¿Sabías que la boca tiene más bacterias que el ano?

La higiene bucal es un aspecto clave de la salud general. No se trata solo de tener dientes limpios y un aliento fresco, sino de prevenir enfermedades que pueden afectar todo el cuerpo. Según el Ministerio de Salud del Perú (Minsa), alrededor del 90 % de los peruanos presenta algún tipo de enfermedad bucal, siendo la caries dental y la enfermedad periodontal las más comunes. Además, el Seguro Social de Salud (EsSalud) señala que una mala higiene oral puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, complicaciones durante el embarazo e incluso enfermedades neurodegenerativas.

En general, se tiende a pensar que la parte más “sucia” del cuerpo humano es el ano, por estar en contacto directo con las heces. Sin embargo, lo que pocos saben es que la boca tiene más bacterias que el ano, aunque esto no la hace más “sucia” en el sentido tradicional. En realidad, la boca alberga una gran cantidad de microorganismos, muchos de ellos beneficiosos, pero otros pueden generar serios problemas si no se mantiene una higiene adecuada.

Puede parecer sorprendente, pero la boca humana alberga una mayor diversidad bacteriana que el ano. Se estima que en la cavidad oral habitan más de 700 especies distintas de bacterias, muchas de ellas necesarias para procesos digestivos iniciales, defensa inmunológica y equilibrio del microbioma. En contraste, el ano, aunque en contacto con materia fecal, contiene una menor variedad de bacterias, en su mayoría provenientes del intestino.

Esta diferencia se debe al entorno en el que se desarrollan estos microorganismos. La boca es un ecosistema cálido, húmedo y lleno de nutrientes, con superficies como dientes, lengua y encías, lo que permite la proliferación de una gran cantidad de bacterias. Por eso, una higiene bucal deficiente puede dar lugar no solo a enfermedades orales, sino también a infecciones que afectan el resto del cuerpo.

Por otro lado, aunque el ano no tiene la misma diversidad, es una zona que requiere cuidados específicos debido al contacto directo con patógenos intestinales y la posibilidad de contaminación si no se limpia correctamente.

Una boca mal cuidada puede convertirse en un foco de infección. Las enfermedades más comunes derivadas de una higiene bucal deficiente incluyen:

• Caries dental: causada por bacterias que producen ácidos al metabolizar los azúcares, dañando el esmalte dental.
• Gingivitis y periodontitis: infecciones de las encías que pueden provocar sangrado, dolor e incluso la pérdida de piezas dentales.
• Halitosis (mal aliento): frecuentemente asociada con acumulación de placa bacteriana y restos de alimentos.
• Abscesos dentales: infecciones severas que pueden diseminarse a otras partes del cuerpo.
• Endocarditis bacteriana: una infección del revestimiento interno del corazón que puede originarse por bacterias bucales que entran en el torrente sanguíneo.
• Complicaciones de enfermedades crónicas: como la diabetes mal controlada o el aumento del riesgo de parto prematuro en mujeres embarazadas.

Por ello, cepillarse los dientes al menos dos veces al día, usar hilo dental, enjuague bucal y acudir al dentista regularmente son hábitos fundamentales.

Aunque el ano no tenga la misma diversidad bacteriana que la boca, una mala higiene anal puede causar infecciones, irritaciones y enfermedades. Algunas de las más comunes incluyen:

• Proctitis: inflamación del recto, que puede deberse a infecciones bacterianas o irritaciones por una limpieza excesiva o agresiva.
• Infecciones por hongos o bacterias: especialmente en personas con sudoración excesiva o uso de ropa ajustada.
• Parásitos intestinales: como los oxiuros, que pueden provocar picazón intensa y se transmiten fácilmente en condiciones de higiene deficiente.
• Infecciones del tracto urinario (ITU): en mujeres, una limpieza incorrecta (de atrás hacia adelante) puede llevar bacterias del ano a la uretra.
• Fisuras anales e irritaciones: por el uso excesivo de papel higiénico seco o productos irritantes.

Para mantener una buena higiene anal es recomendable:

• Usar agua y jabón neutro después de cada evacuación.
• Secar bien la zona con una toalla limpia o papel suave.
• Evitar productos perfumados que puedan causar alergias o irritación.
• Usar ropa interior de algodón y mantener la zona seca.