
Durante las relaciones sexuales, la lubricación vaginal cumple un papel fundamental para que la penetración sea cómoda, placentera y segura. De acuerdo con datos del Ministerio de Salud (Minsa) y el Seguro Social de Salud (EsSalud), una adecuada lubricación no solo favorece la experiencia sexual, sino que también previene molestias, irritaciones e incluso lesiones en la zona genital. Por eso, los lubricantes vaginales son uno de los productos más recomendados para complementar la lubricación natural, especialmente en mujeres que presentan sequedad vaginal por factores como cambios hormonales, estrés o medicamentos.
Uno de los problemas más comunes que se pueden presentar durante el sexo, cuando no hay suficiente lubricación o no se toman las precauciones necesarias, son los microdesgarros vaginales. Aunque muchas veces pasan desapercibidos, estas pequeñas lesiones pueden causar dolor, ardor o sangrado, y además aumentar el riesgo de infecciones. Conocer qué son, por qué ocurren y cómo prevenirlos es clave para disfrutar de una vida sexual saludable y sin complicaciones.
¿Qué son los microdesgarros vaginales?
Los microdesgarros vaginales son pequeñas fisuras o cortes que se producen en los tejidos internos o externos de la vagina durante la penetración. A diferencia de un desgarro profundo como el que puede ocurrir durante el parto, estas lesiones suelen ser superficiales, pero igualmente dolorosas y molestas.
Generalmente afectan la mucosa vaginal, una zona muy delicada y sensible, cuya función es mantenerse húmeda y flexible para resistir la fricción. Cuando esta mucosa se reseca o se somete a movimientos bruscos, puede romperse con facilidad.

Entre los síntomas más comunes de los microdesgarros vaginales están:
- Dolor o ardor durante o después de la penetración o coito.
- Sangrado leve, que puede confundirse con la menstruación.
- Irritación o enrojecimiento en la zona genital.
- Mayor sensibilidad al orinar.
Si bien en muchos casos los microdesgarros cicatrizan por sí solos, el problema aparece cuando se repiten con frecuencia, generan dolor persistente o aumentan la susceptibilidad a infecciones como vaginitis, candidiasis o infecciones de transmisión sexual (ITS).
¿Por qué ocurren los microdesgarros vaginales?
Existen diversos factores que pueden provocar microdesgarros vaginales. Los más frecuentes son:
- Falta de lubricación: cuando la vagina no produce suficiente fluido natural o no se utiliza un lubricante adicional, la fricción puede generar pequeñas lesiones en los tejidos.
- Relaciones sexuales bruscas o prolongadas: movimientos intensos, posiciones incómodas o un tiempo excesivo de fricción aumentan el riesgo de fisuras.
- Sequedad vaginal: suele presentarse en mujeres en etapa de menopausia, posparto o bajo tratamientos médicos (como anticonceptivos hormonales o antidepresivos) que afectan la producción natural de lubricación.
- Infecciones vaginales o inflamación: una mucosa debilitada por candidiasis, vaginosis u otras infecciones es más propensa a desgarrarse.
- Uso de objetos o juguetes sexuales sin la debida lubricación: el material o el tamaño inadecuado, sumado a la fricción, puede causar microdesgarros.
- Condiciones médicas: enfermedades como el síndrome de Sjögren o alteraciones hormonales reducen la hidratación de las mucosas.

En todos los casos, los microdesgarros no solo causan molestias físicas, sino que también pueden afectar la vida sexual de la mujer, generando miedo, inseguridad o rechazo hacia la intimidad por temor al dolor.
Cómo prevenir los microdesgarros vaginales
La prevención es fundamental para evitar que estas lesiones afecten la salud y el bienestar sexual. Algunas recomendaciones prácticas son:
- Usar lubricantes sexuales: preferir los de base acuosa o de silicona, ya que son seguros y compatibles con preservativos. Ayudan a reducir la fricción y facilitan la penetración.
- Mantener una adecuada excitación previa: dedicar tiempo a los juegos sexuales y a la estimulación ayuda a que la vagina produzca lubricación natural y se prepare para la penetración.
- Comunicación con la pareja: hablar abiertamente sobre la comodidad, el ritmo y las posiciones durante el sexo permite evitar movimientos bruscos o dolorosos.
- Atender la salud vaginal: consultar al médico en caso de sequedad recurrente, infecciones frecuentes o dolor persistente durante las relaciones sexuales.
- Evitar jabones agresivos: estos pueden alterar el pH vaginal y resecar la mucosa, haciéndola más propensa a microdesgarros.
- Cuidar el estado general de salud: una buena hidratación, alimentación balanceada y el control de enfermedades hormonales o autoinmunes son aliados para mantener la mucosa vaginal saludable.
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