⁠Ruth Shady en peligro: continúa sin protección policial pese a amenazas de traficantes de terrenos en Caral

Invasores de terrenos todavía buscan apropiarse de zonas protegidas en torno a la civilización más antigua de América, ubicada en la provincia limeña de Barranca

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El equipo de investigación ha
El equipo de investigación ha sido atacado y continúa trabajando bajo la presión de estas amenazas. Uno de los subdirectores fue agredido y tuvo que tomar licencia. (Composición: Infobae/ Jazmine Angulo / Andina)

La civilización más antigua de América continúa estando en riesgo a pesar de las denuncias que se han presentado en los últimos años, Caral y Peñico, ubicados en el valle de Supe, se encuentran amenazados por la ausencia de protección estatal y la creciente presión de invasores de terrenos. La arqueóloga Ruth Shady, reconocida por liderar las investigaciones en la zona, sigue siendo objeto de amenazas.

El complejo arqueológico de la provincia de Barranca, departamento de Lima, es parte del patrimonio histórico peruano y su importancia ha sido reconocida a nivel internacional. Sin embargo, enfrenta desafíos que van desde el descuido administrativo hasta las amenazas directas a quienes trabajan en su conservación.

La civilización en peligro

Ruth Shady lidera un equipo que ha dedicado años a recuperar y proteger los vestigios de Caral, ciudad reconocida por la Unesco como Patrimonio Mundial de la Humanidad y considerada la cuna de la civilización en América. Sin embargo, la ausencia de presencia policial ha dejado el sitio vulnerable. Según su testimonio, a pesar de las recurrentes invasiones y amenazas, la asignación de presupuesto solo ha permitido contratar seguridad privada, no reponer la protección estatal.

Ruth Shady, investigadora de la
Ruth Shady, investigadora de la Ciudad Sagrada de Caral (Nexos-Universidad de Lima)

Invasores de terrenos buscan apropiarse de zonas protegidas y han llegado a proferir amenazas directas contra el equipo de investigación, incluida la propia Shady. Esta situación se da en una región donde la autoridad estatal no logra imponer control y la preservación de los sitios arqueológicos depende, en gran parte, de iniciativas aisladas.

El entorno de Caral no es el único afectado. Durante los últimos años, el retroceso de la atención gubernamental sobre la zona ha coincidido con un aumento en las denuncias por actividades ilícitas y deterioro del patrimonio. El vacío de una respuesta decidida por parte del Estado deja espacio a la actuación de organizaciones que actúan al margen de la ley, haciendo a estos sitios tan vulnerables como valiosos.

El legado de Peñico

A pocos kilómetros de la mítica Caral, en el mismo valle de Supe, se encuentra Peñico, un asentamiento arqueológico que se estima se desarrolló después de la desaparición de Caral y asumió el papel de centro regional en la costa central del Perú. Este descubrimiento abre nuevas perspectivas sobre los orígenes de la civilización peruana, reforzando la idea de una continuidad cultural que trasciende milenios.

Peñico exhibe plazas hundidas y estructuras reveladoras del intercambio entre sociedades de la sierra, la costa y la Amazonía. El análisis de los vestigios permite rastrear conexiones comerciales y culturales que expanden el mapa del desarrollo prehispánico en Sudamérica, consolidando la zona como epicentro de avances sociales y tecnológicos en el continente.

A casi cinco milenios de
A casi cinco milenios de su fundación, la Ciudad Sagrada de Caral resiste no solo el paso del tiempo, sino también la indiferencia del Estado y la codicia de invasores. Ruth Shady, su principal investigadora, denuncia amenazas, recortes presupuestales y la falta de políticas públicas para proteger el patrimonio. (Infobae / Jazmine Angulo)

La riqueza arqueológica de Peñico también enfrenta riesgos. Aunque fue reconocida y protegida por autoridades internacionales, la vigilancia policial fue retirada por motivos de presupuesto, situación que dejó el área expuesta a daños y apropiaciones ilegales. Ruth Shady advierte sobre el creciente abandono y la indiferencia oficial frente a un patrimonio que aún tiene mucho por darle al país.