Este es el país con el salario mínimo más alto en Sudamérica: Chile tiene el segundo con USD 551

En Perú, el sueldo mínimo es de S/ 1.130, posicionándose en el séptimo lugar en el continente y por debajo de países como Bolivia y Colombia

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En Ecuador, el sueldo mínimo
En Ecuador, el sueldo mínimo para el año 2025 quedó establecido en USD 470, cifra que lo coloca en la tercera posición dentro del ranking regional. Foto: IA

Uruguay tiene el salario mínimo nacional más alto de Sudamérica. Desde el 1 de enero de 2025 rige un piso de UYU 23.604 por mes, con un ajuste de 6% dispuesto por decreto del Poder Ejecutivo, y con el tipo de cambio de mercado cercano a USD 1 = UYU 40,08 ese monto ronda USD 589.

El liderazgo regional se confirma al comparar con países vecinos: Chile elevó su ingreso mínimo a CLP 529 mil desde el 1 de mayo de 2025, su equivalente queda cerca de USD 551, por debajo del nivel uruguayo. Ecuador fijó su Salario Básico Unificado en USD 470 para 2025 y ocupa el tercer lugar.

Lista completa de países en Sudamérica según el sueldo mínimo

  1. Uruguay: USD 589,16
  2. Chile: USD 551,63
  3. Ecuador: USD 470,00
  4. Paraguay: USD 399,79
  5. Bolivia: USD 397,70
  6. Colombia: USD 352,94
  7. Perú: USD 323,85
  8. Guyana: USD 287,46
  9. Brasil: USD 277,14
  10. Argentina: USD 246,91
  11. Surinam: USD 241,17
  12. Venezuela: USD 0,94 (salario base oficial, sin bonos complementarios)

Los valores corresponden a montos brutos y mensuales; en el caso de Colombia se presenta únicamente el SMLMV sin incluir el auxilio de transporte, mientras que en Venezuela el salario base continúa en 130 VES y el Gobierno otorga bonos adicionales que conforman un “ingreso mínimo integral” de USD 160 referenciado a la tasa oficial, distinto al salario.

El sueldo mínimo de Bolivia
El sueldo mínimo de Bolivia es el quinto más alto de Sudamérica. Foto: Dreamstime

Las economías de Uruguay y Chile

Uruguay y Chile atraviesan un ciclo con rasgos comunes y matices claros. Chile cerró 2024 con un avance de 2,6% y, para 2025, su banco central elevó el rango estimado a 2,0%–2,75% tras un arranque impulsado por envíos al exterior y mayor llegada de turistas. Uruguay salió del bache por la sequía en 2024 y registraría un ritmo cercano a 2,8% en 2025, con una economía más estable en precios y un mercado interno que gana algo de tracción.

En precios, ambos países muestran control relativo. Uruguay registró una variación anual de 4,53% en julio de 2025 y su banco central redujo la tasa de referencia a 8,75% en agosto, con un sesgo todavía prudente. En Chile, el IPC anual llegó a 4,3% en julio y la tasa clave se mantuvo en 5% en la reunión de junio, con una autoridad monetaria que vigila la convergencia a la meta.

En empleo, la foto sigue dispareja. Uruguay marcó 7,3% de desocupación en junio de 2025, en línea con su promedio reciente. Chile registró 8,9% en el trimestre abril–junio de 2025 y, además, distintos análisis alertan sobre un aumento de la desocupación de larga duración, lo que complica la reinserción laboral y la recuperación del ingreso.

El frente externo explica buena parte del pulso chileno. La minería de cobre sigue como columna vertebral y, pese a un mejor arranque del año, Codelco recortó su meta de producción para 2025 tras el accidente en El Teniente, lo que añade incertidumbre en oferta y caja. Aun con ese ruido, el propio banco central remarcó que el empuje exportador sostuvo el cierre de 2024 y el inicio de 2025. En paralelo, la agenda de litio y de hidrógeno verde busca ampliar la matriz y atraer inversión.

Venezuela continúa siendo el país
Venezuela continúa siendo el país de Sudamérica con el sueldo mínimo más bajo. Foto: elucabista

Uruguay depende más de agro y manufacturas vinculadas a recursos naturales. La salida de la sequía y una mayor producción de soja y celulosa reactivaron el producto en 2024, aunque algunas casas de análisis prevén una moderación del avance en 2025 si el consumo de los hogares pierde ímpetu y no surgen grandes proyectos nuevos. Aun así, la estabilidad de precios dentro del rango objetivo de 3%–6% permite una política monetaria con recortes graduales, sujeta al ritmo de la inflación.