Escolar de Trujillo murió de un balazo en la cabeza en extraño juego mortal con amigos en su casa

Un adolescente de 17 años murió tras recibir un disparo en la cabeza dentro de su propia casa, en el distrito de La Esperanza, Trujillo. El joven se encontraba acompañado por tres amigos cuando ocurrió el hecho, en circunstancias que aún no han sido esclarecidas por las autoridades.

Según contó la abuela del menor, Margarita Ramos, todo parecía una tarde común. Su nieto estaba en casa cuando llegó un amigo. Minutos después, aparecieron dos jóvenes más, a quienes ella no conocía. Entraron juntos y subieron al cuarto del adolescente. Cerraron la puerta. No volvieron a salir hasta una hora después.

Los tres bajaron en silencio. Se marcharon sin decir nada. El joven, en cambio, no apareció. No respondía. La casa quedó en un silencio tenso, hasta que algo en el pecho de la abuela la empujó a actuar. Subió las escaleras, empujó la puerta y encontró a su nieto tirado en la cama, con un disparo en la cabeza y un charco de sangre a su lado.

El menor fue trasladado primero al centro de salud del distrito y luego al hospital Víctor Lazarte. Allí fue entubado de inmediato y derivado a la Unidad de Cuidados Intensivos.

Todo comenzó con una visita que no parecía fuera de lo común. Un amigo del adolescente llegó a la casa y, tras intercambiar unas palabras con él, abrió la puerta a dos jóvenes más. Margarita los vio entrar, pero no les dio mayor importancia. Su nieto solía recibir visitas.

Sin embargo, esta vez algo fue distinto. Los tres subieron al cuarto y cerraron la puerta. No bajaban. La abuela comenzó a inquietarse. Pasó una hora. No hubo risas, ni música, ni sonidos habituales. Solo un silencio extraño y persistente.

“Llegaron dos chicos a la casa de mi nieto, pero uno ya estaba adentro. Él abrió la puerta, entraron los otros dos y cerraron la puerta. De verdad, no sé qué ocurrió. Después de una hora, bajaron y se fueron, como si nada. Pero mi corazón sentía que algo había sucedido”, afirmó la abuela a Panamericana Televisión.

Su intuición la llevó hasta la puerta. La empujó, subió las escaleras y encontró la escena que nunca imaginó: su nieto sangrando, inmóvil, con la mirada perdida.

Una vecina dijo haber escuchado un ruido seco, como si un globo hubiera explotado. Ese sonido habría coincidido con el momento del disparo. Nadie gritó. Nadie pidió ayuda. Los jóvenes simplemente salieron y se marcharon.

Margarita fue quien descubrió todo. No sabía si su nieto seguía con vida. Corrió por ayuda. Gritó. Tocó puertas. Pidió una ambulancia, pero no llegó. Un patrullero de la Policía fue quien finalmente lo trasladó al hospital.

“Yo me sentí mal. Dije: ‘Lo mataron, lo mataron’. Pero mi comadre me respondió: ‘No, comadrita, todavía no ha muerto, aún está vivo. Solo hay que llevarlo al hospital’”, relató. Al llegar al hospital Víctor Lazarte, el menor recibió atención médica; sin embargo, horas después se confirmó su fallecimiento.

Hasta el momento, se desconoce cómo ingresó el arma a la casa ni quién la disparó. La Policía investiga si se trató de un juego peligroso, una imprudencia o un ataque intencional. Dos menores que estaban en el lugar ese día ya se encuentran detenidos.

Margarita Ramos exige respuestas. No conocía a dos de los tres jóvenes que estuvieron ese día en la casa. Solo reconoció a uno, el que abrió la puerta. “Son malos amigos”, dijo. “No deberían haberlo dejado solo”.

Pide a las autoridades que actúen. “Pido a las autoridades que, por favor, investiguen el asesinato de mi nieto. Esto no puede quedar así. Necesitamos mucho apoyo”, reclamó. La familia aún no entiende cómo una visita terminó con el muchacho entre la vida y la muerte.

El adolescente tenía entre sus planes, tras terminar la secundaria, ingresar al instituto Senati. Su padre ya había aceptado apoyarlo. Según su abuela, era un joven tranquilo que no solía meterse en problemas.