
El hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés) se ha convertido en una de las patologías hepáticas más comunes en el mundo. Según la OMS, afecta a más del 25 % de la población mundial, en gran parte debido a hábitos de vida sedentarios y dietas desequilibradas. Esta enfermedad ocurre cuando se acumula una cantidad excesiva de grasa en las células del hígado, impidiendo su correcto funcionamiento y elevando el riesgo de complicaciones graves como la fibrosis, la cirrosis e incluso el cáncer de hígado.
Para enfrentar este problema, los especialistas coinciden en que la base del tratamiento incluye perder peso, hacer ejercicio y mejorar la dieta. Sin embargo, además de estos pilares, existen ciertos remedios naturales que pueden complementar la estrategia de cuidado del hígado. Uno de ellos es una sencilla bebida elaborada con perejil.
Perejil: una planta con propiedades depurativas para el hígado
El perejil, más allá de su uso culinario, es conocido desde la antigüedad por sus propiedades medicinales. Esta hierba contiene compuestos bioactivos como flavonoides, carotenoides, vitamina C y aceites esenciales que le confieren propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.
En el caso del hígado graso, beber un vaso al día de infusión de perejil puede ser un complemento para apoyar el proceso natural de desintoxicación del organismo. El motivo es que el perejil ayuda a estimular la función hepática y la producción de bilis, lo cual facilita la digestión de las grasas. Además, su efecto diurético favorece la eliminación de toxinas a través de la orina.

Aunque el perejil no cura el hígado graso por sí solo, puede contribuir a reducir la inflamación hepática leve en el contexto de una dieta equilibrada y un estilo de vida saludable. Médicos y nutricionistas advierten que no se debe considerar un tratamiento único ni sustitutivo de la atención profesional, pero destacan que puede ser parte de una estrategia integral.
Así actúa el hígado graso y sus complicaciones
El hígado es el órgano más grande del cuerpo humano y desempeña funciones vitales: ayuda a digerir los alimentos, almacena energía en forma de glucógeno y filtra toxinas derivadas de la alimentación, el alcohol, ciertos medicamentos y la contaminación ambiental.
En el hígado graso no alcohólico, la acumulación excesiva de lípidos provoca inflamación. El primer síntoma suele ser precisamente esa inflamación hepática, aunque muchas personas no presentan molestias en fases iniciales. Con el tiempo, la inflamación persistente puede desencadenar fibrosis (formación de tejido cicatricial), cirrosis (daño irreversible del hígado) o carcinoma hepatocelular (cáncer de hígado).
La American Liver Foundation señala que entre las causas más comunes del hígado graso no alcohólico están la obesidad, la diabetes tipo 2, la resistencia a la insulina y la dislipidemia. Por ello, el tratamiento más efectivo pasa por la pérdida de peso (entre un 5 % y un 10 % del peso corporal), el ejercicio regular y una dieta balanceada.

La dieta como herramienta clave: tamarindo y otros aliados
Más allá del perejil, hay alimentos específicos que pueden apoyar la salud hepática. Entre ellos, el tamarindo es uno de los más destacados por sus propiedades antioxidantes, antibacterianas y antifúngicas. El tamarindo contiene ácidos orgánicos y compuestos fenólicos que pueden ayudar a reducir el daño oxidativo en las células del hígado.
Estudios publicados en revistas como Journal of Food Science han mostrado que los extractos de tamarindo tienen efectos hepatoprotectores en modelos animales. Aunque la evidencia en humanos aún es limitada, se considera que incluir tamarindo en la dieta puede formar parte de un plan alimenticio saludable.
Otros alimentos beneficiosos para el hígado son los vegetales crucíferos (como brócoli y coles de Bruselas), ricos en compuestos azufrados que estimulan enzimas de desintoxicación hepática, y los frutos secos, en particular las nueces, por su contenido de ácidos grasos omega-3 y antioxidantes.
Recomendaciones para prevenir y controlar el hígado graso
Los expertos coinciden en que la prevención es clave. Mantener un peso saludable, realizar actividad física de forma regular (al menos 150 minutos de actividad moderada a la semana), reducir el consumo de azúcares añadidos y grasas saturadas y moderar el alcohol son estrategias esenciales para proteger el hígado.
En cuanto a remedios caseros como la infusión de perejil, se recomienda prepararla con agua hervida y un puñado de hojas frescas, dejando reposar la mezcla unos minutos antes de colarla y beberla. No obstante, es importante consultar siempre con un médico antes de iniciar cualquier suplemento o remedio herbal, especialmente si se están tomando medicamentos o si se tienen otras patologías.
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