Día Internacional del peluquero y el estilista: historia del por qué celebran su día cada 25 de agosto y su importancia

El 25 de agosto marca el homenaje mundial a los peluqueros y estilistas, profesionales cuya labor va más allá del cuidado estético y se reconoce como parte de la vida cultural y social de cada comunidad

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Foto 0: Aunque el 25 de agosto se celebra a nivel mundial, en América Latina destaca con concursos, capacitaciones y festivales que exaltan el talento creativo y los desafíos del sector de la peluquería. (Freepik)

La conmemoración del Día Internacional del Peluquero cada 25 de agosto responde a una tradición que se enlaza con la historia europea del siglo XIII, cuando San Luis IX de Francia, rey y referente católico, se convirtió en patrono de este oficio.

Desde entonces, la fecha ha cobrado valor en numerosos países como un reconocimiento al trabajo de quienes moldean la imagen personal, crean tendencias y mantienen viva una profesión que dialoga con el tiempo y la identidad.

Un origen que se remonta a la corte francesa

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La fecha se asocia a Luis IX de Francia, monarca canonizado que convirtió a los peluqueros en aliados de la corte. Desde entonces, el 25 de agosto honra un oficio ligado al estilo, la nobleza y la identidad cultural. (Freepik)

El 25 de agosto quedó marcado en el calendario gracias a la figura de Luis IX, monarca francés canonizado en 1297 por el papa Bonifacio VIII. La relación con los peluqueros surgió porque en su corte se organizaban rituales de cuidado personal que incluían la intervención de barberos y estilistas de la época. En aquel tiempo, el peluquero no solo cortaba el cabello: también ejercía como consejero de moda, preparaba pelucas y contribuía a la presentación de la nobleza ante la sociedad.

La conexión entre el santo y los oficiantes del peine se consolidó en Francia, y con el paso de los siglos se extendió a América y a otras regiones. Lo que en un inicio fue una tradición de carácter religioso terminó transformándose en una celebración laica que, sin perder su referencia histórica, reconoce la vigencia y el impacto social de la profesión.

Una labor que supera el ámbito estético

El oficio trasciende la estética,
El oficio trasciende la estética, porque cada corte refleja emociones y contextos. Los peluqueros combinan técnica y sensibilidad, construyendo vínculos que convierten su labor en parte de la vida cotidiana. (Freepik)

El trabajo de un peluquero no se limita al corte de cabello o al arreglo de la barba. En muchas comunidades, la peluquería se convierte en un espacio de encuentro donde circulan conversaciones, confidencias y hasta decisiones importantes. Este rol social convierte al salón en una extensión del barrio, un lugar donde la rutina se mezcla con la confianza.

El estilista también asume funciones de asesor de imagen, creador de tendencias y, en muchos casos, de confidente. Su tarea es acompañar a la persona en momentos significativos: desde un cambio radical antes de una nueva etapa de vida hasta la preparación para un evento especial. La destreza técnica se suma a la sensibilidad humana, lo que explica por qué esta profesión ha sido reconocida y celebrada en distintas culturas.

“Un buen corte puede cambiar el ánimo de alguien, darle seguridad y hasta motivarlo en un día complicado”, destacan profesionales del rubro al hablar de la trascendencia de su oficio. Esta visión explica que la fecha del 25 de agosto haya logrado mantenerse en el tiempo como un homenaje indispensable.

Del taller medieval al salón contemporáneo

Lo que inició con barberos
Lo que inició con barberos que afeitaban y hasta curaban se transformó en una profesión especializada, capaz de combinar tradición artesanal con avances tecnológicos y proyección global. (Freepik)

La evolución de la peluquería refleja también la transformación de la sociedad. En sus orígenes, los peluqueros-barberos cumplían tareas que iban más allá de la estética: afeitaban, recortaban barbas e incluso practicaban pequeñas intervenciones médicas, como extracciones dentales. Con el desarrollo de la medicina, la función sanitaria quedó en manos de profesionales específicos y los peluqueros enfocaron su labor en la imagen y el estilo.

En el siglo XIX, la figura del peluquero moderno comenzó a consolidarse con la apertura de salones en grandes ciudades europeas. Estos espacios se convirtieron en centros de moda, donde la creatividad se expresaba en peinados elaborados y cortes innovadores. La llegada del cine y la publicidad en el siglo XX multiplicó la influencia de los estilistas, que pasaron a definir tendencias globales.

Hoy, el oficio combina técnica artesanal con avances tecnológicos. El uso de productos especializados, herramientas de precisión y formación académica ha elevado la peluquería a un nivel profesional altamente valorado. No se trata solo de estética: es un sector que genera empleo, movimiento económico y prestigio cultural.

Una fecha que trasciende fronteras

La jornada se replica en
La jornada se replica en distintos países, pero en América Latina se vive con especial fuerza: homenajes, actividades gremiales y encuentros recuerdan el papel cultural y económico del peluquero. (Facebook)

Aunque el Día Internacional del Peluquero y el estilista se celebra de manera global cada 25 de agosto, existen países donde también se designan fechas locales para rendir tributo a la profesión. Sin embargo, la jornada vinculada a San Luis IX es la que concentra la mayor adhesión, con eventos que incluyen homenajes, actividades formativas y encuentros gremiales.

En América Latina, la fecha es esperada con entusiasmo en países como Argentina, México y Perú, donde las asociaciones de estilistas organizan concursos, capacitaciones y festivales. El día es también una oportunidad para visibilizar los desafíos del sector, desde la necesidad de actualización constante hasta la importancia de la formalización laboral.

“El peluquero y el estilista es un artista que trabaja sobre una materia viva: el cabello. Cada corte es distinto y cada cliente tiene una historia. Eso hace que nuestro oficio sea irrepetible”, afirma Pepe León, reconocida estilista limeño. Este tipo de declaraciones sintetiza el espíritu del 25 de agosto: un recordatorio de que la peluquería es, al mismo tiempo, arte, oficio y servicio a la comunidad.