“Escribo para entender lo que siento”: Rafael Dumett reúne una década de ensayos íntimos en ‘Incas, espías y astronautas’

No es un libro de respuestas, sino de búsquedas. El autor peruano rastrea obsesiones, desmonta héroes, entrecruza siglos y cuestiona certezas. El resultado es una obra inclasificable, que va del ensayo íntimo a la arqueología literaria

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Incas, espías y astronautas reúne
Incas, espías y astronautas reúne ensayos, reflexiones y crónicas escritas durante más de 10 años, muchas de ellas inéditas o dispersas. (Composición: Infobae)

No se trata de un libro de respuestas ni de afirmaciones categóricas. El autor peruano Rafael Dumett lo advierte desde el principio: su escritura surge del deseo de entender, no de explicar. “Yo escribo para nadie, escribo para mí, para entender lo que siento, lo que pienso, para procesar alguna experiencia”, señaló para Infobae Perú. La publicación, en ese sentido, llegó como consecuencia de una casualidad: la insistencia de amigos y colegas por rescatar textos dispersos que merecían ser reunidos. “Alguien me comentó ‘oye, este texto, qué bueno sería que se publicara en algún lugar’. Y en esa misma semana, otra persona me mencionó lo mismo para otro texto”, recuerda. Así nació el impulso de rastrear, ordenar, revisar y trabajar lo que ahora forma este libro.

Incas, espías y astronautas no intenta construir un relato lineal ni ajustarse a categorías preestablecidas. Lo suyo es más bien un ejercicio de libertad intelectual, donde los personajes ilustres conviven con los anónimos, y las proyecciones hacia el futuro dialogan con las heridas del pasado. “Yo no escribo para encontrar héroes”, dice Dumett. “Creo que todos tenemos estos lados oscuros y lados brillantes”.

Una escritura que no busca permiso

(Cristian Gastón Taylor)
(Cristian Gastón Taylor)

La mayoría de los textos que componen el libro no fueron escritos para ser publicados. Algunos vieron la luz brevemente en revistas o blogs, pero muchos permanecieron guardados durante años. El autor reconoce que las plataformas convencionales no siempre fueron receptivas a sus intereses ni a sus formas. “Comprendo los intereses de los periódicos, de las revistas, los formatos que exigen la exigencia de actualidad. A mí me es completamente indiferente”, afirma.

Por eso, decidió reunir los textos que “flotaban en el espacio”, sin destino editorial. El proceso de selección no fue automático. Dumett identificó cerca de quinientas páginas, pero optó por reducir, eliminar y pulir con la ayuda del editor Julio Villanueva. “Me quitó algún cliché de lenguaje, expresiones que yo repetía de manera continua. Reflexiones fuera de lugar. Y además me pedía: ‘elabora sobre ese personaje que la gente no sabe’”.

La edición fue tan rigurosa como honesta. No se trataba solo de publicar por publicar, sino de encontrar una forma que hiciera justicia a lo que ya había sido escrito. En ese sentido, el libro también funciona como una curaduría de los intereses del autor, que van desde los quipus hasta la migración humana al espacio exterior, pasando por Víctor Serge, Túpac Amaru, la antropología andina, el cine político y los dilemas del oficio narrativo.

Uno de los ejes que atraviesan el libro es la ambigüedad. No como un recurso estético, sino como una afirmación de lo humano. “Yo no tengo una atracción por la ambigüedad simplemente porque quiero responder al autoritarismo. Yo soy así”, señala Dumett. “La humanidad es ambigua y creo que es importante rescatar eso”.

El autor muestra desconfianza hacia las simplificaciones, las narrativas planas y los discursos binarios. Su escritura reacciona frente a quienes buscan imponer explicaciones únicas. “Detesto los clichés, las palabras que pretenden simplificar las cosas”, advierte. “Muchas veces esos intentos proceden de gente interesada en restar mérito o en catapultar a quienes no lo merecen”.

