
La salud del corazón es uno de los pilares del bienestar general, y mantenerla en buen estado puede marcar la diferencia entre una vida saludable y una enfermedad grave. En el Perú, según datos del Ministerio de Salud (Minsa) y el Seguro Social de Salud (EsSalud), las enfermedades cardiovasculares son una de las principales causas de muerte, especialmente entre los adultos mayores. Dentro de este grupo, el infarto agudo de miocardio (IAM), también conocido como ataque cardíaco, representa una de las emergencias médicas más frecuentes y peligrosas.
Cada año, miles de peruanos son hospitalizados por infartos, y muchos de ellos no logran sobrevivir debido a la falta de atención oportuna. La buena noticia es que el cuerpo puede advertirnos con anticipación. En muchos casos, los pacientes que han sufrido un infarto reportan haber tenido señales sutiles hasta un mes antes del evento. Conocer estas señales puede salvar vidas.
Un mes antes de un infarto tu cuerpo te da estas señales

Aunque no todos los casos son iguales, estudios médicos han identificado síntomas que pueden presentarse semanas o incluso un mes antes de un infarto, especialmente en personas con factores de riesgo. Estas son las señales más comunes:
- Fatiga inusual: una sensación de agotamiento extremo sin causa aparente puede ser una advertencia. Las personas suelen sentir que las actividades cotidianas, como subir escaleras o caminar, les resultan mucho más difíciles.
- Dolor en el pecho o malestar torácico leve y repetitivo: aunque no siempre es un dolor intenso, puede sentirse como presión, ardor, opresión o incomodidad. A veces desaparece y luego vuelve, lo que hace que se subestime.
- Dificultad para respirar (disnea): sentir que falta el aire, incluso sin haber hecho esfuerzo físico, es una señal importante. Puede aparecer de forma intermitente y, en algunos casos, se asocia con ansiedad o sensación de ahogo al dormir.
- Mareos o aturdimiento: marearse sin motivo, sentirse débil o con la sensación de que todo gira, puede indicar problemas de flujo sanguíneo al cerebro provocados por alteraciones cardíacas.
- Sudoración excesiva: sudoración fría o pegajosa sin realizar actividad física es una señal que no debe pasarse por alto, ya que puede preceder a un infarto.
- Dolor o molestias en otras partes del cuerpo: además del pecho, el dolor puede irradiarse a los brazos (especialmente el izquierdo), cuello, mandíbula, espalda o estómago. A veces se confunde con molestias musculares o digestivas.
- Problemas para dormir o ansiedad inexplicable: muchas personas reportan alteraciones del sueño antes de un infarto, como insomnio o despertares súbitos con sensación de alarma. La ansiedad generalizada también puede ser un síntoma temprano.
- Náuseas o indigestión: algunas personas experimentan malestar estomacal persistente que se confunde con una infección digestiva o gastritis, pero que en realidad tiene origen cardíaco.
Factores de riesgo del ataque cardíaco

El infarto agudo de miocardio o ataque cardíaco ocurre cuando una arteria coronaria se obstruye, impidiendo que la sangre llegue al músculo cardíaco. Esto puede causar daño irreversible o incluso la muerte si no se actúa rápidamente. Entre los principales factores de riesgo se encuentran:
- Hipertensión arterial
- Diabetes
- Colesterol alto (dislipidemia)
- Obesidad o sobrepeso
- Tabaquismo
- Sedentarismo
- Estrés crónico
- Historia familiar de enfermedades cardíacas
- Consumo excesivo de alcohol
- Edad avanzada (mayores de 45 años en hombres, 55 en mujeres)
Estos factores aumentan la probabilidad de sufrir un infarto, especialmente si se combinan.
Cómo prevenir un infarto agudo de miocardio
Prevenir un infarto es posible con hábitos saludables y atención médica preventiva. Estos son algunos consejos clave:
- Alimentación saludable: consumir frutas, verduras, cereales integrales, grasas saludables (como las del pescado o palta) y reducir el consumo de sal, azúcares y grasas trans.
- Ejercicio regular: realizar al menos 30 minutos de actividad física moderada cinco veces a la semana ayuda a mantener el corazón fuerte.
- Control médico regular: revisar periódicamente la presión arterial, glucosa y colesterol permite detectar a tiempo cualquier alteración.
- Evitar el tabaco y el alcohol en exceso: fumar y beber en exceso dañan las arterias y aumentan la presión arterial.
- Manejar el estrés: técnicas de relajación, respiración consciente, yoga o terapia pueden ayudar a reducir el impacto del estrés en el corazón.
- Dormir bien: el descanso adecuado (entre 7 y 8 horas diarias) es vital para la salud cardiovascular.
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