Janet Barboza y Valeria Piazza protagonizan un tenso duelo en vivo por la experiencia en escenarios:  “Jamás podrás pisar un escenario, no tienes experiencia para pararte ahí”

La televisión en vivo no siempre ofrece momentos ensayados. A veces, lo que estalla es una verdad a medias o un dardo sin filtro. Esta vez fue Janet Barboza quien encendió la polémica al lanzar una serie de comentarios contra Valeria Piazza, cuestionando su talento para conducir eventos y asegurando que nunca estaría a la altura de un escenario.

Todo comenzó con una comparación sobre un evento reciente, pero lo que siguió fue una demostración pública de desacuerdo que no pasó desapercibida y dejó al público expectante frente a un intercambio sin cortes ni diplomacia.

En una conversación que parecía destinada al olvido, Janet Barboza tomó la palabra y convirtió la rutina en confrontación. “Han sacado un evento de 15 segundos, cuatro horas han sido”, ironizó, aludiendo a un reciente compromiso profesional de Piazza, al que no dudó en restarle importancia.

Con una mueca entre risa y juicio, añadió: “Valeria, ahora tú no reconocerás esos eventos porque jamás podrás subir a un escenario”. El comentario, cargado de sarcasmo, dejó al resto del panel en silencio incómodo, como si algo delicado acabara de ser tocado.

Por su parte, la joven modelo, con muchos menos años de experiencia en televisión, insistió en su punto. “Yo también he hecho eventos y lo he hecho súper bien”, dijo, para luego recordar una reciente premiación en la que tuvo un rol protagónico. “Hace poco hice la premiación que también premiamos aquí a América Televisión”, agregó, dejando entrever que su presencia sí marcaba diferencia.

Con tono firme pero sin perder la compostura, Valeria Piazza siguió defendiendose . “Yo sí he hecho algunos eventos. Son cositas, pero eso no se compara con la experiencia, con un evento tan multitudinario”, reconoció, sin caer en provocaciones abiertas.

Lo que dijo después fue una mezcla de aceptación y desmarque: “Y tampoco tengo la experiencia de agarrar una chela y tomármela”, soltó, en una frase que dejó más preguntas que respuestas. La alusión a una anécdota previa o una broma interna se perdió en el ambiente, pero sonó como un intento de equilibrar la tensión con humor.

Aunque reconoció que aún tiene camino por recorrer, Piazza dejó en claro que su trabajo ha sido constante. “Yo sí lo vi. ¿Tú?”, respondió cuando se puso en duda si había presenciado la transmisión de la premiación mencionada por Janet. La frase sirvió como reflejo de su intención de mantenerse firme, aunque con una elegancia distante.

El comentario que más repercusión causó fue, quizás, el menos entendido por algunos. “Tú no tienes ni óvalos ni nada, así que experiencia como…”, sentenció Barboza, aludiendo a la carencia de Piazza en escenarios públicos de gran escala.

La palabra “óvalo”, que en el lenguaje coloquial suele aludir a personas que no cuentan con determinada experiencia, fue usada aquí como una forma de diferenciarse. Para Janet, la verdadera experiencia se construye en vivo, en lugares repletos, donde la energía del público se siente en cada aplauso o abucheo.

“Te vas a otros países, premios, países”, añadió Barboza, en una enumeración caótica que intentaba reforzar su argumento: que ella ha estado en sitios donde se pone a prueba la destreza real de una conductora. Era su manera de decir: no es lo mismo un set controlado que un evento masivo.

El intercambio entre ambas figuras dejó una sensación extraña: mezcla de reality, tensión teatral y batalla de generaciones. Janet, curtida en la televisión desde hace décadas, no perdonó la frescura de una Piazza que representa una nueva forma de estar frente a las cámaras.

Más allá de los logros, lo que estuvo en juego fue la validación. ¿Quién decide quién tiene “experiencia”? ¿Dónde se traza la línea entre haber estado y haber brillado? Janet pareció tener una respuesta, clara y tajante. Para ella, estar en un escenario no es solo un acto físico, sino un rango que se gana con sudor, años y ovaciones.

Piazza, por su parte, eligió una ruta menos agresiva. No devolvió los golpes con la misma fuerza, pero tampoco agachó la cabeza. Habló desde lo que ha vivido, aunque no sea aún el “óvalo” que menciona su colega.

Lo cierto es que, esta vez, el verdadero espectáculo no fue la premiación ni el evento. Fue este cruce en vivo, sin libreto, donde el ego, la experiencia y la necesidad de marcar territorio transformaron la televisión en ring. Sin luces apagadas. Sin descanso. Sin final escrito.