada año, millones de celulares, laptops y otros aparatos tecnológicos llegan al final de su vida útil, generando una crisis silenciosa que se esconde en nuestros hogares. Si bien celebramos la innovación digital, tendemos a dejar la gestión de sus desechos en un gran espacio en blanco.

La verdad es cruda: la desinformación no es el único desafío que se propaga rápidamente. El residuo de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) también lo hace. Los datos mundiales nos señalan que solo el 20% de la basura electrónica se recicla. Ese 80% restante, si no se maneja adecuadamente, contamina suelos y ríos con metales pesados y libera toxinas, como el mercurio y el plomo, a nuestro ambiente.

En Perú, este desafío se magnifica: más de 100,000 toneladas de RAEE generadas anualmente terminan mal dispuestas. Estamos desperdiciando un potencial económico y ambiental invaluable, al tiempo que exponemos a la población. El problema no es el residuo que generamos, sino el que dejamos sin destino. Cada aparato olvidado se convierte en un recordatorio de cuánto nos falta para entender que reciclar no es un gesto ambiental, sino una responsabilidad compartida.

Frente a esta crisis ambiental e inmediata, la Minería Urbana se alza como el motor de una nueva responsabilidad que podemos llamar “Ciudadanía Circular”. Esta práctica es la transformación de residuos en recursos. El problema no es solo que haya una gran cantidad de RAEE. Es que la sobre-digitalización nos agota y nos vuelve menos críticos sobre el destino final de nuestra tecnología. Cuando todo parece desechable, nada parece valioso. Así se debilita la sostenibilidad.

En este contexto, empresas enfocadas en la gestión formal demuestran el camino a seguir. En el último año, COMIMTEL logró procesar más de 6,000 toneladas de electrónicos en Perú, con casi el 80% destinado a la reinserción local y exportación para la creación de nuevos productos. Esta gestión no solo recupera valor, sino que asegura que la fracción no valorizable se disponga bajo estrictos controles, evitando que cientos de kilos de metales pesados contaminen nuestros ecosistemas.

¿Qué podemos hacer como ciudadanos digitales y responsables?

Primero, pausar y diferenciar. Antes de decidir botar un aparato a la basura común, preguntémonos: ¿es reciclable?, ¿contiene materiales peligrosos? No basta con tirar para liberarse. El reciclaje formal de electrónicos no es un acto inocente: requiere procesos especializados.

Segundo, diversificar nuestras acciones. No basta solo con reciclar, hay que exigir. Aprovechar programas de devolución de fabricantes, participar en las campañas de recolección distritales y utilizar servicios como “LA ECORUTA” para equipos grandes, es crucial. La colaboración entre empresas, Estado y ciudadanía es fundamental para escalar la Minería Urbana en el país.

Tercero, educar. Necesitamos fomentar la economía circular desde el hogar hasta la universidad. Entregar los residuos solo a centros certificados, no manipular los equipos en casa y promover alianzas son habilidades de un consumo crítico.

La Ciudadanía Circular del siglo XXI no se construye solo con derechos a la tecnología, sino con criterios sobre su fin de vida. El botón de “desechar” un equipo electrónico es un acto de poder. Apliquemos con responsabilidad. El reto no es dejar de consumir, sino aprender a devolver.