Sexo y drogas al aire libre: el Parque Neptuno se transforma de noche en un espacio de excesos en pleno centro de Lima

Lo que de día es un punto de descanso para familias y turistas, de noche se convierte en un escenario de excesos: prostitución a plena vista, drogas camufladas como chocolates, consumo de alcohol y ausencia total de control

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De día, un parque familiar
De día, un parque familiar y turístico; de noche, un lugar tomado por el descontrol. (Composición: Infobae / captura de pantalla)

En pleno Centro Cívico de Lima, a solo unos pasos de centros comerciales, hoteles y edificios de oficinas, se encuentra el Parque Neptuno, un espacio que de día recibe a familias, turistas y transeúntes que buscan descanso o un lugar para caminar. Su nombre proviene de la escultura del dios romano que domina el centro del espacio público, pieza que recuerda el pasado de la ciudad y el diseño del histórico Parque de la Exposición.

La imagen que proyecta en horas de la mañana es la de un parque limpio, con niños corriendo alrededor de sus jardines, adultos mayores descansando en las bancas y visitantes tomando fotografías. Sin embargo, al caer la tarde, el panorama cambia de forma radical. Lo que aparenta ser un espacio de recreación se transforma en un lugar donde los excesos toman control sin que la autoridad logre frenar lo que ocurre a plena vista.

Un registro audiovisual captó las conversaciones, intercambios y ofrecimientos que se multiplican en la oscuridad. En las grabaciones de Al sexto día se escucha como personas negocian precios y servicios sexuales, mientras otras se acercan para vender drogas presentadas como dulces o chocolates. La normalidad de la mañana desaparece en cuestión de horas y el parque se convierte en escenario de prácticas clandestinas.

La contradicción es evidente: en un mismo lugar conviven el paseo familiar y el comercio ilegal. De día, espacio cultural. De noche, un mercado paralelo.

Un parque con dos caras

Parque Neptuno. (MML)
Parque Neptuno. (MML)

Mientras las luces de los postes se encienden, aparecen propuestas directas. Una voz registrada en cámara pregunta: “¿Cuánto es el servicio? A ver”. La respuesta llega sin demora: “No, no cobro nada. Gratis”. Las frases se suceden con naturalidad, en un ambiente donde nadie parece ocultarse demasiado.

La cámara sigue recorriendo el lugar y recoge otra negociación: “Te estoy diciendo diez soles”, dice uno de los implicados, mientras la otra persona duda, temerosa de un posible robo. La transacción se define en el mismo espacio público, a metros de la estatua de Neptuno.

El registro periodístico revela cómo los encuentros se concretan sin reparo. Algunos de los presentes incluso discuten si la actividad debe realizarse detrás de un árbol o en un rincón cercano. “¿Pero acá o ahí en el árbol?”, se escucha en el diálogo. Otro de los interlocutores insiste: “Acá mismo”.

La falta de presencia del serenazgo es mencionada varias veces como garantía de impunidad. “No se mete nadie acá, esta persona ni siquiera está en esto”, asegura una de las voces. En el piso quedan pruebas de la actividad: envolturas de preservativos, papel higiénico húmedo y restos de bebidas alcohólicas.

“El olor en este lugar es realmente nauseabundo. Pero lo que encontramos aquí es aún más, porque hay preservativos usados, hay papel higiénico mojado, no se sabe exactamente de qué. Aun así por este lado pasan niños, pasan ancianos, pasa la familia”.

Venta de drogas disfrazada de golosinas

transacciones y ofrecimientos sexuales a
transacciones y ofrecimientos sexuales a plena vista, sin ocultamiento. (Captura de pantalla)

El parque no solo concentra actividad sexual. También funciona como punto de distribución de drogas camufladas en productos aparentemente inocentes. En un diálogo registrado, un vendedor ofrece brownies y chocolates con sustancias ilícitas.

La conversación sigue con precios y combinaciones: “¿Diez mangos cualquiera?”, pregunta un cliente. “Sí, diez mangos. Y si te compro los dos, dieciocho”, responde el comerciante. La naturalidad con la que se realizan las ventas refleja un comercio cotidiano, sin temor a ser interrumpido.

A ello se suma el consumo de alcohol sin restricción. Botellas circulan entre grupos que celebran en medio de la oscuridad. “La fiesta aquí nunca termina, aunque nadie se atreve a controlarla”, relata la voz del reportaje.

El Parque Neptuno, parte del histórico Parque de la Exposición, debería ser un espacio para la recreación y el turismo. Sin embargo, las imágenes muestran un rostro distinto. A escasos metros de restaurantes, hoteles y tiendas, la zona se convierte en un punto de riesgo sanitario y de inseguridad ciudadana.