Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Droga: desde cuándo y por qué el 26 de junio es el día central

Esta jornada internacional  busca concientizar sobre los riesgos del consumo y el tráfico, promoviendo políticas basadas en evidencia y derechos humanos para enfrentar una crisis global que afecta a millones

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El llamado de Naciones Unidas a invertir en prevención y enfoques científicos marca un giro en la lucha global, subrayando la necesidad de respuestas más humanas y eficaces (TikTok/@freddyarteagapsicologia)

Cada año, el 26 de junio, las Naciones Unidas convocan a una jornada internacional dedicada a visibilizar las consecuencias del uso indebido de drogas y del mercado ilegal que las rodea. Esta fecha no solo busca generar conciencia pública, sino también impulsar políticas más humanas, centradas en la prevención, la atención integral y los derechos fundamentales.

Adoptado por la Asamblea General en 1987, el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas recuerda que detrás de cada estadística hay vidas en juego y responsabilidades compartidas por parte de toda la sociedad.

Una conmemoración que nació del consenso internacional

Fue la Asamblea General de
Fue la Asamblea General de la ONU la que, en diciembre de 1987, decidió marcar el 26 de junio como fecha clave para coordinar una respuesta global frente al avance de las drogas. (Javier León)

El origen de esta fecha se remonta a una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptada el 7 de diciembre de 1987. En ella, se estableció el 26 de junio como un día destinado a reforzar la acción y la cooperación global en la lucha contra uno de los fenómenos más persistentes y destructivos de la sociedad moderna: el uso indebido de sustancias psicoactivas y el comercio ilegal que las sostiene.

Esta designación internacional respondió a la necesidad de coordinar esfuerzos ante un problema transnacional, cuyas raíces atraviesan dimensiones sociales, económicas, sanitarias y culturales.

En un sistema donde la oferta y la demanda se alimentan mutuamente, la ONU propuso una mirada conjunta para enfrentar las causas, mitigar los efectos y prevenir la expansión del fenómeno. Así nació una jornada que, año tras año, busca movilizar voluntades y poner en primer plano un desafío que no reconoce fronteras.

Evidencia, salud y humanidad

ONU propone mirar el problema
ONU propone mirar el problema con una óptica más humana: tratar el consumo con evidencia, respeto y políticas públicas que prioricen la prevención y el acceso a la salud mental. (Freepik)

En cada edición, la Organización de las Naciones Unidas promueve un lema que orienta las acciones conmemorativas y los mensajes clave. En 2024, el llamado gira en torno a tres principios centrales: salud pública, derechos humanos y enfoques basados en evidencia científica.

Lejos de modelos punitivos o exclusivamente policiales, la campaña apunta a respuestas equilibradas, que reconozcan la dignidad de las personas afectadas por el consumo de drogas.

Con el lema “La evidencia es clara: invirtamos en prevención”, la ONU alienta a los Estados a destinar mayores recursos a programas eficaces, accesibles y sostenibles. Esto implica fortalecer la educación, mejorar el acceso a servicios de salud mental, garantizar tratamientos adecuados y reducir el estigma que suele rodear a los usuarios.

Al colocar la prevención como eje, el organismo internacional plantea que la mejor forma de enfrentar el fenómeno no es con castigos, sino con oportunidades, información y atención integral.

Uso indebido y tráfico: dos rostros de una misma crisis

Consumo descontrolado y narcotráfico son
Consumo descontrolado y narcotráfico son caras distintas del mismo conflicto global. La fecha recuerda que ambos requieren respuestas diferenciadas y marcos legales ajustados a cada realidad. (Andina)

Este Día Internacional subraya tanto los efectos devastadores del consumo problemático como la violencia y corrupción asociadas al narcotráfico. Mientras millones de personas sufren por el acceso no regulado a sustancias peligrosas, otras tantas se ven atrapadas en circuitos delictivos alimentados por la falta de alternativas, desigualdad y ausencia estatal.

Se estima que cerca de 296 millones de personas en el mundo consumieron drogas al menos una vez durante 2021, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

La respuesta integral que promueve esta fecha aboga por intervenciones diferenciadas, según las realidades de cada región. En zonas donde el tráfico impacta con más fuerza, se busca frenar la circulación de estupefacientes sin caer en la criminalización excesiva de poblaciones vulnerables.

En otras latitudes, el énfasis recae en reducir daños, abrir centros de apoyo y promover marcos legales más equitativos. Así, el 26 de junio visibiliza no solo un problema global, sino también las múltiples caras que adopta según el contexto.

América Latina: entre cultivos, rutas y desigualdades

Más allá del consumo, en
Más allá del consumo, en América Latina la cadena del narcotráfico implica desplazamientos, explotación, crimen organizado y comunidades enteras atrapadas por la ausencia de justicia y servicios. (Andina)

En América Latina, la lucha contra el tráfico ilícito de drogas involucra dinámicas complejas que incluyen producción, tránsito y consumo. Países como Colombia, México, Perú y Bolivia enfrentan desafíos distintos pero interrelacionados. En algunos casos, los cultivos ilícitos responden a la ausencia de desarrollo rural sostenible. En otros, la violencia generada por carteles y mafias ha deteriorado gravemente las instituciones y la vida cotidiana.

Organizaciones de derechos humanos, como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México, han alertado sobre los riesgos de políticas centradas únicamente en la represión. En ese sentido, se reclama una reforma urgente hacia enfoques más balanceados, que incluyan salud, desarrollo, justicia social y reparación a las comunidades más afectadas.

El impacto no se limita a quienes consumen o trafican. La cadena de daños abarca también a mujeres obligadas a fungir como “mulas”, adolescentes atrapados por bandas criminales, pueblos desplazados por violencia narco y una salud pública desbordada por la falta de infraestructura y personal capacitado.