Conducta sexual patológica: características de este patrón de comportamiento compulsivo

La conducta sexual patológica interfiere con la vida social, laboral y las relaciones interpersonales

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La conducta sexual patológica es
La conducta sexual patológica es un patrón de comportamientos, fantasías o impulsos sexuales que la persona no puede controlar (Imagen Ilustrativa Infobae)

José Jerí, quien asumió hace unos días la presidencia del Perú, fue denunciado por presunta violación sexual en una reunión social en Canta en diciembre de 2024. Un juzgado civil le impuso una medida de protección a favor de la denunciante, y ordenó que él se sometiera a un tratamiento psicológico obligatorio por “impulsividad y conducta sexual patológica”, basándose en un informe que identificaba indicadores de dicho tipo.

Sin embargo, Jerí no cumplió con la orden judicial durante al menos cinco meses, lo que motivó una investigación por presunta desobediencia a la autoridad. Este caso plantea la importancia de entender qué se entiende por conducta sexual patológica, cuáles son sus rasgos clínicos, y cómo es el tratamiento psicológico para impulsividad sexual.

¿Qué es la conducta sexual patológica?

La conducta sexual patológica (también llamada conducta sexual compulsiva, hipersexualidad o sexualidad impulsiva/desregulada) refiere a un patrón de comportamientos, fantasías o impulsos sexuales que la persona no puede controlar adecuadamente, provocan malestar personal o interfieren con la vida social, laboral, sus relaciones interpersonales o su salud. No es simplemente tener un alto deseo o libido o actividad sexual, sino cuando esa conducta es persistente, repetida, y escapa al autocontrol, generando consecuencias negativas. Algunos sistemas diagnósticos aún debaten la clasificación formal de esta conducta como trastorno, pero cada vez se reconoce más en literatura clínica como un problema psicológico serio.

Características de la conducta sexual patológica

La terapia cognitivo-conductual es una
La terapia cognitivo-conductual es una de las principales vías para tratar la conducta sexual patológica (AdobeStock)

Algunas de las características clínicas más destacadas son:

  • Preocupación persistente: fantasías, impulsos o comportamientos sexuales ocupan gran parte del tiempo mental de la persona.
  • Pérdida de control: dificultad para reducir o detener dichos impulsos a pesar de intentos conscientes.
  • Uso como escape emocional: la conducta sexual se utiliza para aliviar ansiedad, estrés, soledad u otras emociones negativas.
  • Consecuencias adversas: problemas en relaciones, laborales, legales, de salud (incluyendo riesgo de infecciones de transmisión sexual o ITS), sentimiento de culpa, vergüenza y deterioro emocional.
  • Persistencia pese a los daños: aun cuando la persona reconoce que estas conductas le causan sufrimiento o perjuicio, continúa con ellas.
  • Escala de frecuencia e intensidad creciente: se requiere mayor estimulación o frecuencia para lograr el mismo alivio o excitación.

Tratamiento psicológico para casos de conducta sexual patológica

La persona con conducta sexual
La persona con conducta sexual patológica busca aliviar la ansiedad, el estrés, la soledad u otras emociones negativas (Imagen Ilustrativa Infobae)

El tratamiento psicológico para estos casos combina diversas estrategias, y debe estar adaptado al individuo. Los componentes clave son:

  • Evaluación diagnóstica: primero se realiza un diagnóstico completo, que incluye historia clínica, evaluación de impulsividad, frecuencia/intensidad de conductas sexuales problemáticas, efectos sobre la vida, existencia de otros trastornos mentales como depresión, ansiedad y abuso de sustancias.
  • Terapia cognitivo-conductual (TCC): es una de las principales vías. Mediante esta se trabaja en identificar pensamientos, creencias, desencadenantes que llevan al impulso sexual, y desarrollar habilidades para resistirlos o modificarlos. Se pueden usar estrategias como reestructuración cognitiva, exposición a situaciones desencadenantes con respuesta retardada y aprendizaje de nuevas alternativas de afrontamiento.
  • Entrenamiento en manejo de impulsividad: se enseñan técnicas de autocontrol, autorregulación emocional, mindfulness, meditación, relajación, gestión del estrés, para reducir la urgencia impulsiva y mejorar la tolerancia a la frustración.
  • Intervención en componentes emocionales y psicosociales: muchos casos implican emociones difíciles (culpa, vergüenza, baja autoestima), traumas previos y problemas en relaciones interpersonales. El tratamiento aborda también esos aspectos para disminuir que éstos alimenten las conductas sexuales patológicas.
  • Apoyo psicoeducativo y grupos de apoyo: informarse sobre la naturaleza del comportamiento, compartir con otras personas, reducir el aislamiento y disminuir la vergüenza.
  • Prevención de recaídas: identificar factores de riesgo y estrategias para manejar recaídas si ocurren, además de monitoreo continuo del progreso.
  • En algunos casos, intervención farmacológica: puede considerarse si hay comorbilidades psiquiátricas que lo ameriten (por ejemplo, depresión, ansiedad o trastornos del control de impulsos) aunque el foco principal suele ser psicológico.