Clima extremo en Puno amenaza cultivos nativos y empuja a mujeres agricultoras a proteger más de 125 semillas nativas para sobrevivir

En los campos altos de Ácora, las mujeres agricultoras luchan contra un clima impredecible que alterna sequías e inundaciones. Frente a la pérdida de cultivos nativos y la inseguridad alimentaria, ellas lideran la conservación de semillas tradicionales y exigen mayor reconocimiento sobre sus derechos a la tierra y a la toma de decisiones agrícolas

Guardar
PNUD/MINAM/PPD/Nuria Ángeles Otro método implementado
PNUD/MINAM/PPD/Nuria Ángeles Otro método implementado es el rehabiWaru warus en Thunco: una antigua técnica de cultivo con canales y lechos elevados para gestionar sequías e inundaciones.

En los campos altos de Ácora, al sureste del Perú, exactamente en Puno, el paisaje parece dividido entre recuerdos de cosechas pasadas y la incertidumbre de un clima que cambia sin aviso. La tierra, que antes ofrecía estabilidad a las familias agricultoras, ahora enfrenta fenómenos extremos que alteran la vida diaria de comunidades enteras. Las mujeres que trabajan esas tierras se ven obligadas a buscar nuevas estrategias para asegurar alimento y mantener vivas sus semillas tradicionales.

Durante las últimas temporadas, los cambios son drásticos. Primero llegaron las inundaciones, arrasando los cultivos y dejando los campos cubiertos de agua. Luego se instalaron las sequías, secando lagos y quebrando el suelo. Las familias quedaron expuestas y la producción agrícola se redujo de forma alarmante. En Ácora, situada a casi 3.800 metros sobre el nivel del mar, las consecuencias son visibles y las conversaciones cotidianas giran en torno a cómo enfrentar el nuevo panorama.

El impacto directo se refleja en la voz de quienes trabajan la tierra. “Antes no era así, el clima ha cambiado mucho”, afirmó Pascuala Pari, responsable de la Asociación Sumaq Chuyma en Ácora. Su testimonio revela que las decisiones de cada temporada no solo dependen de la tradición agrícola, sino de cómo reaccionar ante un clima incierto. La preocupación se extiende porque la biodiversidad local también se encuentra amenazada.

A nivel mundial, las mujeres agricultoras enfrentan múltiples retos simultáneos. Bochola Sara Arero, representante juvenil del Foro Mundial de la Alimentación, recordó en un evento del Foro Político de Alto Nivel de la ONU que “las mujeres, en particular, soportan la carga de la inseguridad alimentaria como cuidadoras tradicionales, lo que se intensifica durante las crisis climáticas”. Estas palabras marcan un vínculo directo entre lo que ocurre en Ácora y lo que sucede en otras regiones rurales del planeta.

Objetivos de desarrollo y miradas desde la ONU

21/11/2024 Sequía y temperaturas extremas
POLITICA
21/11/2024 Sequía y temperaturas extremas POLITICA INVESTIGACIÓN Y TECNOLOGÍA CLAUDIA DOLLE, MPI FOR CHEMISTRY

El reciente foro de Nueva York reunió a representantes internacionales para revisar el avance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, un compromiso global asumido en 2015. “Será una manera importante de evaluar cómo lo estamos haciendo con respecto a los temas críticos de sostenibilidad y el logro de una mayor prosperidad a nivel mundial”, indicó Bob Rae, presidente del Consejo Económico y Social (ECOSOC), durante una conferencia de prensa.

El secretario general, António Guterres, advirtió que solo un 18% de esos objetivos se encuentra encaminado para 2030. También señaló que el foro es una oportunidad para abordar la relación entre igualdad de género y cambio climático. Estas declaraciones colocan a comunidades como Ácora en el centro de un debate internacional que busca respuestas urgentes.

Un clima bipolar en Ácora

© PNUD/MINAM/PPD/Nuria Ángeles Habitantes de
© PNUD/MINAM/PPD/Nuria Ángeles Habitantes de Thunco en Ácora, Perú, cosechan sus productos.

En Ácora, las lluvias torrenciales y las sequías extremas se alternaron durante el último año. La tierra dejó de producir como antes y la agrobiodiversidad comenzó a perderse. Según cifras nacionales, 17,6 millones de personas enfrentan inseguridad alimentaria. Para las mujeres agricultoras, esto significa luchar cada día para no perder sus cultivos nativos.

Pascuala Pari y otras mujeres idearon una solución concreta: crearon bancos de semillas. Estas organizaciones locales preservan variedades tradicionales y permiten que las mujeres sigan produciendo alimentos. “Nuestros cultivos estaban en peligro de extinción, pero ahora la gente está cosechando nuevamente y estamos cambiando eso”, expresó Fanny Ninaraqui, líder de la Asociación Ayrumas Carumas.

Gracias a estos bancos, se han resguardado más de 125 variedades de cultivos nativos. Las semillas se pueden intercambiar entre distintas comunidades y ayudan a generar ingresos. “Estoy contenta con mi pequeño banco de semillas… Ahora tengo todo tipo de quinua: negra, roja, blanca. Esto me ayuda económicamente porque conservo y vendo mis productos en los mercados locales”, dijo la señora Pari.

Menos de la mitad de las mujeres poseen derechos seguros sobre la tierra y los hombres tienen el doble de posibilidades de acceder a títulos y protecciones. Carol Boudreaux, directora sénior de Programas de Tierras de Landesa, explicó: “Cuando te reconocen como agricultor, se abre ante ti un mundo de posibilidades, un mundo de recursos: oportunidades de representación y derechos. Se abren puertas”.

Más allá de los títulos y el peso de las normas sociales

© PNUD/MINAM/PPD/Nuria Ángeles Comunidades aymaras
© PNUD/MINAM/PPD/Nuria Ángeles Comunidades aymaras de Ácora trabajan por recuperar y conservar su agrobiodiversidad.

Clara Park, funcionaria superior de género de la FAO, recordó que “también se necesitan iniciativas que apunten a cambiar las normas e instituciones sociales discriminatorias”. Las mujeres de Ácora coinciden en que no basta con acceder a la tierra. Las barreras culturales siguen presentes. “Cuando eres joven y mujer, siempre hay alguien que intenta limitar tu progreso”, afirmó Ninaraqui.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y otras organizaciones locales colaboran para fortalecer la gestión de los bancos de semillas y dar a estas agricultoras herramientas que les permitan proyectar sus iniciativas en el tiempo. “Puedo liderar, puedo enseñar lo que he aprendido, ahora siento que tengo esta capacidad”, expresó Pari.

Las mujeres aymara de Ácora usan su herencia agrícola para recuperar semillas nativas. “Estamos recuperando las semillas de la época de nuestros abuelos”, dijo Pari. Esa labor conecta pasado y presente, mientras las semillas guardadas en sus bancos se convierten en una fuente de esperanza. “Hoy les diría a más mujeres que sigan adelante, que no se desanimen por lo que piensen los demás y que tomen la iniciativa como yo lo hice”, agregó.