Conciertos en Perú: industria más allá del espectáculo

Cada concierto activa economías locales, genera empleos y promueve la innovación en servicios y logística

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Así luce el escenario del
Así luce el escenario del estadio Nacional a poco de que Shakira salga a escena. Infobae Perú

En los últimos años, el Perú se ha convertido en un escenario recurrente para conciertos nacionales e internacionales. Cada semana, miles de personas se reúnen en estadios, explanadas y teatros para disfrutar de espectáculos que hace una década parecían lejanos. Sin embargo, aún persiste una mirada limitada: la de considerar los conciertos solo como entretenimiento, sin reconocer que detrás de cada show hay una industria con un impacto económico y social enorme.

Desde la experiencia de producir eventos masivos, un solo concierto en un estadio puede emplear directamente a más de 1,300 personas entre técnicos, seguridad, logística, hospitalidad y producción, además de activar a decenas de proveedores externos. Y todo este engranaje de talento y esfuerzo tiene un objetivo común: que más de 35,000 personas en el público vivan una experiencia inolvidable y segura.

Existe un vacío en el reconocimiento del sector como motor estratégico de desarrollo. Mientras se habla con frecuencia de minería, agroexportación o turismo, pocas veces se considera a la música en vivo como un eje de inversión y empleabilidad. Y sin embargo, lo es: cada concierto activa economías locales, genera empleos y promueve la innovación en servicios y logística.

Desde mi rol en la producción de conciertos, puedo dar fe de que cuando se organiza un evento con estándares internacionales, el impacto trasciende lo artístico. Se fortalecen las relaciones con proveedores, se crean empleos para jóvenes que encuentran en esta industria una primera oportunidad laboral, y se deja una huella económica tangible en cada ciudad donde se realiza un show. Además, favorece enormemente a la marca que decide invertir en un evento de esta magnitud, que logra asociarse con la emoción y la experiencia colectiva de miles de asistentes.

Los conciertos también dejan un impacto en el PBI del país donde se generan. Como ejemplo, basta ver lo que ocurrió en países que recibieron a artistas de talla internacional como Taylor Swift: la llegada de un solo espectáculo levantó un gran porcentaje de ganancia para la economía nacional, porque los asistentes no solo acudieron al concierto, también hicieron turismo, consumieron en restaurantes, se hospedaron en hoteles y utilizaron servicios locales. En el Perú ocurre lo mismo: cada evento activa de manera significativa la economía local.

El Perú tiene talento, público y mercado para consolidarse como un hub regional de espectáculos en vivo. Pero para lograrlo, necesitamos que el Estado, las empresas y los propios organizadores reconozcan a la música en vivo no como un espectáculo pasajero, sino como una industria con reglas claras, impacto real y potencial de crecimiento. Además, es clave que desde el Estado se impulse una lógica tributaria distinta, que entienda que los conciertos no funcionan como empresas de ingresos mensuales estables, sino como proyectos que requieren grandes inversiones puntuales. Con un marco más adaptado, esta industria puede seguir creciendo.