
A pesar de que varios países han logrado reducir la presencia de residuos en sus costas, Perú vuelve a encabezar la lista de las playas más contaminadas del Pacífico latinoamericano. Así lo revela un reciente informe internacional liderado por el programa Científicos de la Basura, que monitoreó el estado de 179 playas en diez países de la región. El estudio, basado en datos recolectados entre abril de 2024 y marzo de 2025, y citado por Inforegión, advierte que la acumulación de residuos en los litorales del Perú sigue sin mostrar reducción, a diferencia de otros territorios donde la cantidad de basura ha disminuido considerablemente.
El documento llama la atención sobre un problema persistente: el plástico representa el 69% de los residuos en las playas, y en el caso peruano, gran parte de estos desechos tiene origen local, es decir, no son arrastrados por corrientes oceánicas ni provienen de otros continentes. Esta tendencia, que también se repite en otros países costeros de Sudamérica, refleja la urgencia de mejorar la gestión de residuos sólidos en zonas urbanas y de reforzar la fiscalización sobre el uso de plásticos de un solo uso, cuya presencia continúa siendo dominante en las orillas.
Ciudadanos participan más, pero la basura no cede

Más de mil voluntarios en diez países participaron activamente en el monitoreo realizado por el equipo de Científicos de la Basura, siendo Perú el segundo país con más playas evaluadas (32 en total), solo detrás de Chile. Esta participación ciudadana es destacada por los investigadores como un esfuerzo valioso para visibilizar el problema y generar datos útiles para futuras acciones de mitigación. Sin embargo, el compromiso de la sociedad civil no ha sido suficiente para revertir el panorama nacional.
La investigación también incluyó un análisis detallado de más de 20 mil botellas plásticas recolectadas en 92 playas del continente y 15 de islas. El resultado identificó 356 marcas de bebidas, pertenecientes a 254 empresas. Entre las más frecuentes aparecen The Coca-Cola Company, PepsiCo Inc. y AJE Group. En Perú, el 59% de estas botellas tenía origen local, lo que evidencia la necesidad de aplicar con firmeza la responsabilidad extendida del productor.
Otro hallazgo clave es la concentración de residuos en la parte alta de las playas, lo cual indica que la mayoría de los desechos proviene de actividades humanas en tierra firme, y no del mar. En zonas insulares como Galápagos y Rapa Nui, en cambio, predominan residuos internacionales transportados por corrientes marinas o embarcaciones. En contraste, la contaminación costera peruana es generada principalmente por la propia población, lo que plantea retos urgentes a nivel urbano, educativo y normativo.
Mientras tanto, los expertos reiteran la importancia de avanzar en tratados globales, como el Tratado de Plásticos de la ONU, y de implementar acciones locales sostenidas con enfoque multisectorial. La basura en las playas ya no es solo una preocupación ambiental: también afecta la salud, el turismo y la economía de las zonas costeras del país.
Toneladas de potencial desaprovechado

En Perú, la gestión de residuos sólidos sigue siendo uno de los mayores retos ambientales. Aunque el país genera más de 21 mil toneladas de residuos municipales al día, apenas el 1% de estos desechos se recicla, según datos del Ministerio del Ambiente (Minam). Lo más preocupante es que alrededor del 78% de los residuos tiene potencial de ser reutilizado, lo que evidencia una brecha enorme entre lo que se produce y lo que realmente se valoriza en términos ambientales y económicos. De los 8,45 millones de toneladas generadas al año, solo 148.500 toneladas son recicladas formalmente.
Uno de los principales factores detrás de este bajo índice es la informalidad en el sector reciclador. Aunque existen cerca de 180 mil recicladores a nivel nacional, apenas 5.500 cuentan con reconocimiento formal, lo que equivale a solo el 3% del total. Esta situación limita el alcance de las campañas de reciclaje y la implementación de programas sostenibles. A ello se suma la falta de un sistema de recolección y segregación eficaz, que permita separar los residuos orgánicos e inorgánicos desde el origen y facilitar su valorización.
El caso de Lima Metropolitana ilustra con claridad el problema. Solo entre 6 y 7 distritos de los 43 que conforman la capital segregan correctamente sus residuos. El resto deposita sus desechos en vertederos sin tratamiento adecuado, incrementando los riesgos de contaminación del suelo, el agua y el aire. Cada año, en Lima se generan más de 8,5 millones de toneladas de residuos sólidos, lo que equivale a unas 23 mil toneladas por día. De este total, un 38% termina en botaderos informales, sin ningún tipo de control, contribuyendo a la emisión de gases de efecto invernadero y a la degradación del entorno urbano.
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