Asesinan a balazos a un joven frente a una pollería en el Callao

Un nuevo hecho de sangre volvió a conmocionar al Callao la noche del jueves, cuando un joven —al parecer menor de edad— fue asesinado de varios disparos en plena vía pública, frente a la conocida pollería Rockys, ubicada en la avenida Sáenz Peña, a la altura de la intersección con la avenida República de Panamá. Testigos relataron que el ataque ocurrió mientras la víctima caminaba cerca del local, cuando sujetos no identificados le dispararon en al menos siete ocasiones, dejándolo tendido sin vida sobre el pavimento.

El ataque sucedió en una de las avenidas más transitadas del primer puerto, cerca de zonas comerciales con alto flujo peatonal y vehicular. Según imágenes difundidas por el medio local Prensa Chalaca TV, se pudo observar el área acordonada por la Policía Nacional del Perú (PNP), mientras familiares y amigos de la víctima llegaban entre escenas de profundo dolor y desesperación. Uno de sus hermanos habría arribado rápidamente al lugar a bordo de una motocicleta, completamente consternado al reconocer el cuerpo del joven tendido en la vía pública.

Testigos describieron momentos de tensión y duelo en los alrededores de la escena del crimen. Familiares y amigos se mostraron visiblemente afectados, protagonizando escenas de llanto y protestando ante la inacción de las autoridades para frenar la violencia en el distrito. Al llegar más allegados del joven, algunos pidieron con insistencia que se dejara de grabar la escena, pese a la presencia policial que intentaba mantener el orden y asegurar el lugar para las diligencias de criminalística.

Medios locales decidieron finalmente retirarse del área para respetar el duelo de la familia, dejando constancia del dolor ajeno que generó este nuevo crimen. En imágenes se observaron patrulleros, personal de la PNP y curiosos que se acercaron para intentar comprender lo ocurrido en una noche que pasó de ser rutinaria a teñirse de luto.

Este crimen no es un hecho aislado. El Callao atraviesa desde hace años una profunda crisis de seguridad ciudadana que se ha visto agravada en los últimos meses. La provincia constitucional —el principal puerto del país y una de las zonas metropolitanas más pobladas— se ha convertido en un epicentro de violencia, marcada por la presencia de bandas criminales dedicadas al sicariato, la extorsión y el narcotráfico.

Informes del Ministerio del Interior han señalado que el Callao figura de manera reiterada entre las jurisdicciones con mayores tasas de homicidios del Perú. En 2022 y 2023, la tasa de homicidios en la provincia superó las 15 muertes por cada 100,000 habitantes, muy por encima del promedio nacional. Las autoridades han decretado varios estados de emergencia en años recientes para intentar contener la criminalidad, pero la efectividad de esas medidas ha sido puesta en duda por los vecinos, que denuncian que los asesinatos, asaltos y extorsiones no han disminuido de forma significativa.

El caso del joven asesinado a balazos ilustra el patrón de violencia que afecta la zona: ejecuciones sumarias en la vía pública, en horarios de alto tránsito y con total desprecio por la seguridad de los transeúntes. Según expertos en criminología, el uso de armas de fuego es una característica cada vez más común en los delitos violentos del Callao, donde el sicariato se ha consolidado como un negocio criminal ligado a disputas por el control territorial y al tráfico de drogas.

Vecinos de la zona donde ocurrió el crimen declararon para medios locales que sienten miedo de salir de noche y exigen mayor presencia policial. También reclamaron la implementación de más cámaras de seguridad, patrullaje inteligente y estrategias integrales que incluyan prevención social para alejar a los jóvenes de las redes criminales.

Tras el asesinato, la Policía Nacional del Perú informó que inició las investigaciones correspondientes para identificar a los responsables y esclarecer los móviles del crimen. La División de Homicidios y la unidad de criminalística realizaron el peritaje en la escena, recogiendo casquillos de bala y revisando cámaras de seguridad de la pollería y de negocios aledaños.

Sin embargo, la población chalaca suele mostrarse escéptica sobre la efectividad de las investigaciones. En muchos casos, los crímenes quedan impunes o sus responsables no reciben condenas ejemplares, lo que alimenta un círculo de violencia y miedo. Las autoridades locales y regionales han insistido en la necesidad de fortalecer la inteligencia policial y el trabajo coordinado con el Ministerio Público para desarticular las bandas que siembran el terror.

El asesinato del joven frente a la pollería Rockys vuelve a encender las alarmas sobre la inseguridad que vive el Callao. Vecinos, comerciantes y organizaciones civiles han pedido a las autoridades locales y al Gobierno central que no bajen la guardia y diseñen estrategias sostenidas para recuperar la tranquilidad en la provincia.

Mientras tanto, familiares de la víctima solo esperan justicia y que la muerte del joven no quede como un número más en la estadística criminal de un distrito que, pese a su riqueza histórica y su importancia portuaria, se ha visto golpeado por la violencia y el miedo en los últimos años.