Esta mirada también se traduce en su rechazo a la figura del héroe. Dumett no idealiza, sino que escarba. Busca los matices, los pliegues, las contradicciones. Así se aproxima a personajes como John Murra o Thor Heyerdahl, no solo para destacar sus logros, sino también para entender las motivaciones humanas que los empujaron a explorar territorios inexplorados. “Pienso específicamente en John Murra, que no lo dejaban trabajar con su objeto de estudio. Tuvo que remontarse a un interés infantil por los Incas y convertir en esto un objeto de estudio que prácticamente inaugura un nuevo campo: la historia andina”.

Entre el ensayo íntimo y la arqueología literaria

En Incas, espías y astronautas conviven ensayos históricos, crónicas literarias y reflexiones personales. No existe una frontera rígida entre géneros. Tampoco entre tiempos. Dumett escribe sobre el siglo XVI, el XVIII, el XX y el XXII con la misma intensidad. “Es cierto que aquellas cosas que me interesan transcurren en un lapso de cada dos siglos. Pero no es un diseño. Es producto de una casualidad”, dice.

La estructura del libro responde más a una cartografía emocional que a un índice temático. Lo que une los textos no es una teoría, sino una forma de mirar. Dumett escribe como quien quiere compartir un descubrimiento. “Yo soy como un niño que quiere compartir una buena historia. Mira lo que ha hecho esta chica. Mira esta película. Mira este compadre. Mira lo que encontré”, resume.

Esa urgencia también lo llevó a incluir en el libro un texto extenso sobre el proceso de escritura de El espía del Inca, novela que lo consolidó como uno de los narradores más singulares del país. “Me lo han preguntado un montón de veces. Yo dije: voy a responder a esta pregunta en serio y en algún lugar para que ya no me pregunten”, explica. El ensayo recoge apuntes personales, correos, documentos y reflexiones que retratan la gestación de una obra que, según él mismo admite, ya no le pertenece. “Ese texto ya es ajeno, ya pertenece a una persona que yo ya no soy”.

Dumett ha vivido en Francia y Estados Unidos. Esa experiencia lo transformó, no solo como escritor, sino también como ciudadano. “Yo soy emigrante”, afirma. “He tenido que padecer en carne propia cosas que no sé si hubiera pasado de haberme quedado en el Perú”. Durante nueve meses vivió en situación irregular. Evadió a la policía. Trabajó en condiciones precarias. Todo eso le permitió, dice, comprender mejor a los migrantes peruanos y empatizar con quienes viven en condiciones de riesgo.

Enseñar en entornos multiculturales también dejó huella. “Tú tienes que entender inmediatamente que ese chico o esa chica tiene un conjunto de experiencias completamente diferente que tú. Tienes que calibrar en cada nota, inclusive, que tú le pones”, sostiene. Esa exigencia constante de adaptación y escucha se convirtió en una herramienta valiosa para su escritura. “Tener que adaptarte, negociar, ocultarte, manejar… Ese ejercicio constante es aquello que me ha educado”.

Un lector como cómplice

No sigue un orden cronológico
No sigue un orden cronológico ni académico: es una obra de libertad formal e intelectual. (Facebook: Rafael Dumett)

El libro invita al lector a entrar en un mundo de referencias cruzadas, pasajes históricos y obsesiones personales. No hay pretensión didáctica ni vocación de manual. Se trata más bien de un mapa de afinidades. “Lo que yo quiero es que comparta conmigo este universo de referencias nuevas, de personas interesantes que tienen periplos diferentes”, explica Dumett. Entre esos nombres, aparecen cineastas, sindicalistas, arqueólogos, impostores y astronautas, con trayectorias singulares que desafían las versiones oficiales de la historia.

Por ahora, el autor concentra sus esfuerzos en el segundo volumen de la saga Sabines, que tendrá como centro a Mariátegui. Pero también escribe sobre Ana Chiappe y sobre la primera esposa rumana del pensador peruano, de quien casi no se habla. Su trabajo actual es una búsqueda de vínculos, huellas y silencios. Sin fórmulas ni atajos. Tal como lo viene haciendo desde hace años, sin prisa, sin concesiones, desde un rincón donde la escritura no se piensa como oficio ni como carrera, sino como una forma de entender la vida.

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