Claudia Cardinale, leyenda del cine italiano, y su paso inolvidable por la Amazonía peruana para filmar una película

La actriz fallecida recientemente dejó una huella en el Perú tras su participación en Fitzcarraldo, filmada en Iquitos entre 1982 y 1983. Su vínculo con la Amazonía marcó uno de los episodios más intensos de su carrera

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La inolvidable actriz italiana vivió
La inolvidable actriz italiana vivió una de sus aventuras más intensas en Iquitos, donde la selva y el cine se fusionaron en una experiencia que marcó su carrera y dejó huella en el Perú (Fitzcarraldo)

El reciente deceso de Claudia Cardinale, ícono del cine europeo, trae a la memoria uno de los episodios más singulares de su vida artística: su llegada al Perú para trabajar en Fitzcarraldo, la célebre producción de Werner Herzog filmada en plena Amazonía.

La actriz, reconocida en todo el mundo desde fines de los cincuenta, llegó acompañada de su hijo y quedó profundamente cautivada por la selva, a la que describió como una tierra embrujada.

Su presencia en Iquitos no solo marcó la filmación de una película compleja, sino también un encuentro cultural entre el arte europeo y el paisaje amazónico peruano.

El rodaje en tierras amazónicas

Claudia Cardinale llegó a Iquitos
Claudia Cardinale llegó a Iquitos en 1982 para rodar Fitzcarraldo, una cinta rodeada de retos logísticos y paisajes imponentes que la actriz describió como una experiencia fascinante y embrujada. (Fitzcarraldo)

La presencia de Claudia Cardinale en Perú se vinculó directamente con Fitzcarraldo, proyecto de Werner Herzog que desde su concepción estuvo rodeado de desafíos. La actriz arribó en 1982 para incorporarse al rodaje en Iquitos, ciudad que se convirtió en punto de encuentro entre el cine internacional y la vida amazónica. Herzog había imaginado una historia donde la exuberancia natural fuera protagonista, y en ese contexto, la figura de Cardinale otorgaba un peso particular al relato.

La producción enfrentó obstáculos considerables. Traslado de equipos, limitaciones técnicas y un escenario geográfico imponente exigieron esfuerzos extremos. Entre los hitos más comentados se encuentra el movimiento de un barco de 320 toneladas a través de una colina, realizado sin recurrir a efectos digitales. Este episodio convirtió al rodaje en una hazaña que hasta hoy sigue siendo recordada como una de las más singulares en la historia del cine.

Cardinale, con su trayectoria consolidada en Europa, aceptó ese reto que implicaba adentrarse en un entorno hostil pero al mismo tiempo magnético. En más de una ocasión, la actriz señaló que había quedado deslumbrada por la selva peruana, calificándola de “embrujada”. Aquella experiencia reforzó su vínculo con un territorio distinto al que había conocido en sus trabajos previos en Italia y Francia.

Una carrera marcada por la belleza y el talento

La actriz, ganadora del título
La actriz, ganadora del título “La Italiana más bella de Túnez” en 1957, compartió rodajes con Fellini y Visconti. En Perú, su presencia simbolizó el cruce entre arte europeo y paisaje amazónico. (Fitzcarraldo)

Antes de su llegada a Perú, Claudia Cardinale ya se había convertido en un ícono internacional. Nacida en Túnez y coronada en 1957 como “La Italiana más bella de Túnez”, título que la catapultó al cine, su carrera se consolidó rápidamente. Desde entonces, trabajó con directores de la talla de Federico Fellini, Luchino Visconti y Sergio Leone, compartiendo escenas con los actores más reconocidos de su época.

Su estilo combinaba la fuerza interpretativa con una belleza natural que deslumbraba tanto en papeles dramáticos como en producciones de gran espectáculo. Fitzcarraldo fue una de las experiencias que sumaron a su filmografía un matiz distinto: el de la aventura en un territorio exótico y desafiante. La propuesta de Herzog no era convencional y exigía a sus actores un compromiso absoluto.

Cardinale viajó acompañada de su hijo, lo que no le impidió sumergirse en el ambiente de la Amazonía. Ese contacto con un entorno inédito en su carrera reforzó su prestigio como actriz capaz de afrontar proyectos de gran riesgo artístico y físico. Para el público peruano, su presencia en Iquitos significó un acercamiento directo con una figura del cine mundial que, por primera vez, se integraba a un rodaje en el país.

El recuerdo de su paso por el Perú

La fascinación de Claudia Cardinale
La fascinación de Claudia Cardinale por la Amazonía trascendió lo laboral. Recordó la selva como un lugar mágico, y su estadía quedó grabada en la memoria del cine peruano e internacional. (Fitzcarraldo)

El vínculo entre Claudia Cardinale y la Amazonía trascendió la mera experiencia laboral. Durante su estadía, manifestó su admiración por los paisajes, la fuerza del río y la vida que fluía en cada rincón de la selva. No fueron pocas las veces en que reiteró su fascinación por ese territorio, al que no dudó en describir como mágico.

La filmación de Fitzcarraldo, desarrollada entre 1982 y 1983, se convirtió en una prueba de resistencia tanto para el equipo técnico como para el elenco. Cardinale, sin embargo, se adaptó con profesionalismo y carisma, ganándose el reconocimiento de quienes compartieron con ella largas jornadas bajo condiciones extremas.

Años después, su recuerdo en el Perú permanece ligado a la magnitud del proyecto de Herzog y a la huella que dejó su presencia en Iquitos. La actriz no solo formó parte de una película que desafió las reglas del cine convencional, también contribuyó a situar al Perú en el mapa de grandes producciones internacionales.

El fallecimiento de Claudia Cardinale revive aquel capítulo en el que el cine europeo y la selva amazónica se unieron en una historia marcada por la entrega, el riesgo y la admiración mutua entre una actriz legendaria y un paisaje inolvidable.