Amazonía pierde fuerza como pulmón del mundo: descubren que un ecosistema dejó de absorber carbono por el cambio climático

Investigadores peruanos descubrieron que factores climáticos extremos, como la sequía prolongada y la radiación solar, provocaron que este humedal vital pierda su capacidad de fotosíntesis

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Composición - Infobae Perú
Composición - Infobae Perú

Durante años, el aguajal de Quistococha, un ecosistema amazónico único ubicado cerca de la ciudad de Iquitos, cumplió un rol vital en la lucha contra el calentamiento global: capturar y almacenar dióxido de carbono (CO₂). Sin embargo, un reciente estudio ha revelado que este humedal dominado por la palma Mauritia flexuosa, también conocida como aguaje, ha perdido esa capacidad.

Investigadores del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), en colaboración con universidades estadounidenses, descubrieron que factores climáticos extremos registrados en 2022 —como la sequía prolongada y una irradiación solar sin precedentes— provocaron que este ecosistema natural ya no cumpla su función de sumidero de carbono. Este hallazgo, publicado en la revista Geophysical Research Letters, representa una alerta sobre la fragilidad de los ecosistemas amazónicos ante el avance del cambio climático.

Fotosíntesis en pausa: cuando el clima altera la respiración del bosque

Las dos especies maderables vitales
Las dos especies maderables vitales para la biodiversidad de Latinoamérica, se enfrentan a severas amenazas ambientales como resultado directo de delitos ambientales y el cambio climático. Foto: Gecko

Hasta el año 2019, el aguajal de Quistococha absorbía en promedio 460 gramos de carbono por metro cuadrado cada año, según datos del sitio de monitoreo intensivo de carbono (SMIC-Q) del IIAP. Pero las condiciones registradas en 2022 alteraron esta dinámica. Las plantas, sometidas a altas temperaturas y suelo seco, redujeron su capacidad de realizar fotosíntesis debido a un fenómeno conocido como fotoinhibición: cuando el estrés ambiental hace que las hojas “apaguen” temporalmente su maquinaria de captación de carbono para evitar daños.

Este tipo de alteración fisiológica ya ha sido reportado en otros bosques tropicales del mundo, pero el caso del aguajal amazónico es especialmente preocupante porque no se trata de una zona degradada por la acción humana. No hubo tala, ni incendios, ni expansión agrícola. Solo la variabilidad climática bastó para interrumpir una de las funciones ecológicas más importantes para el equilibrio del planeta.

El Dr. Jeffrey Wood, investigador de la Universidad de Missouri y coautor del estudio, señaló que esto podría marcar un antes y un después en la forma en que entendemos el rol de los humedales tropicales. “Las turberas amazónicas almacenan carbono durante miles de años. Si empiezan a emitir más del que capturan, estaremos ante una nueva amenaza global”, explicó.

Loreto y la Amazonía en alerta: el futuro de los bosques está en juego

Archivo - Árboles talados en
Archivo - Árboles talados en el Parque Nacional Cordillera Azul de la Amazonía peruana, wen esta fotografía del lunes 3 de octubre de 2022. Un análisis de expertos independientes y una investigación periodística de The Associated Press plantean dudas sobre si un programa para vender créditos de carbono está cumpliendo su promesa de detener la deforestación en el parque y compensar las emisiones de empresas que compran los créditos. (AP Foto/Martin Mejia, Archivo)

El caso del aguajal de Quistococha no es un hecho aislado. Desde hace décadas, comunidades indígenas, líderes locales y organizaciones como DAR Loreto vienen advirtiendo sobre las consecuencias visibles del cambio climático en la región. Según informes de esta organización, el departamento de Loreto ha sufrido las mayores sequías registradas en 2005 y 2010, y graves inundaciones en 2012 y 2015. A inicios de 2022, una ola de calor sin precedentes golpeó a Iquitos y otras provincias amazónicas.

Los sabios y sabias de las comunidades de las cuencas de los ríos Tigre y Morona relatan que en su niñez las estaciones eran previsibles, y sabían cuándo llegaría la creciente o la vaciante. Hoy, las lluvias intensas o el calor extremo se presentan sin aviso, afectando cultivos, salud y hasta la seguridad alimentaria. El cambio climático ha alterado no solo los ciclos naturales, sino también la forma de vida de miles de familias amazónicas.

A esto se suma la creciente presión de actividades humanas como la tala ilegal, la expansión agrícola no planificada, y los proyectos de infraestructura vial, que agravan la pérdida de bosques amazónicos. De las más de 68 millones de hectáreas de bosque en Perú, una gran parte está en Loreto. Según la ONU, los bosques tropicales absorben cerca de 2000 millones de toneladas de CO₂ al año, por lo que su pérdida compromete gravemente los esfuerzos globales por limitar el calentamiento global.

Organizaciones como DAR señalan que, pese a la aprobación de marcos normativos como la Ley Marco de Cambio Climático, la Estrategia Nacional de Cambio Climático y las contribuciones climáticas (NDC), su implementación a nivel regional avanza lentamente. No todos los actores locales cuentan con los recursos ni las capacidades para adaptarse al nuevo escenario ambiental.